Elba
Bernard Berenson, un paseo por una vida dedicada al estudio del arte
Elba publica “Apuntes para un autorretrato” y “Ver y saber”, dos títulos fundamentales para conocer a quien fue uno de los principales historiadores del Renacimiento
Elba publica “Apuntes para un autorretrato” y “Ver y saber”, dos títulos fundamentales para conocer a quien fue uno de los principales historiadores del Renacimiento
Recuperar la voz de algunos de los grandes nombres de la historiografía del arte sigue siendo uno de los hitos de Elba. Esta editorial, en la que hemos podido leer a Kenneth Clark, James Lord o E. H. Gombrich, ha tenido el buen criterio de dar de nuevo voz a Bernard Berenson, un nombre imprescindible para el estudio de los grandes autores del Renacimiento. Lo que podemos leer son unas deliciosas memorias tituladas con modestia «Apuntes para un autorretrato». En el mismo sello también podemos encontrar ahora, del mismo autor, un pequeño gran ensayo que llega con prólogo del recientemente desaparecido Francisco Calvo Serraller.
Berenson comenzó a redactar estas memorias en su vejez, mientras Europa caía herida por las bombas de la Segunda Guerra Mundial. Fue en ese momento cuando el anciano empezó a trabajar en su libro en una de las salas de su villa de I Tatti, en las afueras de Florencia, hoy convertida en un prestigioso centro de la Universidad de Harvard dedicado al estudio del Renacimiento. Lo hace con seguridad, como quien se enfrenta, como él mismo dice, a su reflejo en el espejo. «No estoy seguro de cuál de mis muchos yos en distintas etapas de mi vida me representaría más fielmente. No puedo sino ofrecer algunos atisbos fragmentarios de mi yo o mis yos actuales, de aquellos atisbos que en los últimos años me vinieron a la cabeza de forma más recurrente», apunta Berenson.
Pero este libro no son unas memorias a la antigua usanza, desde la infancia de su autor y hasta el momento en que redacta las páginas que leemos. No. Es una reflexión sobre muchas cosas, sobre todo del paso del tiempo, del nuestros recuerdos porque, como él mismo dice, «la memoria es curiosa, imponderable, inexplicable, como lo son todas las realidades. ¿Qué es? ¿Es un hilo? No, es más bien un riachuelo nervioso que transmite al presente lo que queda de una experiencia vital en alguna parte del pasado».
También contiene esta autobiografía algunos elementos para entender mejor lo que supuso la renovación que Berenson aplicó al estudio del Renacimiento. Su bibliografía sigue siendo hoy imprescindible, aunque su obra no tenga una fuerte presencia actualmente en las librerías de nuestro país, salvo por los títulos rescatados por Elba. En este sentido, hoy es muy difícil poder encontrar un ejemplar de su clásico «Dibujos de los pintores florentinos». Berenson sabía que estaba haciendo algo nuevo en el estudio de la historia del arte. «Ese libro, hasta donde yo sé, fue el inicio de una manera bastante o completamente nueva de enfocar el estudio de los dibujos de un artista, con independencia de su valor intrínseco como creaciones, gracias a la cual se les empezó a dar mayor importancia de la que habían tenido hasta entonces», añade en «Apuntes para un autorretrato».
La edición de Elba incluye también un prólogo del crítico de arte de J. F. Yvars con algunos materiales de interés para comprender a Bernard Berenson y sus circunstancias, sobre todo, su afilada mirada.
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