Zaragoza
Pantoja: cambio cárcel por pulsera telemática
Su entorno descarta que pueda conseguir a tiempo el dinero de la multa, por lo que desde hace semanas la tonadillera busca la concesión de un tercer grado y su control por un dispositivo remoto, pero no se libraría de cumplir parte de la condena
La cuenta atrás ha comenzado para la tonadillera que vivió y bebió del amor junto a Julián Muñoz. Isabel Pantoja está atravesando su particular vía crucis: al horizonte penitenciario se le han sumado desgradables noticias sobre la complicada situación sentimental de sus hijos. Cansada, consumida, con insomnio, sin apetito, sin fuelle ni gasolina para seguir luchando, contempla cómo el tiempo corre en su contra y las puertas de Alhurín de la Torre se abren para acogerla. El jueves recibía en los juzgados de Alcobendas la notificación del plazo de diez días que la Audiencia Provincial de Málaga le ha dado para que «proceda al cumplimiento voluntario» de la pena de dos años de prisión impuesta por un delito de blanqueo de capitales y, según confirman fuentes penitenciarias a LA RAZÓN, el protocolo para su posible recepción ya se ha activado.
Sus íntimos amigos hablan de una Isabel hundida en la depresión y destruida por la cadena de acontecimientos en los que ha desembocado su vida. Está ansiosa por reunir el dinero de la multa a tiempo –tiene que abonar 1.147.148,96 euros– porque siente auténtico pánico a la idea de convertirse en rea. Además, si no pagase la sanción, la pena de cárcel aumentaría seis meses. El centro penitenciario de Alhaurín de la Torre es el que le corresponde para el cumplimiento de su condena, pero la cantante tiene la libertad de ingresar en cualquier otro del territorio nacional, algo que estaría barajando para evitar coincidir con Maite Zaldívar y otros condenados por el caso de blanqueo. Asimismo, la tonadillera lleva meses rebuscando en el nuevo Código Penal posibles acuerdos para evitar pasar a la sombra ni un solo día. Contando con no poder satisfacer la cantidad que el juez le reclama en concepto de multa, ha llegado incluso a interesarse por la posibilidad de no ingresar en prisión y llevar en su lugar una pulsera telemática como muchos condenados. Se trata de un dispositivo que se coloca en el tobillo y que vestida apenas se notaría, pero tendría serios problemas para cumplir el horario que tendría que permanecer en su casa a modo de arresto domiciliario. La pulsera permite salir de casa a partir de las 8 de la mañana siempre dentro de la ciudad o pueblo donde resida y para abandonarla debería pedir un permiso especial y estar de regreso a las 23:00 horas. Si se retrasa o no pernocta en su casa saltan las alarmas y pierde automáticamente su régimen abierto. A Isabel Pantoja hubo que explicarle que para optar a la pulsera telemática tendría que estar clasificada como presa de tercer grado y, para ello, habría que cumplir al menos un cuarto de la pena a la que ha sido condenada. Su afán durante el último mes no ha sido otro que ser identificada como una rea de esta tipología. Se le ha explicado por activa y por pasiva que antes tendría que ingresar voluntariamente en un centro penitenciario y que el proceso para su clasificación no durará menos de tres o cuatro meses. Me aseguran fuentes penitenciarias que llegó a preguntar: «¿Y si pago parte de la multa me puedo beneficiar de ese gesto de buena voluntad y me dejarían salir a trabajar para pagar el resto?». Pacientemente le explicaron a la cantante que, aunque esté clasificada en tercer grado, cada noche tendría que ir a dormir al centro penitenciario y permanecer de 23:00 a 8:00 horas en su celda. De todos modos, el juez y la Fiscalía de Vigilancia Penitenciaria en el caso de Isabel Pantoja descartan otorgarle el tercer grado directo por miedo a la alarma social que despertaría que se beneficie de esa manera a una persona que ni reconoce haber cometido un delito, ni se retracta de los hechos por los que ha sido condenada y que ni siquiera padece una enfermedad grave.
Incompatibilidad de horarios
Los abogados sólo le pueden conseguir un pacto con el juez y la Fiscalía en el que, una vez pueda pisar la calle como presa de esta categoría, se comprometa a trabajar para pagar el resto de la deuda. Haciendo galas, conciertos –ayer actuaba en Zaragoza y tiene otros tres programados antes de diciembre–, rodando películas o concediendo entrevistas a medios de comunicación de Prensa escrita y televisión y pagar un porcentaje que puede rondar entre el 20 y el 40% de lo que facture para ir resolviendo la deuda contraída por el impago de la multa. Su gran preocupación tras tan apetecible pacto estribaría en los horarios. Pantoja se preguntaría cómo puede hacer para cumplir con sus compromisos profesionales y regirse a los estrictos tiempos de la cárcel: ¿Adelanta los conciertos para llegar a tiempo o su internamiento o podría recurrir a algún dispositivo telemático? Le quedan sólo dos opciones: la primera pagar el 100% de la multa para evitar su ingreso y, la segunda, abonar una cantidad a cuenta, cumplir un cuarto de la condena, destacar por su buen comportamiento, ser clasificada en tercer grado y completar con éxito los 6 primeros de libertad condicional para así optar a la pulsera telemática que le permita subirse a los escenarios de media España. Ardua tarea.
El doctor José Cabrera, psiquiatra forense, habla para este periódico y hace una radiografía del estado psíquico en el que se puede encontrar a día de hoy Isabel Pantoja ante su inminente ingreso en prisión. La describe como una persona soberbia y orgullosa, altiva y distante en sus relaciones y actuaciones públicas. Basándose en sus últimas apariciones y en imágenes publicadas destaca que «su estado físico está muy deteriorado. Tiene grandes ojeras, ha perdido mucho peso y se la ve muy hundida y en unas pésimas condiciones físicas y psíquicas para entrar en la cárcel», asegura. Las condiciones son duras y el régimen interno la obligaría a estar en las mismas condiciones que las otras presas. Por ejemplo, tendría que hacerse con una tarjeta prepago de teléfono para poder hacer una llamada diaria que no podría exceder los cinco minutos de duración. Hay grandes colas y casi nadie renuncia a ese íntimo momento que te devuelve parte de la libertad perdida, aunque algunos pueden incluso vender sus llamadas. «Por suerte no tiene un perfil de suicida, aunque sí se aprecia algo de anorexia y depresión que se pueden acrecentar con el ingreso penitenciario», explica el doctor. Para Cabrera, la artista debe de arrastrar un cuadro serio de ansiedad, «tiene demasiados frentes abiertos, tanto a nivel familiar con sus hijos como a nivel judicial, que le hacen ser vulnerable como persona». Además, al no ser una delincuente habitual «Isabel Pantoja no se había imaginado lo que le está tocando vivir ni en el peor de sus sueños». La adaptación no sería fácil y los primeros días pasaría grandes dificultades. «Tendrá que comerse su orgullo» y «le va a afectar más la perdida de estatus social que la privación de libertad. Para ella va ser una cura de humildad brutal», explica. Lo normal es que intente evitar ese mal trago y hacer un ingreso en prisión discreto. En su posible primera semana como interna, el doctor asegura que «va a sufrir un hundimiento de autoestima total que irá superando. En la segunda, tocará fondo y tendrá que hacer un esfuerzo por remontar y asumir su internamiento, por lo que ser poco flexible no le va a ayudar». Tiempos difíciles para la tonadillera, cuya única salvación para evitar la cárcel es hacer frente a la totalidad de la multa. Sin embargo, tanto la artista como su entorno dan por perdida la batalla de recaudación entre los pocos amigos que le quedan y sus Club de Fans. La pesadilla de Pantoja está a punto de convertirse en un auténtico infierno.
Su madre, la gran preocupación
Uno de los puntos por los que más se ha interesado Isabel Pantoja es por la posibilidad de poder estar junto a su madre en caso de que ésta enferme gravemente durante su estancia en la cárcel. No le recomiendan recibir visitas ni tener bis a bis con doña Ana, ya que podría ser perjudicial para la salud de ambas. Se le ha explicado que puede, en caso de ser necesario, disfrutar de permisos extraordinarios de pocas horas de duración por razones humanitarias: enfermedad grave y fallecimientos de familiares directos. Podría disfrutar de los mismos derechos que el resto de las internas, «si quiere integrarse rápido está en su mano y en su capacidad de superar la privación de libertad», apunta un funcionario de prisiones. Están empeñados en que se cumpla el código a rajatabla debido a las filtraciones que en su momento hubo sobre el trato de favor que la tonadillera habría recibido durante su detención en su casa de La Pera en Marbella. No se permitirán ni un fallo más.
El detalle
Como una presa más
Se seguirán los protocolos habituales. Pantoja estaría acompañada de una presa de confianza y si todo va bien compartiría una celda con ella y el resto de los delincuentes. Podría acceder a diferentes actividades lúdicas y formativas durante su ingreso, pero para optar a un trabajo remunerado (dando clases de baile, por ejemplo) existe una amplia lista de espera y tienen preferencia las internas que cumplen largas condenas.
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