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Carmen Martínez-Bordiú malvende su patrimonio
La Duquesa de Franco ofrece una espectacular cabaña rústica, ubicada en Santander, por 290.000 euros, la mitad de lo que le costó.
La Duquesa de Franco ofrece una espectacular cabaña rústica, ubicada en Santander, por 290.000 euros, la mitad de lo que le costó. Su hijo afirma que no se muda a Cascais por motivos fiscales: «Lo hace buscando el mar y la tranquilidad»
«Son todo gastos y no la usa». Antonio Avilés, la persona en la que Carmen Martínez-Bordiú (67 años) ha confiado la venta de sus propiedades, justifica así que la nieta de Franco liquide una de sus viviendas favoritas, la lujosa cabaña rústica que posee en Santander, por la mitad del dinero que le costó. El inmueble aparece, muy discretamente y en inglés, en la web de la inmobiliaria Mikeli, la misma que tiene en venta el polémico Pazo de Meirás, por 290.000 euros. La vivienda, en madera y piedra, tiene 120 metros cuadrados, cuatro dormitorios, dos baños, y está ubicada en San Roque del Riomiera, dentro de un parque natural. La duquesa de Franco la adquirió por 500.000 euros cuando estaba casada con el empresario José Campos. Su matrimonio con el ex directivo del Racing de Santander duró poco más de seis años, entre 2006 y 2013. Algunos amigos comunes de entonces aseguran que fue un «capricho» de Carmen, que la compró muy por encima de su precio a un amigo de su entonces marido, Antonio Nicolau, un conocido osteópata que trataba a Emilio Botín o Severiano Ballesteros. Tras la adquisición, la nietísima además hizo varias reformas por valor de más de 100.000 euros, como la construcción de una pequeña piscina. Sin embargo, tras gastarse ese dineral, sus escapadas montañesas fueron escasas y en 2009 quiso desprenderse de ella a cambio de medio millón. Con un comprador sobre la mesa, la madre de Luis Alfonso reculó y pensó que igual algún día su hijo o sus nietos querrían disfrutar de los aires de Cantabria. No ha sido así.
Nueve años después, con la exhumación de su abuelo, su ducado y la expropiación de Meirás entre ceja y ceja del gobierno de Pedro Sánchez, Carmen Martínez-Bordiú despacha a precio de saldo su antojo santanderino mientras estrena nidito en Portugal. Tras un año deshojando la margarita, el nuevo hogar elegido por ella y su inseparable novio, Tim McKeague, «coach» emocional y 34 años menor que ella, es una casa de campo situada a las afueras de Cascais, una coqueta población a 16 kilómetros de Sintra, otrora refugio de familias reales destronadas, como lo fue Don Juan de Borbón, conde que Barcelona y abuelo de Felipe VI. El desembarco de la Bordiú en el país vecino ha sido interpretado como una estrategia para conseguir beneficios fiscales. En Portugal, las grandes fortunas tributan solo un 20 por ciento y no pagan impuestos de patrimonio, por donación o por sucesiones. ¿Es esa la verdadera razón de la mudanza? Cuando le trasladamos la pregunta a su hijo Luis Alfonso, éste responde con contundencia: «En absoluto. A mi madre le gusta Cascais por el mar y la tranquilidad. Lo otro que me plantea es para gente adinerada. Son cosas que se escriben malintencionada y tendenciosamente».
Situación fiscal incómoda
Lo cierto es que la situación fiscal de la duquesa de Franco es más incómoda desde que hace algunas semanas el diario «Infolibre» desvelara que tuvo que pagar 525.063 euros a Hacienda por un desfase entre lo que tributó (unos 52.000) y lo que ingresó (casi 6,7 millones) en 2006 tras vender 42 participaciones de unas acciones de la empresa Promociones del Suroeste S. A, donadas por la matriarca, Carmen Franco Polo, valoradas en más de 9,9. La duquesa de Franco mandó un comunicado aclarando su situación, ya regularizada. Sin embargo, con muchas de las propiedades de los Franco buscando el mejor postor, las sospechas tienen fundamento. Ajena a estas especulaciones y solo unos días antes de afincarse en tierra lusa, Carmen era sorprendida por sus íntimas (léase Nuria González, mujer de Fefé, o Cari Lapique) con un almuerzo en uno de sus restaurantes favoritos, el madrileño Qüenco de Pepa. A la salida, varios reporteros intentaron sonsacarle algo de su aventura portuguesa. No hubo manera. La nieta de Franco está en excedencia de la Prensa del corazón desde que su apellido es asunto de Estado. Actualmente, la única forma de conocer a qué dedica el tiempo libre (o sea, todo) es rastrear las redes sociales de sus acólitos.
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