Teatro
Antonio Molero imparte ‘Una terapia integral’
El actor protagoniza una comedia que reflexiona sobre los aspectos en los que se apoya espiritualmente la sociedad
Con la cercanía de la Navidad, llega la paradoja de que diciembre es el agosto de los teatros, que se llenan de propuestas y novedades para los que muchos consideran los días más entrañables del año. Una de ellas tiene lugar en un taller de panadería, pero se puede disfrutar en el Teatro Fígaro (Calle del Dr. Cortezo, 5) hasta el próximo 15 de enero.
Se llama Una terapia integral y aúna comedia, espiritualidad y reflexión. En ella, Toni Roca (Antonio Molero) hace las veces de coach para, mientras imparte las clases de panadería, detectar qué sobra en las vidas de sus alumnos para autorrealizarse y ayudarles a deshacerse de ello.
Este original método lleva diez años de éxito en los que arrasa y son muy pocos los privilegiados que consiguen hacerse con una plaza para conocer las dotes del gurú bajo la premisa “para hacer un buen pan, no hace falta la mejor harina o la levadura más fresca, para hacer un buen pan solo es necesario estar bien con uno mismo”.
En la obra, una corteza poco crujiente puede ser sinónimo de problemas laborales, una miga demasiado densa seguramente es indicativo de una crisis de pareja y un pan soso solo puede ser el resultado de una vida sexual insatisfactoria. Ideada y dirigida por Cristina Clemente y Marc Angelet, esta historia cuenta también con Marta Poveda (Mercado central), Esther Ortega (La vergüenza) y César Camino (Agitación +IVA) en su elenco.
Hablamos con Antonio Molero (Ajofrín, 1968), que inició su carrera como actor en el teatro, participando en numerosos montajes como Extraños, Don Juan Tenorio y Corre de Francisco Ortuño. Entre 1995 y 1999, participa en la archiconocida ficción Médico de familia, que catapulta su popularidad y, entre otros muchos trabajos, entre 2003 y 2009 protagonizó la serie Los Serrano, obteniendo un nuevo éxito en su carrera televisiva de la mano del campechano Fiti.
¿Qué diferencia a Una terapia integral?
Se ve simplemente por la escenografía, que se aleja de lo convencional. No es un salón ni una cocina, que son los sitios donde convencionalmente se hace comedia. El inicio crea muchas expectativas en el público, pues se ve a los tres personajes esperando a que empiece el curso, aunque poco después se va viendo que hay mucho más que eso, más misterio. El profesor, que soy yo, tarda en aparecer y los alumnos empiezan a impacientarse, pues es un curso muy elitista, han pagado una pasta y son los tres elegidos. Después aparezco yo y se ve que lo que parecía un curso para hacer pan es, en realidad, una terapia. Esto resultará familiar a los espectadores, porque tanto la repostería como las terapias alternativas están muy de moda después de la pandemia, que nos hizo replantearnos muchas cosas a nivel existencial y espiritual.
¿Todo el espectáculo tiene lugar en el taller de panadería?
Sí, y además se desarrolla en una misma jornada. Hay como cuatro actos y estos tienen que ver con el proceso de fabricación del pan: mezclar, amasar, reposar y hornear.
La obra expone cómo crecen estas alternativas como ayuda espiritual ante el detrimento de la religión. ¿De dónde viene esa necesidad de creer en algo?
Viene de que somos seres inteligentes que que no paramos de hacernos preguntas y muchas de ellas están siempre en el aire. El proceso de la vida recoge que uno nace y se tiene que morir, y al final en momentos de inseguridad, de alguna inseguridad o ante circunstancias duras, uno necesita algo a lo que agarrarse. La religión está en clara decadencia, hay otro tipo de espiritualidad en auge: siempre andamos buscando algo, intangible.
¿Se ha inspirado en algún gurú real para preparar a Toni Roca?
No, primero porque no es mi manera de trabajar, no me gusta documentarme en otro personaje o en otro actor que haya hecho algo parecido, porque luego tengo la la necesidad imperiosa de imitarlo y al final sale una especie de híbrido entre lo mío y lo del otro que no me gusta. Así que opto por hacerlo sin referentes, pues creo que el resultado es más auténtico, aunque el proceso sea más laborioso.
¿Qué es lo mejor del teatro?
Cuando la obra ya ha cogido forma y empiezas a presentarlo y ver cómo reacciona el público, comentan, se ríen... los días previos son lo peor, siempre hay ciertos nervios e incertidumbre.
A su personaje le basta con palpar las masas de sus alumnos para hacerles un diagnóstico. ¿Qué delataría la masa de Antonio Molero?
Toni Roca asegura que detecta el peso que sobra en tu vida y que tienes que quemar., En la obra, las tres mochilas de los alumnos son el dinero, una relación tóxica y la tercera exceso de responsabilidad, y creo que es lo mismo que me pasa a mí, aunque no es algo que no me deje vivir.
¿Un consejo para los nuevos actores?
Mucha paciencia, porque esto no no es fácil, sobre todo por el problema desde el paro. Muchísima gente quiere dedicarse a esto y, aunque parece que cada vez salen más posibilidades, eso es un espejismo. Es decir, es cierto que hay muchas plataformas y se ruedan muchas series, pero cada vez hay más actores y actrices, entonces es imprescindible tener paciencia, mantenerse ahí y seguir trabajando. No esperar en casa, sino montar cositas de pequeño formato en salas pequeñas para escribir y montárselo por uno mismo... lo peor que puede hacer un aspirante a actor es estar esperando a que le llamen de un «casting». Si llaman, perfecto, pero mejor que te pille haciendo otras cosas.
¿Qué poso le gustaría dejar en el público?
Pues que la gente salga del teatro diciendo «cómo me he reído» y además «qué comedia tan distinta a las demás». Me gustaría que siguieran comentándola en el barrio. Y yo creo que va a ocurrir esto, que esta función no es de las que acaban cuando se cierra el telón, sino que luego hay otro acto. Da pie a una reflexión y eso es maravilloso, porque luego se recomienda mucho más.
✕
Accede a tu cuenta para comentar