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Los críticos del PSC pierden peso pero amenazan con seguir votando a su aire

La Razón
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Pere Navarro se anotó ayer su mayor victoria a nivel interno en el PSC desde que fue escogido como primer secretario de los socialistas catalanes hace casi dos años. Navarro buscaba un apoyo casi unánime del consejo nacional a la resolución que debía certificar que el PSC se apea de la estrategia soberanista que defienden CiU, ERC, ICV y CUP. El consejo nacional se inició con más de una hora de retraso debido a las negociaciones «in extremis», pero finalmente las conversaciones entra la dirección y los díscolos no surtieron efecto. Los sectores filonacionalistas se resistieron a aceptar la resolución de la cúpula y forzaron la votación (secreta) de su propia presupuesta. El batacazo que obtuvieron fue sonoro, ya que sólo lograron el 13,3 por ciento de los votos de los 309 representantes que acudieron al consejo nacional extraordinario de ayer.

La aplastante victoria de la dirección –que obtuvo 258 de los 309 votos (el 83,5 por ciento)– supone un cambio en la correlación de fuerzas que se ha manifestado en el PSC en los dos últimos años. Cabe recordar que Navarro fue escogido primer secretario por el congreso del PSC con el 73 por ciento de los votos en diciembre de 2011 y que, nueve meses después, fue elegido candidato con prácticamente el mismo porcentaje (en este caso en una votación del consejo nacional de los socialistas catalanes).

Hoy Navarro puede presumir de comandar la nave del PSC con una mayoría interna más amplia. Sin embargo, los críticos se resisten a aceptar el principio de «unidad de acción» que reclama la dirección y, terminada la reunión, amenazaron con volver a romper la disciplina de voto en el Parlament, tal y como hicieron al principio de la legislatura, cuando se abstuvieron en la votación de la declaración de soberanía que Navarro ordenó rechazar.

«Veremos qué propuesta de resolución hay encima de la mesa y en función de eso actuaremos», afirmó Joan Ignasi Elena, líder de la corriente crítica Avancem. En la misma línea se expresó el alcalde de Lleida y líder de la corriente Agrupament Socialista, Àngel Ros, que abogó por tener en cuenta la resolución aprobada por el consejo nacional –que se opone a pedir ahora la competencia para organizar referendos porque no hay posibilidad de acuerdo entre Gobierno y Generalitat–, pero también el programa electoral del PSC.

En otras palabras, los críticos se reservaron su derecho a continuar actuando a su aire, pese la claridad con que fue apoyada la resolución defendida por Navarro. «No queremos caer en el error de llevar al Congreso de los Diputados iniciativas políticas que tan siquiera tienen garantizada su toma de consideración», reza el documento aprobado con el objetivo de desmarcarse de la estrategia de CiU, ERC, ICV y CUP, que planean pedir al Gobierno en el Congreso la competencia para organizar referendos mediante el artículo 150.2 de la Constitución española.

Antes de que el consejo nacional sellara esta resolución, Navarro protagonizó un enérgico discurso ante sus compañeros en el que pidió lealtad. «El debate libre y sincero, la existencia de posiciones diversas, no puede convertirse en un ruido permanente que llegue a desfigurar el proyecto colectivo. No puede ser que las decisiones del partido y de sus órganos de dirección estén sometidas a una deslegitimación permanente por parte de aquellos que no las comparten, pese a formar parte de los organismos que democráticamente toman», subrayó. Pero lo cierto es que los críticos, hoy por hoy, sólo son leales a sí mismo.