El Madrid de

Lucía Carballal: «El teatro tiene que ser peligroso y confrontarnos con lo desconocido»

La directora de «Los Nuestros», obra representada actualmente en el CDN, muestra su mirada valiente hacia el teatro y sus desafíos

Entrevista a Lucía Carballal en el Centro Dramático Nacional
Lucía Carballal reflexiona sobre la familia en su montaje 'Los nuestros': "Es el lugar donde confrontamos los miedos"David JarLa Razón

La dramaturga y directora Lucía Carballal vive un momento profesional de plenitud. Tras el estreno de su nueva obra en la Sala Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional (CDN), se muestra emocionada y agradecida por la acogida del público. «Es un lujo estar aquí», afirma con una sonrisa. Para ella, este estreno marca un paso importante en su carrera: no solo por el reconocimiento que supone para su trabajo, sino también porque, hasta hace no mucho, no se imaginaba ocupando este rol. «Tardé mucho en verme como directora. Yo me dedicaba a escribir».

Sin embargo, su evolución ha sido natural. Su primera experiencia en la dirección llegó con Los Pálidos, también en el CDN, y desde entonces su deseo de continuar explorando esta faceta ha crecido. «Me interesa cruzar cada vez más la parte escénica con la literaria», explica. «En lo que se refiere a la dramaturgia, siempre siento que vuelvo a casa porque escribir ha sido mi vida. Ahí es donde arrancan los proyectos. Pero ahora no solo pienso en qué quiero escribir, sino en qué tipo de espectáculo quiero hacer».

El reto de montar una obra en un espacio de gran formato como la Sala Valle-Inclán ha sido mayúsculo. «Intento que cada proyecto sea especial por algún motivo, y este desde luego lo ha sido. Me he lanzado con las canciones, la coreografía, nuevos colaboradores, incluso con la presencia de niños en escena, lo cual supone un reto enorme», comenta. Adaptar su lenguaje dramático, más íntimo, a un espacio de mayor escala ha sido un desafío complejo. «Pasar de trabajar en la intimidad a un formato grande implica generar impacto con herramientas nuevas. Manejar la presión también es un proceso psicológico importante. En el CDN hay una mirada exigente y, además, esta obra trata una temática muy particular: la familia». Se centra en una familia judía sefardí con origen en Marruecos. Lo que ha requerido un proceso de documentación muy largo y también cierta valentía, pues Carballal era consciente de los posibles paralelismos que el público podría hacer con la situación política actual en Israel, algo que le preocupaba. «Sentía que la obra debía abrir el espacio de reflexión y ampliar el debate, evitar que los espectadores cayeran en automatismos». Por otro lado, «la construcción del espacio y la atmósfera son esenciales para contar esta historia».

Los inicios en la RESAD

Carballal era la más pequeña de la clase, recuerda de sus inicios en la RESAD. «Fue una escuela no solo de teatro, sino de vida. En esa etapa pasa todo, lo bueno y lo malo». Estudiar en un centro público fue una oportunidad de la que se siente orgullosa: «Era un privilegio compartir aula con estudiantes de toda España y de otros países. Eso te da una perspectiva muy enriquecedora». Mirando atrás, reconoce que fueron años de intensas emociones y, con el tiempo, «te reconcilias con la parte frustrante. Yo quería hacer cosas que todavía no sabía hacer, y eso me desesperaba». Hoy considera la RESAD es un lugar valioso que mira con cariño, pero también con exigencia. «Es una joya que debe estar en constante revisión», afirma.

Si hay algo que ha mantenido en todos sus trabajos es el sentido del peligro. «Creo que el teatro tiene que ser peligroso. Debe confrontarnos con territorios incómodos, con zonas de riesgo, con lugares que no conocemos y que nos abren nuevas preguntas. No me interesa el teatro que sólo reafirma lo que ya sabemos».

A lo largo de su carrera, Carballal también ha trabajado con textos clásicos, como «La Fortaleza» o «Molière». «El reto con los clásicos es encontrar la forma de hacerlos relevantes en la actualidad. Hay un peligro en pensar que, como la obra ya tiene un gran valor en sí misma, basta con que se perciba. Pero el espectador quiere algo más». Apela a elementos como la interpretación o la puesta en escena, «no basta con poner a los actores en vaqueros para hacerla contemporánea. Es más complejo y profundo, hay que interpelar al espectador, de sacudirlo», defiende una Lucía en constante evolución.

No conviene que nos desorientemos

«Amo Madrid, es una ciudad de la que me he reenamorado cuando he estado fuera y he vuelto», señala sin dudarlo. Por esta razón, quiere trasladar que «me preocupa la pérdida de su identidad», pues su edificio también es de los que se ha quedado sin vecinos y ha pasado a ser de manos desconocidas. «No conviene que nos desorientemos en lo que siempre ha hecho mágica a esta ciudad». Destaca las calles donde se respira el Madrid antiguo, como La Latina o Conde Duque; Toga y La Taberna Errante son restaurante que recomienda; el Teatro de La Abadía «es un tesoro» y El Teatro Español «una joya».