En el recuerdo
El Madrid que ya no verá: la Alhambra del Paseo de la Castellana
El Palacio de Anglada, hoy desaparecido y sustituido por hoteles, oficinas y centros comerciales, acogió en su interior un patio árabe que rivalizaba en riqueza y ejecución artística con el de Granada
Su recuerdo permanece en las hemerotecas y en los libros de historia... Y también, por qué no decirlo, en el manual de instrucciones que a más de uno le faltó cuando se dispuso a acabar con el pasado común, en aras a acumular mayor riqueza. Hoy, de lo que fue el palacio de Anglada, solo queda un par de enormes árboles a la puerta de lo que ahora es uno de los hoteles más lujosos de Madrid. En pleno paseo de la Castellana, el edificio de la casa de Anglada fue proyectado por el arquitecto Emilio Rodríguez Ayuso -autor entre otras obras de las Escuelas Aguirre-, y erigido en la década de 1870. Un palacio, como tantos otros de la Castellana que cayó en los años 70 del pasado siglo, bajo la piqueta del desarrollismo.
El palacio fue mandado construir por el empresario y político Juan Anglada. Hombre de posibles, como se diría por entonces... aunque no tantos, pues tuvo que aguardar a que su mujer María Josefa Fernández de Casariego obtuviese su parte de la herencia de su padre, el primer Marqués de Casariego, para que la operación que dio lugar al palacio de Anglada se pusiera en marcha. Una andadura que comenzó con la comprar de un solar en la ribera del pequeño arroyo de la fuente Castellana. Un lugar que había pasado, en pocos años, de ser las afueras de la ciudad a ser parte del ensanche diseñado por el arquitecto Carlos María de Castro. Este solar fue comprado inicialmente por el marqués de Salamanca y, tras varios impagos y cambios de manos, acabó en poder del banco Hipotecario, que fue quien lo vendió a Juan de Anglada.
Cuentan las crónicas de aquel momento que, tanto para el exterior como para el interior, se utilizaron los mejores materiales, el granito, la piedra de Novelda, el ladrillo y el hierro. Además del propio palacio, en las esquinas del solar se construyeron diversos pabellones o edificios auxiliares (cocheras, cuadras, casetas para los guardas, gimnasio, etc.).
El Palacio de Anglada fue levantado alrededor de un gran patio cerrado, al estilo árabe que entonces estaba de moda. Su calidad era tan alta y las escayolas imitando las formas de la Alhambra de Granada tan perfectas, que impresionaba a los visitantes. En torno a él se distribuían las distintas dependencias, dormitorios, comedor, despachos, gabinetes, tocadores… Además, los mejores pintores y escultores participaron en la decoración interior. En la buhardilla se hallaban las habitaciones destinadas a la numerosa servidumbre que solían tener este tipo de personajes y que realmente necesitaba el cuidado de un palacio de tales dimensiones, y tan costoso.
En fin, quizá todo demasiado costoso. Además que, por lo que parece, la herencia de su mujer, en lugar de impulsar a Juan de Anglada en sus negocios, hizo que se dedicara a vivir de las rentas y de su patrimonio, que debió consumir con rapidez, y ya en el año 1890 se conoce que pone el palacio en venta sin haber sido terminado de decorar y habitar.
Para 1895, cuando muere Juan de Anglada, el palacio ya es propiedad del Marqués de Oliva, previo paso por el banco Hipotecario. Es durante este año cuando se realizan varias exposiciones artísticas en el palacio, evento que fue aprovechado por el público para visitar el famoso palacio.
El Marqués de Oliva muere pocos años después y sus herederos venden el edificio al Marqués de Genal, Enrique Crooke y Larios, que le dará su último nombre: palacio de Larios. Durante la primera mitad del siglo XX el palacio seguirá deteriorándose y acaba siendo demolido en pleno desarrollismo, fruto de la especulación urbanística y el desprecio por el estilo ecléctico con que lucía el palacio. La mayoría de sus materiales nobles se perdieron o fueron vendidos a pie de obra.
En su solar se levanta actualmente el hotel Villa Magna, el edificio de los antiguos almacenes Sears, que pasó luego a ser Galerías Preciados y actualmente El Corte Inglés, y el edificio de Torre Serrano que fue anteriormente sede del Banco Hispano Americano.
De lo poco que queda de aquel lucido palacio lo podemos contemplar a pie de calle en el Retiro. No deja de ser curioso que, en el año 1968, la puerta de hierro que daba acceso a los jardines del palacio, fue trasladada al Parque de El Retiro (Puerta de O’Donnell esquina Menéndez Pelayo).
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