La columna de Carla de la Lá
Cónclave de aristócratas en el Castillo de Las Seguras
No amigos, ni la puesta de largo de Victoria Federica de Todos los Santos de Marichalar y Borbón; ni la convención de royals en Inglaterra, ni la orden de la Jarretera, ni Ascot han contado con tantísimos títulos nobiliarios por metro cuadrado como lo hace el Castillo de las Seguras, cada vez que al Vizconde le da la gana.
Con motivo del 60 cumpleaños de Jose Miguel Carrillo de Albornoz,Vizconde de Torre Hidalgo, propietario y señor de la fortificación, hasta Cáceres nos desplazamos hace una semana más de doscientos afortunados felices y engalanados para celebrar la vida de uno de los hombres más carismáticos que se han paseado por el mundo.
¿Recuerdan amigos lo que decía Wilde?: “Sólo existen dos clases de personas, las personas aburridas y las personas con encanto”. Siempre me viene a la mente cuando observo a mi queridísimo Jose Miguel de soslayo, igual que cuando lo tengo frente a mí pontificando sobre lo que haga falta.
La ocasión fue memorable e incontables los blasones: la Duquesa de Osuna y Condesa Duquesa de Benavente, los Duques de Plasencia, el Duque de Terranova, los Duques del Infantado, la Marquesa de Cerverana, los Condes de Canilleros, los Marqueses de los Altares, los Marqueses de Espinardo, la Marquesa de Escalona, la Marquesa viuda de Balterra, el Marqués de La Cadena, los Condes de España, el Conde de Retamoso, los Condes de la Sierra de la Camorra, el Conde de Bañares y Rubén Cano, los Condes de Campo Rey... Ruego me disculpen los no mencionados ya que la lista es quilométrica pero no así esta columna, queridos; ni mi maltrecha memoria, aun afectada por los placeres también incalculables a los que fue sometida el pasado fin de semana.
Para los pocos que no le conozcan, nuestro anfitrión es Caballero Gran Oficial de la Orden del Águila de Georgia, abogado e historiador, pero se dedica al mundo del Arte y el coleccionismo en una conocida casa de Subastas de Madrid, donde reside.
Tiene 20 libros publicados entre novelas históricas, ensayos y ficción; independientemente de su labor cultural y su innegable trascendencia en el mundo de la alta sociedad española e internacional (yo diría que en un sentido amplio es el mayor influencer que conozco), su personalidad magnética, su generosidad y su fuerza incombustible hacen que todos acudamos allá donde nos requiere sin dudarlo. Se llama charme, queridos. Pouvoir de séduction. Polvo de hadas...no lo sé.
El Castillo palacio de las Seguras es una fortificación defensiva cuyos orígenes se remontan al siglo XIV y está situado a unos once Kilómetros al sur de Cáceres.
Bajo las almenas y las torres de ese lugar misterioso nuestro Vizconde guarda el legado de un linaje que se remonta cientos de años en la Historia; por suerte, de vez en cuando disfruta con sus amigos entre sus amados árboles y bajo las notas de sus óperas favoritas o, entrada la noche, los mejores flamencos en directo.
Pilar Medina Sidonia, Margarita Pino Hermoso, la Vizcondesa du Passage, Mercedes Valenzuela Van Moock, Guiomar Álvarez de Toledo (prima de mi marido Felipe Alvarez de Toledo) y su preciosa hija Alexia (las damasdelacorte) , los Nardiz, los Vicente Mazariego, los Martín Llopis, los Mayer, los Bernaldo de Quiros, los Medina, Rivadulla, Silos, Hergueta, Muzquiz, Koky Font, Carmen Serrano Suñer, Paloma Herreros de Tejada, las gemelas Nuria y Almudena Escriva de Romaní, Guillermo Martinez-Casañ, Vanessa Montfort, Sisita Milans del Bosch, musa de Umbral...
Esta su columnista favorita, queridos (y más burguesa que Gepetto) disfrutó como una loca de la hospitalidad infinita y el “glamour eterno” (así se titulaba la fiesta) de la familia Carrillo de Albornoz, entre amigos tan queridos como el pianista Alvaro Piedra, Carmencita, Fátima y Jaime Fernandez de Henestrosa, la atractivísima galerista Cristina Marín, el artista Eduardo Santos Guada (uno de los hombres más inspiradores que conozco), la siempre luminosa Alicia Viladomat (nieta y gestora del legado de Pilar de Valderrama, musa de Machado), las hermanitas Portillo, a cuál más estilosa y encantadora.
Ayyy... ¡quién pudiera estar de nuevo en el Castillo!, en un bucle infinito de perlas, risas, flores y... selfies. Morir de gozo, perder la memoria, las pestañas y el buen nombre, tendida en sus jardines, en una especie de Angel Exterminador extremeño y 2.0.
La casa cuenta con una pequeña capilla con frescos de Juan de Ribera y muchas otras piezas de arte, como varios cuadros de algunos de sus antepasados y diversos retratos del anfitrión. Especial mención al fabuloso montaje de las mesas (de proporciones gigantescas) que nos transportaban al mismísimo Buckinham Palace en su riqueza y poderío, obra de nuestra querida Blanca, su hermana.
A eso de las cinco de la mañana, mi marido y yo tuvimos que irnos pero antes estampamos emborronados y con pésima letra nuestros cariños en el libro de firmas.
Supongo que continua la música, las velas, las solícitas bandejas de champagne y todos siguen allí, bailando y apurando hasta la última gota del elixir de la vida y la belleza bajo las estrellas españolas; pero tan sólo se trata de un presentimiento, de la inminencia de un atisbo, y no hay manera de fijarlo.
Y quizá no se debe esto a que lo bello sea, como unos dicen, impermanente y evasivo, sino que los fugaces somos nosotros, y no podemos durar en esa estancia. Entre la belleza y la muerte, la vida y la felicidad, hay un vínculo que es a la vez sutil y firme; tenemos el Arte, quizá, para equilibrarnos hasta el instante de la caída. Y entonces, reflexiono, como lo haría Jose Miguel: "La Belleza es inquietante", le digo entonces, y yo misma no soy otra cosa que esa inquietud.
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