Joyería
Las delicadas flores de la Alta Joyería de Dior
Francés y uno de los diseñadores de moda más influyentes del mundo. Único e irrepetible. Christian Dior. Nacido en los primeros días del año 1905 y criado entre los jardines de la casa de sus padres en Granville donde forjaría de inmediato su sensibilidad y pasión por las flores.
En aquel recinto de ensueño agudizaría sus sentidos y la horticultura le serviría de profunda inspiración para sus futuras creaciones llenas de personalidad mientras se iba enamorando aún más de la rosa, su flor fetiche gracias a su madre Madeleine y símbolo de su hogar en Normandía cuyo amor trasladaría a la compañía fundada por él.
Desde el inicio, Christian empapó sus diseños con temas bucólicos cuando en 1947 lanzó su primera colección de costura repleta de rosas. De este modo y aún hoy en día para continuar con el legado su flor preferida se encuentra en todos sus departamentos incluido el de Alta Joyería.
Las joyas son el accesorio indispensable de la mujer Dior: "la joya es un añadido encantador que acentúa la silueta y personaliza el estilo", como decía él. Así, todas ellas son una expresión de savoir-faire y del espíritu couture de la Maison: modernas, elegantes, asimétricas y divertidas. Pero hay una colección en particular que sobresale por encima de las demás y cobra más valor que ninguna otra.
"Las flores son la creación más celestial después de las mujeres", declaró una vez el maestro. Palabras e historia que la Directora Artística de Dior Joyería, Victoire de Castellane no dejaría que se esfumaran creando la serie Rose Dior Bagatelle como particular homenaje.
El nombre de esta familia de joyas proviene de la inmensa rosaleda del parque Bagatelle de París, lugar que inspiró a la diseñadora para dar forma a sus piezas más espectaculares elaboradas en oro blanco de 18 kilates y diamantes.
Rose Dior Bagatelle rehúye de la estética de la rosa en su forma atemporal que suele presentarle sola, en medio de un ramo, en capullo o en flor.
Cada rosa de pétalos engastados de diamantes dibujada por Victoire de Castellane en sus bocetos está fabricada exclusivamente a mano con técnicas de alta joyería en uno de los mejores talleres de París. “Para que el joyero pueda imaginar la pieza de forma más precisa, traduzca en palabras lo que observará en el boceto. De este modo, sabrá si puede aumentar el volumen o si debe prestar atención a la ligereza de la alegría o su lado extremadamente narrativo”, explicaba la directora.
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