Automovilismo
Fitipaldi no tiene para gasolina
El hombre cuyo nombre quedó para la historia como sinónimo de velocidad se ha quedado en punto muerto: sin coches y sin dinero. La Justicia brasileña le ha confiscado inmuebles, trofeos y dos de los coches con los que conquistó dos Mundiales y las 500 Millas de Indianápolis. Incluso, a las denuncias por impagos se suma la de un gasolinero, al que adeudaría más de 14.000 euros
El hombre cuyo nombre quedó para la historia como sinónimo de velocidad se ha quedado en punto muerto: sin coches y sin dinero
En la Fórmula-1 son realmente pocos los pilotos que ganan el suficiente dinero para retirarse y vivir la vida de las rentas. Y mucho menos en una época en la que no se movían las ingentes cantidades de ahora. Michael Schumacher, a finales de los 90, representó un paso adelante en este sentido porque sus contratos contenían cifras mareantes para lo que solía estilarse. Fue la irrupción de su representante, Willy Weber, en el mundo de la Fórmula 1, un manager al que se le conocía como «Mr. 20%» por las altas comisiones que se llevaba. Lo hizo tan bien que durante varios años se convirtió en el agente de otros deportistas que poco o nada tienen que ver con la Fórmula 1. Pero antes sólo unos pocos podían presumir de haber ganado todo el dinero del mundo. Y uno de ellos, sin duda, fue el brasileño Emerson Fittipaldi. Su popularidad fue tan elevada que su apellido se convirtió, sin quererlo, en sinónimo de velocidad. Sus orígenes son italianos y fue uno de los culpables de la gran afición a la F-1 que tuvo el Beatle George Harrison, del que fue íntimo amigo. Brilló en la década de los 70 por ser un piloto agresivo y muy visceral que ganó dos títulos del mundo en la F-1 y otros dos en una de las carreras más especiales de este deporte: las 500 millas de Indianápolis. Su nombre siempre se ha ligado a los más puristas seguidores de la categoría reina y fue y es considerado toda una leyenda del automovilismo.
Sin embargo, su nombre ha regresado a la actualidad por algo que poco o nada tiene que ver con sus triunfos y su historia. La Hacienda Pública de Brasil le ha embargado bienes muy valiosos para saldar las deudas que «Emmo», como se le conoce popularmente, ha contraído a lo largo de estos años atrás. Y es que el Gobierno le ha «desposeído» de uno de los monoplazas con los que ganó su primer campeonato y se rumorea que también ha requisado el coche con el que conquistó América. En concreto, el Fittipaldi FD-04 con el que corrió las temporadas de 1976 y 1977 de F-1 y el Penske número 20 con el que se consagró en Indianápolis y levantó el título de F Indy en 1989. Incluso, entre las más de 60 denuncias por impagos, figura la del dueño de una estación de servicio, al que adeudaría más de 14.000 euros.
Con sus logros, y con los de Pelé, todo un país como Brasil soñó y se olvidó en numerosas ocasiones de los no pocos problemas que tienen sus ciudadanos. El propio Fittipaldi ha salido a la palestra para defender su honorabilidad y ha afirmado que tiene el suficiente patrimonio para equilibrar las cuentas con el Estado. Los coches serán subastados y, desde luego, no le falta razón, con dos de esas piezas podría arreglar el asunto. En una puja mundial el coche del bicampeón podría alcanzar sumas de hasta 3 millones de euros. En total, la deuda está cifrada en 6,5 millones de euros (7.400.000 dólares). «Los coches de competición y los trofeos conquistados por el bicampeón de Fórmula 1 y de las 500 millas de Indianápolis pertenecen a un museo dedicado a todos los brasileños que aman el automovilismo y, una vez que la cuestión esté resuelta, volverán a su lugar de origen», añadió en el expiloto en una nota. Es habitual que los pilotos que consiguen el título adquieran o tomen la propiedad del monoplaza con el que logran el triunfo. Antes era una cuestión de cortesía por parte de las escuderías y en la actualidad incluso los contratos (algunos con más de 300 páginas) reflejan esta condición para llegar a un acuerdo definitivo. Fernando Alonso recibió por parte de Renault uno de los chasis con los que conquistó su primera corona y más tarde él mismo adquirió varios chasis de Ferrari y McLaren, sus otros equipos.
En el caso de Fittipaldi, la situación poco o nada tiene que ver con su actividad de piloto, ya que uno de los negocios que se ha ido a pique es el de la distribución de fruta (naranjas, sobre todo), algo que Fittipaldi achaca a la grave situación económica y política que atraviesa actualmente su país.
A sus 69 años puede presumir de haber militado en equipos como Lotus y McLaren y poco después creó su propia escudería con su hermano Wilson. Se llamaba Copersucar y el nombre respondía al de la compañía azucarera y de alcohol que se convirtió en principal patrocinador de la escudería. El hecho de que tuviera escuadra nacional en un deporte tan complicado y anglosajón como la Fórmula 1 supuso todo un paso adelante para un país como Brasil. El propio Emerson fue el piloto en aquellos años y también él llevó la gestión de la empresa. Pero aquello resultó un fiasco a nivel económico y deportivo. La aventura arrancó en 1976 y en 1980 debieron cerrar la estructura ahogados por las deudas y el pobre rendimiento ofrecido en los últimos años. Desde entonces, Emerson Fittipaldi no ha podido evitar el sambenito de sus escasos conocimientos como gestor.
La historia de la Fórmula 1 está plagada de pilotos que han realizado inversiones millonarias y no han obtenido el éxito deseado. El propio Fernando Alonso lanzó una marca de ropa que finalmente no logró los objetivos marcados. En la Fórmula 1, al igual que en el fútbol, los asesores fiscales y los representantes tienen mucho que decir a la hora de elegir las inversiones de los pilotos. Quienes destacan en apenas unos años ganan grandes cantidades, que pronto invierten, sobre todo, en inmuebles. La mayoría de pilotos residen en lugares como Suiza y Mónaco, aunque ahora se está instaurando la moda de vivir en Emiratos Árabes, como es el caso de Alonso, que pasa buena parte de su tiempo libre en Dubái, un lugar en el que afirma sentirse bien y lejos de los focos.
A pesar de su retirada, Fittipaldi continuó en contacto con el automovilismo e incluso llegó a ser embajador de una entidad financiera muy vinculada a este deporte y a Suramérica. El brasileño también quiso promover algunas competiciones en su país y eso, finalmente, se convirtió en un gran escollo para sus finanzas. Su situación se complicó todavía más cuando se convirtió en el promotor de la etapa brasilera del Mundial de Endurance entre 2012 y 2014. «Hace tiempo que Fittipaldi tiene una situación financiera muy mala y enfrenta diferentes procesos en su contra. Pero su situación se agravó cuando hizo venir a Brasil el Mundial de Endurance», declaró al diario brasileño «O Estado de São Paulo» un antiguo asistente del ex piloto que prefirió mantener el anonimato.
Fue insalvable. A partir de esa realidad económica la Federación Internacional del Automóvil, además de despegarse de Fittipaldi, desde el año pasado decidió dejar de organizar el Endurance en Brasil.
El revuelo en su país ha sido muy grande y nadie esperaba que viviera una situación así. El piloto ha dicho que lo superará y para ello no ha dudado en usar el argumento de que sus éxitos (y trofeos logrados) son de todos los brasileños.
El dos veces campeón de Fórmula 1 volvió a pasar por la vicaría el pasado año. El 7 de diciembre contrajo matrimonio en São Paulo, después de once años de relación, con Rosanna Fanucchi, una mujer 32 años más joven que él y madre de dos de sus siete hijos: Emo y Vittoria. La novia, empresaria, vestía un modelo del recientemente fallecido diseñador Manuel Mota para Pronovias. Anteriormente, había estado casado con María Helena Dowding, con quien tuvo tres hijos, Juliana, Jason y Tatiana. Su segundo matrimonio con Teresa Cristina Hotte se formalizó por la iglesia y en el Vaticano doce años después de comenzar su convivencia. Con ella tuvo otros dos hijos, Joanna y Luca. Emerson Fittipaldi es, además, abuelo de siete nietos.
MIKE TYSON
El «hombre de acero» acumuló más de 350 millones de euros, pero continuó con el mismo ritmo de lujo y gasto en mansiones, joyas y coches, y su adicción a la cocaína, hasta que en 2003 tuvo que declararse en bancarrota.
MARADONA
En 2005 anunció que se había quedado sin dinero; aún así, el Fisco italiano le decomisa cada vez que encuentra alguna pertenencia del futbolista, debido a la deuda de más de 45 millones que debe al país por evasión fiscal.
BJON BORG
Toda la capacidad que poseía de ganar en la pistas la tenía para perder fuera de ellas. Sus negocios de productos deportivos y lociones de afeitar tardaron seis años en quebrar. Hoy le va mejor con su marca de ropa interior y gafas.
HOLYFIELD
Cuatro veces campeón de los pesos pesados de boxeo, Evander Holyfield vio embargada su casa y se le demandó por atraso en el pago de manutención de menores. Tiene 11 hijos y está en quiebra desde hace años.
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