Violencias urbanas
"Estaba metido en bandas casi sin darme cuenta. Ahora podría estar preso o muerto"
Raúl se estaba "hundiendo" por "parar con pandilleros" hasta que un programa social le cambió su vida: "Estaba muy mal. No estudiaba ni trabajaba"
"Estuve un buen tiempo haciendo gilipolleces, tanto con chavales de bandas como en la calle delinquiendo. Estuve parando una temporada con los Dominican Don’t Play y con los Latin Kings. No estuve dentro de ninguna de las dos bandas, pero estuve bajando con ellos y en su mundo". Raúl, nombre ficticio por su seguridad, es un joven latino de 20 años que estuvo "a punto de entrar" en los Dominican Don’t Play y los Latin Kings. Tras pasar por el programa de Apoyo Socioeducativo y Prelaboral para Adolescentes (ASPA) del Ayuntamiento de Madrid, ahora trabaja en el servicio de mantenimiento del Ministerio de Fomento: "ASPA me ha cambiado la vida".
"Llegué a España hace seis años. No conocía nada de las bandas. Empecé a parar con un par de chavales dominicanos de mi barrio. Tenía 15 años y, casi sin darme cuenta, ya estaba metido con los Dominican Don’t Play y los Latin Kings", cuenta Raúl sobre sus primeros pasos en Madrid tras venir a Madrid, desde un país de América Latina que prefiere no revelar, "para construir una vida mejor".
"Antes no veía futuro. Estuve delinquiendo, pero ASPA me salvó la vida"
"Yo paraba con ellos, de una banda y de otra. Eran gente normal y, al principio, no te obligan a nada. Quería dinero y empecé a robar", cuenta Raúl desde la oficina de ASPA en Hortaleza, uno de los siete centros de este programa que incluye un trabajo de prevención de violencias urbanas desde que comenzó en 2010. El coordinador de los siete centros de ASPA, Fernando Calero, explica que "ASPA tiene 5 líneas de intervención transversales y complementarias para jóvenes de entre 12 y 22 años: apoyo pre laboral, apoyo socioeducativo, prevención de violencias, apoyo a jóvenes progenitoras y la línea de autonomía y tránsito a la vida adulta".
Calero detalla que "ASPA atendió a 3.995 chicos y chicas en 2022": "De ellos, 219 estaban en el programa de prevención de las violencias, sobre todo violencia familiar, violencia machista y acoso escolar. De estos 219, tuvimos a 70 chicos y chicas relacionados o tonteando con bandas u otros grupos violentos", resume Calero sobre este programa de prevención de violencias urbanas del del Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid. "Entre aquellos que viene con riesgo de acabar en bandas latinas, tenemos éxito en el 85% de los casos", cuenta Calero, coordinador de las siete oficinas de ASPA en Madrid, desde el local de ASPA en Hortaleza.
"Entre los chicos y chicas en riesgo de entrar en bandas, tenemos éxito en el 85% de los casos", explica Fernando Calero, coordinador de ASPA
Raúl recuerda que "estar cerca de estas bandas sólo me traía problemas": "Si me veían con alguien de los dominicans ya pensaban que estaba en esa banda. No podía ir a barrios de otras bandas. Había fotos mías en redes sociales diciendo que este chaval es el que para con esta banda. El tiempo que estuvo "haciendo gilipolleces" a Raúl le atraía "el dinero de los robos": "Estaba muy mal. No estudiaba ni trabajaba. Estaba hundiéndome yo solo". La Policía Nacional y la Guardia Civil detuvo en Madrid a 1.560 miembros o simpatizantes de bandas juveniles violentas en 2022, 353 de ellos menores de edad, indica la Delegación de Gobierno de Madrid.
"Desde que comenzamos en 2010, entre los chicos y chicas que están en riesgo de caer en bandas, tenemos un éxito del 85%", subraya Fernando Calero, coordinador de las siete oficinas de ASPA en la ciudad de Madrid. Actualmente, la Policía Nacional y la Guardia Civil tiene localizados a 800 miembros activos de bandas urbanas violentas en la Comunidad de Madrid, 300 menos desde que en febrero de 2022 la Delegación de Gobierno lanzase el plan anti bandas llamado Hispano tras un repunte en la actividad y las reyertas entre bandas rivales.
En 2022, seis jóvenes fueron asesinados por peleas entre bandas, el triple que en 2021 cuando hubo dos asesinatos. Este año la violencia de las bandas latinas en Madrid se ha cobrado la vida de Álex, un joven español de 22 años con origen dominicano y miembro de la banda de los Trinitarios. Álex fue asesinado la madrugada del pasado domingo 12 de marzo por una puñalada en el corazón en el 276 de la calle Bravo Murillo en el barrio de Tetuán, presuntamente por uno de los siete jóvenes de la banda rival los DDP con los que Álex y un amigo tuvieron riña en la puerta de una discoteca.
A pesar de "liar una muy gorda", Raúl se libró de ser detenido: "Entramos a un local a robar marihuana y dinero. Era una asociación de marihuana ilegal donde los chavales pasan a fumar, todavía no tenía licencia. Entré con 4 chavales más, uno de ellos con una pistola gritando: ‘todo el mundo quieto’, lo típico de las películas. Todos entraron a un centro de menores menos yo porque sólo me llevé droga. No pegué a nadie, ni robé dinero, ni electrodomésticos, ni tarjetas de banco...". Raúl explica que "fumo cannabis y en ese momento pensé: estupendo, entramos y me llevo maría para fumar".
La venta de drogas y los robos con violencia son la principal fuente de ingresos de los Latin Kings, los Dominican Don´t Play, los Ñetas y los Trinitarios, las cuatro principales bandas latinas presentes en Madrid. "Venden muchísima droga", subraya Raúl. "Me llamaban para ayudar en alguna pelea, proteger a alguien o ir a las reuniones. Si podías, tenías que llevar 10 ó 15 euros para la banda", recuerda sobre su antigua vida. En 2022, las autoridades requisaron en la Comunidad de Madrid 748 armas a bandas latinas, entre ellas sólo una de fuego, 80 machetes, 400 navajas y cuchillos, 5 pistolas de fogueo, balas y puños americanos.
"Si no fuese por ASPA, estaría delinquiendo en una banda, preso o muerto"
Aunque la mayoría de integrantes en las bandas son latinos, los españoles y jóvenes de otras nacionalidades que viven en Madrid también están expuestos a ser atraídos por una banda. Jorge Marinas, coordinador del ASPA de Hortaleza, explica que "antiguamente el riesgo de entrar en bandas estaba más focalizado en población latina ya que se unían entre ellos por falta de red": "Ahora sigue habiendo más migrantes que españoles, pero se va revirtiendo. Hay chavales españoles y marroquíes metidos en bandas latinas. Cada vez es más plural porque es un problema de identidades, de falta de expectativas de futuro y de bienestar emocional", subraya este trabajador social de 44 años. "En las bandas hay latinos, españoles, marroquís... de todo", cuenta Raúl. El joven sonríe cuando cuenta que "me conocían los policías varios barrios": "Ahora me dicen: 'menos mal que has cambiado, ibas en el camino de acabar muy mal'. Si no fuese por ASPA, seguramente estaría delinquiendo en una banda, preso o muerto".
Cuando conoce a un joven como Raúl con riesgo de comenzar a ser un miembro oficial de una banda, Jorge resume su trabajo en ASPA como "lograr que vean un camino de vida autónomo lejos de la violencia": "La línea de prevención de la violencia hace hincapié en la cultura de trabajo, las rutinas… tener la guía de su vida va a hacer menos atrayente unirse a una banda, consumir drogas… cualquier cosa que les pueda distorsionar". Jorge explica que "cuando ya han entrado en la banda y se les ha imputado delitos hay otros programas tanto para menores como para mayores de edad": "Nos centramos en la prevención. En ese sentido, los programas de formación y empleo son muy útiles".
Tras poco más de un año en Madrid, Raúl conoció ASPA a través de los servicios sociales y comenzó a formarse en los cursos de unas 80 horas que imparte ASPA. "Hice cursos de catering y de cocina. Trabajé como cocinero en un restaurante. Después de forjador, carretillero y para trabajar en mantenimiento que estoy ahora. He llenado mi currículum". Cuando quiso alejarse del ambiente de las bandas, "comenzaron a amenazarme, llamaban al telefonillo y asustaban a mi madre": "Le decían que me iba a pasar algo. Querían que les dijera con qué banda iba a estar. Les decía que no iba a estar con nadie", recuerda Raúl sin perder su tono de voz sosegado. "Ahora tengo un hijo de un año con mi pareja, trabajo y paseo a mi hijo por las tardes, él vive con mi novia y los padres de ella. En una época tenía a 30 pandilleros esperando en la puerta de casa. Me pegaban duro y se iban. Al final me mudé, ya no vivo con mi madre, dejaron de molestarla y luego se olvidaron de mí".
"En la plaza nos regalaban cerveza y porros si quieres, pero yo no fumo", Alba, 19 años, madre de una niña de 3 años
Marcos, nombre ficticio de un joven madrileño, está "trabajando en un restaurante desde hace cinco meses gracias a ASPA": "Antes de conocerles no hacía nada. Estaba todo el día tomando cervezas en la plaza y en las terrazas con mis colegas. Me metía en problemas porque estaba todo el día en la calle". Tras aprobar la E.S.O., Marcos dejó un módulo de electricidad. "No me gustaba. Al salirme no sabía qué hacer con mi vida. Me recomendaron ASPA y me hicieron ver la luz. Me formé para ser camarero y ahora trabajo en un restaurante", explica Marcos recordando con voz tranquila una etapa muy diferente de su vida. "También hice un curso de socorrista de piscina. Me costó aprobar porque no aguantaba la respiración. Me apunté a natación y lo saqué. Trabajé el verano pasado de socorrista y este verano quiero repetir", explica Marcos sobre un futuro al que ahora mira "con la tranquilidad de saber que voy a poder valerme por mi mismo".
Alba, el nombre ficticio de una joven de 19 años del barrio madrileño de Simancas, "no quería estudiar": "En lugar de ir a clase, desde los 13 años me bajaba a la plaza de mi barrio y me juntaba con la gente y estaban allí los chavales de las bandas. Al principio, te regalan cerveza. También te invitan a porros si quieres, pero yo no fumo marihuana". Tras dar a luz a su hija hace tres años, Alba se dio cuenta de que "estaba tirando mi vida a la basura": "Al verla la cara, te das cuenta que alguien tiene que cuidar a esa niña. Me alejé de de la fiesta, de ese mundo, de amigos míos pandilleros... y aquí me ayudaron mucho. Me formé en un curso de dos semanas y empecé a trabajar de camarera. Ahora estoy haciendo un curso de competencias digitales porque la hostelería no es lo mío. Muchos gritos", cuenta Alba riendo en el ASPA de Hortaleza. "Me gusta cuidar niños y ancianos, eso también lo he descubierto por venir aquí", revela esta joven madre de 19 años. Aroa, técnica de ASPA, explica que "la clave es la cercanía y diseñar un plan individualizado para que desarrollen su vida laboral". La policía advierte del creciente número de mujeres en bandas latinas, cuyas funciones principales son esconder armas, drogas y espiar a bandas rivales. "De los 70 jóvenes de ASPA en riesgo de entrar en bandas, por primera vez hay más mujeres que hombres: el 52%", explica Eduardo Calero, coordinador de los siete centros de ASPA en la ciudad de Madrid.
"Las bandas me paraban constantemente. O les obedeces o te llevas un machetazo"
Miguel, nombre ficticio de un colombiano de 20 años, le paraban «muchísimo» los pandilleros en su barrio "por ser latino y mi forma de vestir": "Te preguntan de qué banda eres. Les decía que con ninguna. Te obligan a hacer el gesto de su banda rival hacia bajo, como señal de falta de respeto, o te dan una paliza o un machetazo", cuenta con lástima sobre su día a día antes de conocer ASPA. "Te hacen un vídeo y lo suben a las redes para humillarte. Faltas el respeto a la otra banda y vas a tener problemas". Miguel está "feliz de trabajar en un restaurante de jueves a domingo": "Así no salgo y no tengo problemas". Los 70 jóvenes con los que trabaja ASPA se unen a las 566 personas que el Ayuntamiento de Madrid detectó en riesgo de entrar en bandas juveniles, 169 de ellas están en un "proceso de acompañamiento activo" del programa de prevención de violencias urbanas lanzado en febrero de 2022. Raúl recomienda a los jóvenes "cabeza y trabajo para construir un futuro": "Hay chavales que piensan que estar en bandas es guay, que te miran las chicas, tienes dinero... pero son todo problemas".
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