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El encuentro fallido entre Anouk Aimée y JFK
El ex presidente de Estados Unidos intentó concertar una cita con la actriz, pero ésta le rechazó por «belicista pueril».
El ex presidente de Estados Unidos intentó concertar una cita con la actriz, pero ésta le rechazó por «belicista pueril».
Durante dos décadas, Fernande Grudet, apodada «Madame Claude», fue la dueña de un conocido burdel francés desde el que ofrecía un universo secreto y prohibido de placer a políticos de alto rango como John F. Kennedy o Muammar Gadaffi y celebridades como Richard Burton, Yul Brynner, Marlon Brando, Sammy Davis Jr. y Frank Sinatra, entre otros. Llegó a regentar, desde el distrito 16 de París, una red de prostitución de lujo de más de 500 mujeres a las que exigía «porte de buena familia y un aspecto impecable», según revela el libro de William Stadiem «Madame Claude: su mundo secreto de placer, privilegio y poder», publicado por St. Martin’s Press.
Durante un viaje a París en 1961, Kennedy quiso conocer a Anouk Aimée, una de las protagonistas de «La dolce vita», y para ello pidió ayuda a «Madame Claude». El entonces presidente pensó que, a través de su red de contactos, ella podría hacer posible un encuentro con la actriz. Aimée había sido comparada en varias ocasiones con Jackie Kennedy, pero destacaban de ella algo que la primera dama al parecer no tenía: «su versión más seductora». Era «alta, misteriosa, pero con mayor atractivo sexual», según Stadiem, todo lo que el mandatario deseaba, por lo que quiso tener una «cita a ciegas» con ella. Pero el encuentro finalmente no se produjo, ya que Aimée rechazó horrorizada la solicitud por considerar al presidente un «belicista pueril» después de la invasión de la Bahía de Cochinos.
Tras la fallida cita, la «Madame de la República» no quiso decepcionar a Kennedy. Tenía a la chica perfecta: «una sílfide parecida a Jackie, de 23 años, graduada en la Sorbona, quien se puso el mismo vestido blanco de Givenchy (modisto favorito de la primera dama) que la mujer de JFK iba a usar en el baile de Versalles esa misma noche», revela el libro: «Se parecía a Cenicienta en su camino al baile real. Pero el único lugar al que asistiría sería a una sencilla habitación». Kennedy solo estuvo media hora con ella antes de regresar a su hotel para ir a la fiesta ofrecida por Charles de Gaulle, a la que asistió acompañado de su esposa. En los años 60, las tarifas de Madame Claude habrían costado a un francés 50 dólares la hora. Sin embargo, por su discreción, el presidente pagó 2.000 dólares por el encuentro. «Un asunto de Estado...», según el autor del libro.