El desafío independentista
Puigdemont lincha al Estado mientras se juzga el 9-N
El president interviene en el pleno por sorpresa para lanzar un ataque contra el Gobierno, al que acusa de no haber limpiado el franquismo
Si hace unos días el independentismo se revolvía enfurecidamente contra las palabras del vicesecretario de comunicación del PP, Pablo Casado, por comparar el proceso rupturista con la «xenofobia», ayer al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, no le tembló el pulso para vincular el juicio del 9-N con una falta de «limpieza del franquismo» en el Estado. El líder soberanista cogió a contrapie al Pleno del Parlament al alterar el orden del día para hacer uso de la palabra y lanzar un alegato contra la democracia española con gruesas acusaciones dirigidas al Gobierno, a la justicia y a los medios de comunicación públicos y privados.
Puigdemont se envalentonó y no dejó títere con cabeza. Reprochó las «mentiras» del Gobierno en el atentado del 11-M, la campaña de firmas contra el Estatuto, un PSOE «entregado» al PP, la «manipulación» de los medios y la «impunidad» con el ex ministro Federico Trillo por el «Yak-42». Todo el breve e inesperado discurso del jefe de la Generalitat estuvo compuesto de severas recriminaciones contra el Estado en la misma dirección, y cambió el paso a una oposición que se disponía a azuzar al gobierno catalán con el «caso Vidal».
Pese a ello, todos los partidos, a excepción de la CUP, que se erigió en un inopinado protector a ultranza, aprovecharon la ocasión para arremeter contra el president. La primera en hacerlo fue la líder de C’s, Inés Arrimadas, que parodió a Artur Mas con tono caricaturesco acusándole de «sacar pecho» de desobedecer al Tribunal Constitucional porque «no es competente», y luego excusarse en que la orden no había llegado correctamente y en que fueron los voluntarios. Asimismo, contraargumentó a Puigdemont situando al PDECAT como un partido que trata de «tapar los casos de corrupción» con el 9-N, que «llena las administraciones de enchufados», y que ha eligido a los jueces. «Ustedes durante 35 años han hecho lo mismo que PP y PSOE», espetó Arrimadas.
El líder del PSC, Miquel Iceta, desarmó el tinte político que dio Puigdemont al juicio de Mas, y aseguró que se le juzga por desobdecer al TC y «no por sus ideas». Fue más allá y replicó al presidente de la Generalitat, que había ubicado el juicio por el 9-N como «algo excepcional» en Europa: «No hay precedentes de un juicio así, de acuerdo, pero es que tampoco hay países en los que sus gobiernos desobedezcan a los tribunales». Y tras ello, recordó que al Govern que no apele al diálogo cuando Junts pel Sí votó en contra de una moción del PSC para activar las relaciones bilaterales entre el Estado y la Generalitat.
El líder de Catalunya Sí Que Es Pot, Lluís Rabell, por su parte, se alineó con la CUP al criticar la estrategia de defensa de Mas con la búsqueda de argumentos legales para demostrar su inocencia en vez de asumir que desobedeció, y dejó entrever que Puigdemont estaba instrumentalizando este juicio para obtener réditos electorales.
El madatario del PP, Xavier García Albiol, contrapuso la crítica que hizo a su partido el líder del Govern al reprochar que recogiera firmas contra el Estatut, pero que luego alcanzara un pacto de gobierno. «Si en 2007 éramos tan malos ¿por qué en 2011 llegaron a un acuerdo de gobernabilidad?». También contrarrestó afirmaciones contra la vida privada del Rey y el dinero de los catalanes, recordando el «caso Pujol», que Puigdemont se olvidó de citar.
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