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Leandro de Borbón, el último secreto de Sara Montiel
El hijo de Alfonso XIII pidió al autor de este libro póstumo que no publicara la relación que mantuvo con la artista hasta que ella falleciera.
El hijo de Alfonso XIII pidió al autor de este libro póstumo que no publicara la relación que mantuvo con la artista hasta que ella falleciera.
Sara Montiel supo ocultar los entresijos de sus amores, desconocidos para el gran público, hasta el final de sus días. Hay episodios de su trayectoria sentimental y de su personalidad que permanecen inéditos y de los que apenas se tiene constancia. Un libro escrito por Víctor Fuentes-Calvo, que se pondrá a la venta en septiembre, «Sara Montiel, secreto a secreto. Mi vida al descubierto» (Editorial Entrelíneas), destapa anécdotas asombrosas que la actriz manchega mantuvo ocultas. Con prólogo del recientemente fallecido Leandro de Borbón, también ha colaborado con el autor el vidente Octavio Aceves, quien fue gran amigo de la diva.
El autor asegura a LA RAZÓN que «el secreto mejor guardado de Sara fue su apasionado romance con don Leandro de Borbón. Él mismo me lo contó, me dijo que tuvieron un romance en toda regla, en un momento de sus vidas en el que ambos tenían pareja oficial, y me pidió que no lo hiciese público hasta que ella falleciera. Y que tratara el asunto de una manera muy sutil, porque no quería hacer daño a nadie. Don Leandro lloró muchísimo tras la muerte de Sara. Eran amigos de toda la vida... Su relación estuvo marcada por una gran actividad sexual. Se entendían perfectamente».
Aceves lo corrobora: «Aquel romance secreto duró año y medio. Y todo se acabó por respeto a Conchita, la viuda de don Leandro, y al italiano Giancarlo Viola, pareja de Sara. Cuando el «affaire» se filtró se separaron de común acuerdo. Y quedaron como grandes amigos. Aquella relación se inició en la sala de espera de mi consulta, cuando los dos esperaban a que les echara las cartas. Y fue un romance apasionadísimo. Ambos tenían muchas cosas en común».
El biógrafo conoció muy bien a los dos personajes. Asegura que tuvo un contacto «muy estrecho con don Leandro en los últimos años de su vida. Acudía a diario a visitarle, jugábamos a las cartas y tengo grabadas más de diez horas de entrevista con él. Era un hombre extraordinario. Tengo confesiones muy fuertes que algún día sacaré a la luz».
–¿Sara sabía que se estaba preparando esta biografía?
–Sí. Le pareció bien y me animó a que la escribiera. No quería ser olvidada cuando muriera... Trabamos una buena amistad desde el día en que le llevé a su casa un ramo de flores.
–¿Qué otros «affaires» recoge en el libro?
–Por ejemplo, se habla de la relación que mantuvieron Sara y Severo Ochoa, que salió a la luz por una indiscreción, o del idilio con Ernest Hemingway. El escritor y la actriz eran «fuego» en la práctica sexual. Sara dijo que éste era muy fogoso en la cama, un hombre «violento» y muy activo. También se acostó con Fulgencio Batista, militar, político y dictador cubano que murió en 1973. Con él le fue infiel a Anthony Mann. También estuvo con el actor francés Maurice Ronet y con Ramón Mercader, el anarquista que mató a Trostsky en México... Ella conseguía a quien quería. Una de las frases favoritas de Sara Montiel al romper con un hombre era: «Olvidarte no lo haré, quererte mucho tampoco, si tú te vas, viene otro».
–¿Quién fue el hombre de su vida?
–Sin lugar a dudas, Pepe Tous. El que más la estabilizó. Llegaron a un entendimiento maravilloso. Fue un amor sin límites.
–Los devaneos de la actriz en la política fluctuaron entre dos aguas...
–Se definía como socialdemócrata, pero recordemos que cantó ante Franco, flirteó con el PP y fue fiel seguidora del socialista José Bono. Un galimatías. Según le convenía estaba con unos o con otros.
–¿Fue una mujer muy activa sexualmente?
–Le gustaba decir que con el paso de los años todavía aprendía cosas en el terreno sexual. Pero sí, era muy activa. Disfrutaba al cien por cien en el sexo. No se cortaba nada.
–¿Qué sentido tuvo su boda con el cubano Tony Hernández?
–Fue estrepitosa, inesperada y absurda, un montaje que le vino muy bien a los dos por temas de promoción. La boda se pactó para ganar dinero. Los que conocemos bien a Sara nunca entendimos aquello como una unión basada en los sentimientos.
–De la relación de Sara con sus dos hijos adoptivos, Thais y Zeus, se ha dicho de todo... tanto bueno como malo...
–La relación de Sara con ellos, sobre todo, en los últimos años de su vida, no fue buena. Una persona cercana a la actriz me contó que uno de sus hijos llegó a arrojar a su madre un cenicero y le rompió las gafas. Es un hecho que me han confirmado varias fuentes. En una entrevista que la actriz grabó para que se emitiera por televisión después de su muerte, afirmaba que le daba mucha pena que sus hijos no la hubieran querido como ella quiso a sus padres. Sufrió mucho en su papel de madre, pero quiso ocultar aquellos desencuentros, y, no por ellos, dejó de ayudar a Thais y a Zeus siempre. Incluso apareció en un videoclip de lanzamiento de su hijo como cantante. Yo lo vi, y me dio mucha pena ver cómo uno de los bailarines agarraba la mano de Sara y se la pasaba por sus partes nobles. Me pareció vergonzoso.
Octavio Aceves añade, sobre los hijos de Sara, que «al crecer, los niños se comportaron de una manera fría y distante con Sara. Discutían con frecuencia. Yo viví alguna situación muy desagradable entre las dos partes. Un día tuve que frenar a Thais, porque la cosa estuvo a punto de llegar a mayores... Se aprovechaban de ella».
Sobre el testamento de Montiel, el autor deja claro que «los hijos recibieron la herencia materna al cincuenta por ciento. Había pisos, joyas, objetos personales... y buena parte de aquel legado se está vendiendo ahora en la joyería madrileña Molina Cuevas. Yo mismo he comprado varias piezas, entre ellas un reloj. Están a la venta algunos de sus mejores cuadros, estatuas, lámparas, bisutería... Y me han asegurado que están teniendo muy buena acogida porque Sara tuvo muchísimos fans que ahora quieren conservar sus recuerdos. Con respecto a su casa, ella quiso dar en vida el precio, 3 millones de euros, porque creía que sus hijos no serían capaces de tasarla a su precio real».
–¿Dejó dinero en efectivo?
–Había poco en sus cuentas, todo lo tenía invertido en antigüedades y pisos. «Era una mujer muy sencilla, cariñosa, muy amiga de sus amigos, sensible... Cuando salía era esplendorosa, y en su casa, si esperaba visitas, se echaba en la cara una especie de purpurina, para que le brillara el rostro. Me decía que quería ser estrella en todos los momentos de su vida. Dos días antes de su fallecimiento, estuvimos hablando y nada hacía presagiar que iba a irse tan inesperadamente. De hecho, me ha contado Octavio que Sara cenó con Ramiro Oliveros y Concha Márquez Piquer, horas antes de su muerte», confiesa Fuentes.
En sus momentos más íntimos junto a sus amigos, descubre Acebes que «le gustaba sentarse en el suelo de su salón, hablar con nosotros de todo y de todos, mientras tomábamos una copa de champán. Todos los meses nos reuníamos en su ático, eran unas veladas muy reconfortantes, lo pasábamos muy bien».
Mucho se ha hablado también de sus hijos secretos. También de un bebé que nació muerto. Sobre este trágico episodio, Fuentes-Calvo afirma que «Sara se quedó embarazada. Pero el bebé nació muerto. Hay quien piensa que aquella niña vino al mundo y los médicos engañaron a la madre diciéndole que había fallecido. Parece ser que Sara tuvo algún aborto que escondió. En esos periodos de embarazo se mostraba en público con vestidos amplios que ocultaban su estado».
Título: "Sara Montiel, secreto a secreto. Mi vida al descubierto".
Autor: Víctor Fuentes
Editorial: Entrelíneas
Páginas: 240
Precio: 23 euros
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