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Aprender a perdonar para ser feliz
El perdón puede ayudarnos a recuperar el bienestar emocional y la paz interior. Perdonar no significa olvidar agravios, muchas veces tan solo es el camino necesario para continuar con nuestra vida.
Que razón tienen los que dicen que pedir perdón es difícil; y perdonar, a veces, aún más. Sin embargo, la práctica del perdón reduce el dolor, la depresión, la ira y conduce a una mayor sensación de paz y confianza en uno mismo. Al perdonar nos sentimos mejor físicamente y sentimos un mayor bienestar psicológico.
Cuando alguien nos daña, podemos elegir entre el perdón, la venganza o la indiferencia. Si no perdonamos nos bloqueamos y permanecemos atados al autor de ese mal. Ojo, que perdonar tampoco significa perdonar. Ya lo decían The Corrs en su canción Forgiven not Forgotten. Perdonar significa hacer las paces, no volver a sentir cariño o comprensión por quien nos ha herido. Y eso por no hablar por sentimientos que dificultan la reconciliación, como puede ser la ira, que estimula el deseo de venganza.
Sobre cómo perdonar hay mucho escrito ya que a veces es más difícil que pedir perdón. Muchas veces perdonar ni siquiera exige la reconciliación a la fuerza; el perdón puede ser el punto final de una relación amorosa, por ejemplo, en el que se renuncia a la venganza y el resentimiento en aras de un mayor bienestar emocional.
El perdón es algo personal, y simplemente significa reconocer que las personas se equivocan.
¿Quieres que te perdonen? No te lo pienses más y no dejes pasar más tiempo: cuanto más fríamente reflexiona la víctima sobre lo que sucedió, más difícil es perdonar.
Y aunque no lo creas, ese perdón también puede tener un fin egoísta para ti mismo: aquellos que saben pedir perdón experimentan menos estrés, tienen la tensión arterial más baja y son más fuertes a nivel inmunológico.
Cuando en nuestra cabeza imaginamos películas de venganza, imaginamos diálogos de “entonces él me dirá y yo le contestaré”… estamos sobrepensando y nos sometemos a un calentamiento cerebral que no lleva más que a la fatiga mental, la depresión y la ansiedad.
Tenemos que entender que errar es humano y necesitamos perdonar para permitir que nuestra vida continúe. Y recordar que muchas veces, nosotros mismos somos los primeros en necesitar ese perdón.
¿Se puede aprender a perdonar?
En primer lugar, la predisposición al perdón parece estar determinada por el entorno familiar, es una condición que aprendemos de niños. Hay investigaciones que señalan la tendencia a perdonar como un medio útil para salvaguardar las relaciones importantes.
Pero claro que se puede aprender. La humildad, por ejemplo, es un gran antídoto contra la tendencia a asumir el papel de juez. No es casualidad que los narcisistas sean los que menos perdonan ya que son muy vulnerables a los juicios de los demás.
Para pedir perdón, el primer paso es aceptar la responsabilidad de nuestro acto y darnos cuenta que hemos causado daño en otra persona. Después, podemos pedir disculpas, pero hacerlo de verdad, cuando lo sintamos de corazón. Se reconocen fácilmente las excusas o cuando lo hacemos por los demás “lo siento si estás molesto”. Si además preguntas cómo puedes remediar tu fallo, la otra persona verá tu sincero arrepentimiento, siempre que vea que vas con humildad y no bajo un manto de orgullo.
Beneficios del perdón
Muchas veces pedir perdón es un acto de valentía porque es muy difícil exteriorizar nuestros sentimientos negativos y enfrentarnos a la conciencia de haber hecho algo malo.
Tanto la persona que perdona como la que pide perdón consiguen una paz y un bienestar interior muy difícil de conseguir por otros medios. No hay nada que iguale a tener una conciencia tranquila y dormir sin remordimientos. Cuando sabemos que hemos hecho daño a alguien, tenemos una presión dentro de nosotros pues aunque no lo reconozcamos, nuestra moral sí que carga con ese peso. (Ojo, depende de tu moral: hay gente que es infiel de manera insistente sin arrepentirse nunca por ello).
Cuando estás en la situación contraria, en la de no querer perdonar, estás resentido y no solo con esa persona sino con todo el mundo. Por eso perdonar puede darte una mayor estabilidad a nivel anímico y emocional.
En vez de estancarte y enquistarte en ese dolor, transforma tu historia de rencor y recuerda que la mejor elección es también la más heroica: perdonar.
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