Artistas

Carlos Saura: «Empecé en la fotografía con una cámara que le robé a mi padre»

«Mis imágenes de tema rural eran mi reacción al oficialismo del franquismo». «El problema para rodar mi película de picasso es que quieren que la haga en inglés»

Carlos Saura
Carlos Sauralarazon

–Toda la obra que puede verse ahora en Círculo del Arte, en Barcelona, su retrato fotográfico de la España de los 50, no se había podido ver hasta ahora expuesto de manera completa.

–Es la primera vez que se pueden ver, aunque alguna sí se había expuesto anteriormente. Es una selección de las que aparecen en el libro «Carlos Saura fotógrafo. España años 50» que acaba de publicar Steidl.

–¿Cómo recuerda la España de sus orígenes fotográficos?

–La recuerdo muy bien porque tengo buena memoria visual. La reflexión que me hago es que cualquier persona que vea esto se dará cuenta que España ha cambiado de una manera bárbara, brutal. Hasta la cara de las personas, la manera de peinarse, la forma de ser... Es impresionante como ha cambiado este país. A veces creo que los jóvenes no se dan cuenta de eso. Quizá esta exposición les sirva de recordatorio.

–En sus fotografías hay una fascinación por el retrato, por la figura humana.

–Yo iba por ahí con mi cámara y retrataba todo aquello que para mí era interesante para poder hacer un libro en aquel momento, en los años 50. Pero no se hizo nunca porque cambié la fotografía por el cine. Aunque he seguido haciendo fotografía toda mi vida no ha sido ahora, gracias a Hans Meinke que ha conseguido hacer este libro y que nos ha costado dos años y pico de viajes a Alemania. Al final, ahí está.

–¿Es verdad que tuvo su primera cámara a los diez años?

–Empecé a hacer fotos a los ocho o nueve años con una cámara que le robé a mi padre y que luego comprobé que encima desenfocaba. Mi padre era un fotógrafo fatal, pero hizo muchas fotos de la familia que guardo. Soy un enamorado de los álbumes familiares y a veces he comprado alguno fantástico, como uno de una familia sueca que llegó a Estados Unidos y explica toda su historia. Uno de los más maravillosos que he visto era el que que tenía Oona O’Neill, la mujer de Chaplin. Era disparatado y una maravilla.

–¿Su formación fotográfica fue autodidacta?

–Como fotógrafo absolutamente sí. Como cineasta a medias porque estudié en la escuela de cine, pero creo que allí aprendí poco. Luego, como profesor en esa escuela, sí que aprendí más analizando las películas con los alumnos. Ya en 1960 cuando rodé mi primer film, «Los golfos», que se pasó en Cannes, decidí que me iba a dedicar intensamente al cine. Quiero decir que mi evolución es bastante lógica: de la fotografía fija a la fotografía en movimiento pasando al documentalismo al cine de ficción, a contar historias donde hace falta más imaginación y trabajar de otra manera.

–Pero la fotografía siempre ha estado presente en su vida porque viaja a todas partes con una cámara.

–Siempre. Hago fotos de mis películas, de todo lo que veo la verdad. Por eso digo que soy un aficionado. Si fuera un profesional tendría un estudio y me dedicaría a hacer cosas concretas, pero nunca he sentido esa tentación. Me gusta esa fotografía libre, el ir por la calle y si ves algo que te gusta hacer una fotografía. Ahora con las cámaras digitales es una maravilla.

–En la exposición resulta evidente su fascinación por el medio rural.

–Es mi reacción contra el oficialismo, contra el franquismo que presentaba una España idílica, un poco nazi con la Sección Femenina, chicas guapísimas haciendo gimnasia, los de Falange siempre en línea... Es una reacción a la propaganda, con una España diferente y una necesidad de saber que pasaba en el país, algo que me gusta mucho hacer todavía.

–¿Qué hace falta para que se pueda rodar su película sobre «Guernica» y Picasso con Antonio Banderas?

–Creo que ya está el dinero para poder hacer la película, un proyecto que lleva cuatro o cinco años, pero yo ya no me fío nada. Te dicen que sí, que Antonio Banderas quiere, pero... Hace falta la decisión de los directores para una fecha concreta, porque todo lo demás lo tenemos: el guión está comprado y Banderas está de acuerdo. Hay un problema con Gwyneth Paltrow, que interpretaría a Dora Maar, pero está muy ocupada, por lo que no sé si hará el papel. El problema de esta película, que para mí es muy importante, es que los productores ingleses y americanos insisten en que rodemos en inglés y eso me parece una barbaridad, un pequeño disparate. Si fuera otro personajes todavía, pero Picasso es perfecto para una coproducción hispano-francesa. Hablaba un francés macarrónico y eso me gusta mucho porque sería maravilloso que Banderas, malagueño y con ese acento tan bonito, lo haría muy bien. Pero la presión de Inglaterra y Estados Unidos es muy fuerte y tendré que ceder.

–¿Qué visión quiere dar de Pablo Picasso?

–Es que la historia es preciosa. La película empieza en el momento en el que el gobierno republicano le encarga una obra para el pabellón español de 1937, en París. Allí va un grupo de gente maravillosa formado por Aub, Bergamín y Larrea para convencerlo. Picasso se deja convencer, pero no del todo porque nunca ha hecho un cuadro del tamaño que le piden, 18 por 4 metros, una barbaridad. Así que durante meses está con dudas. Además tiene problemas de amoríos con su amante francesa que tiene una niña, está su mujer de verdad y está Dora Maar. Es un momento que produce poco y quiere también quedar bien con España, pero no sabe cómo.

Buenos augurios en la ciudad de Picasso

Nadie diría que Carlos Saura tiene 84 años porque sus ganas de seguir creando son propias de alguien más joven. El cineasta aseguraba ayer que estos días en Barcelona «estoy en un hotel que se llama Picasso, en la zona de Picasso en Barcelona... Todos son buenos augurios, ¿verdad? Son buenas señales». Mientras el proyecto se materializa, en Madrid le esperan las mezclas de sonido de su nueva película musical, «La jota».