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Moda

La segunda muerte de Audrey Hepburn

La modelo y actriz ha muerto de nuevo. Mortaja negra, collar de perlas, morir como hay que vivir. Y viceversa

Este icónico vestido negro lo llevó Audrey Hepburn en «Desayuno con diamantes» (1961) larazon

La modelo y actriz ha muerto de nuevo. Mortaja negra, collar de perlas, morir como hay que vivir. Y viceversa.

Givenchy vistió a Audrey Hepburn de negro por su propia muerte. Los genios suelen anticiparse sin que se den cuenta. Luego, una vez que el tiempo pasa, desciframos una creatividad que nos llega como la luz de las estrellas, cuando ya están difuntas. No es que Givenchy dejara de gozar de reconocimiento en vida, pero es ahora cuando, al contrario que en el cuento, nos despierta el pinchazo de una aguja. No tenía línea directa con el Altísimo como Balenciaga, ni sufría como hacen sólo los hombres que merecen la pena, he ahí a Yves Saint-Laurent, pero era imposible olvidar la entrada en escena de uno de sus modelos. Truman Capote tendría una frase oportuna para ese instante. Nada marca más la personalidad de un hombre, de una mujer o de una ameba que la mística que le une a su indumentaria, y Givenchy era ya de los últimos que todavía creía en esa religión. Hoy la ropa se consume de la misma manera que la comida basura. Lo llaman democratización y seguro que está bien, pero es otra cosa. Para los cinéfilos, «Desayuno con diamantes» no tiene sentido sin ese vestido con el que la protagonista ahuyenta sus miedos porque el lujo de tantas horas de costura le servía de escudo ante su propia mediocridad. Hoy la alfombra roja está sobrevalorada, y en aras de una supuesta igualdad las actrices se descalzan y mandan al garete sus tacones. En los años cincuenta del pasado siglo sin embargo existía una liturgia por la que a su paso solo cabía rezar de espaldas y desear ser Gregory Peck o Marcello Mastroianni para adorar lo que luego se llamó la gran belleza. Audrey Hepburn ha muerto de nuevo. Mortaja negra, collar de perlas, morir como hay que vivir. Y viceversa. Givenchy ya dictó antes de su propio óbito, el de la elegancia. Pensamos que los conceptos son eternos como si fuéramos dioses. Pero todo se acaba. En el caso de Audrey Hepburn hasta por dos veces. Por si no nos habíamos enterado.