París

La sombra de Picasso

El aniversario del Museo Picasso sirve para rescatar la figura y el enigma dejado por Jaume Sabartés

Visita de Jaume Sabartés al futuro Museo Picasso, en 1962.
Visita de Jaume Sabartés al futuro Museo Picasso, en 1962.larazon

BARCELONA- La semana pasada el Museo Picasso de Barcelona cumplió medio siglo de vida y todo ello gracias al legado dejado por Jaume Sabartés en la ciudad. Pero lo que sigue planeando es la duda de quién era ese personaje que sacrificó toda su carrera para dedicarse a ser la sombra de Picasso durante 50 años de fidelidad, un misterio que sigue sin ser resuelto. Tampoco nos ayuda mucho la escasísima obra literaria dejada por Sabartés, limitada a un libro de recuerdos picassianos descatalogado desde hace lustros. Es un interrogante en el que han intentado entrar biógrafos del artista, como Josep Palau i Fabre, Pierre Daix o John Richardson, pero sin suerte por las pocas pistas dejadas por el hombre que con su colección puso las bases para el museo que celebra su cincuentenario.

Sabartés conoció a Picasso en los años de locura bohemia en la cervecería «Els Quatre Gats» y su imagen comienza a aparecer en los retratos de esa etapa, en los que un jovencísimo Pablo Ruiz trataba de competir con los retratos burgueses al carboncillo que realizaba Ramon Casas. Sabartés vio pronto el talento de ese muchacho al que pronto Barcelona se le quedó pequeña, buscando y consiguiendo el triunfo en París.

El galerista Miquel Alzueta ha tratado de adentrarse en este territorio. Hace unos años pudo localizar una parte del archivo de Sabartés, el que conservó Pilar Solano, posteriormente adquirido por el Museo Picasso de Barcelona. Alzueta está convencido que «Sabartés es una absoluta sombra. Es lo que hemos visto siempre. Sabemos de él por lo que han dicho terceros, los amigos de Picasso o el propio Picasso, pero, por ejemplo, en su libro de recuerdos, "Portraits et souvenirs", no hay suficientes elementos para reconstruir esa vida. Nunca deja impresiones íntimas. Lo que le interesa es ser espejo».

En el museo barcelonés hay algunos elementos, aunque el propio Sabartés no lo puso nada fácil. Buena parte de sus documentos siguen aún no se pueden consultar por una clausula dejada por el secretario del artista: no verán la luz hasta que no haya pasado medio siglo de su muerte, ocurrida en 1968. El mismísimo Picasso se preguntaba qué secretos sabía su amigo y confidente para poner una condición de esas características. Esa transitoria laguna, ¿puede ser subsanada con el archivo Sabartés/Solano, actualmente en estudio y cuyos primeros resultados se conocerán este otoño? Alzueta cree que «no hay grandes revelaciones. Es la documentación propia de un secretario. Encontraremos noticias sobre la obra de Picasso, pero muy pocas sobre Sabartés».

La camadería entre los dos personajes es más que evidente, como queda patente en las dedicatorias que se conservan en el Museo Picasso. El catalán supo tratar al malagueño, una personalidad de trato nada fácil. Una de las compañeras del pintor, Françoise Gilot, fue testigo privilegiado de todo aquello, como plasmó en el polémico libro de memorias «Vida con Picasso», recientemente recuperado por Elba Editorial. En una ocasión, Gilot le preguntó directamente a su pareja por qué trataba de manera tan déspota a Sabartés. La respuesta es muy propia del pensamiento picassiano: «Sólo soy malo con la gente que amo. Con la gente que no me importa, soy amable».

Alzueta tiene una teoría bastante convincente sobre el interés de Sabartés por el artista. «Su vida era Picasso y él sacrifica todo por él. Deja su carrera literaria para ser los ojos de Picasso. A veces eso parecía una relación de amo y siervo, pero también eran dos amigos que se divertían. Él nunca juzgó al pintor, aunque tal vez éste si que juzgaba a Sabartés. Es algo parecido al caso de Gertrude Stein y Alice B. Toklas. La misma Alice también dejó textos en los que hablaba de Gertrude, pero se reservó un papel secundario, apenas unas pistas sobre ella misma».

Queda mucho trabajo para los futuros estudiosos de Picasso. Uno de los deberes más importantes es el de poder escribir una biografía que pueda calificarse como completa de una pieza clave en la vida del artista. Como dice Alzueta, «hay que darse prisa porque aún hay testigos, pero cada vez menos».

Los tesoros reunidos en la biblioteca

Sabartés guardó con los años una importante biblioteca. Una parte fue regalada en 1962 a la ciudad de Málaga, mientras que otra se conserva en Barcelona. En el fondo de la capital catalana, aparecen varios títulos dedicados por el propio Picasso, algunos de ellos con dibujos. Pero también hay algunos homenajes manuscritos de algunas de las personalidades que formaban parte del círculo más íntimo del pintor. Entre ellos destacan Paul Éluard, Tristan Tzara, Joan Miró o Pablo Neruda, algo que avala el papel clave de Sabartés en aquel irrepetible universo picassiano.