Corea del Norte
Trump, de la diplomacia del insulto ¿al Premio Nobel de la Paz?
El acuerdo firmado por Trump con Kim Jong Un afianza una posible candidatura del presidente estadounidense para el galardón
¿Está Donald Trump más cerca del premio Nobel? El presidente de Estados Unidos ha dado un paso de gigante para convertirse en aspirante al preciado galardón. Un galardón así le haría feliz por múltiples razones. En primer lugar contribuiría a saciar el ego que todo líder mundial -y más en el caso de Trump- esconde en su anhelo de posteridad. En segundo lugar está el factor Obama. Su antecesor en el cargo fue laureado con el Nobel de la Paz y Trump no quiere ser menos. En tercer lugar, sería un espaldarazo para la estrategia de la Casa Blanca del palo y la diplomacia del insulto que tan bien sintetiza el caso de Corea del Norte.
Cabe dentro de lo posible que Trump logre el premio Nobel, pero no este año. El plazo para la presentación de candidaturas se cerró en enero, y el anuncio de la cumbre con el líder norcoreano Kim Jong Un fue posterior. Obama recibió el galardón por su contribución a un mundo sin armas nucleares, justo lo que puede haber conseguido el magnate si finalmente lo firmado en Singapur conduce al final del programa nuclear de Corea del Norte.
Corea del Norte, que formó parte del denominado “Eje del mal” así bautizado por el ex presidente George W. Bush, ha dejado de ser un país paria y ha sido reintroducido al concierto internacional después del acuerdo firmado en Singapur. El peligro de un estallido nuclear con Pyongyang ha dejado de ser una amenaza inquietante y plausible en apenas unos meses. Y todos los analistas reconocen este hecho como un mérito del presidente republicano.
El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, y el secretario de Asuntos Exteriores británico, Boris Johnson, han asegurado recientemente que el mandatario norteamericano se merece el premio. Y un grupo de 18 legisladores del Partido Republicano de EE UU enviaron una carta al Comité del Premio Nobel de la Paz en Oslo para respaldar dicha candidatura.
Casi al mismo tiempo que la Casa Blanca muñía las negociaciones para acercarse a Corea del Norte, se confirmaba la salida de Estados Unidos --del pacto nuclear firmado en 2015 por siete potencias. Washington se ha alineado con el Gobierno israelí y ha puesto al régimen de los ayatolás en el punto de mira. Los escépticos creen que una nueva guerra en Oriente Medio ha empezado a incubarse.
Y luego está el lío monumental que ha organizado Trump con sus aliados tradicionales, ya sea Canadá o la Unión Europea. El presidente estadounidense se retiró del Acuerdo Transpacífico (TPP) y no descarta ahondar la guerra comercial ya en marcha con sus viejos socios. Rusia, que solía ser el enemigo número uno de cualquier presidente de EE UU, parece haber pasado a una nueva fase de apaciguamiento en la estrategia de Trump.
De acuerdo a los estándares establecidos por la Academia Sueca, Trump bien vale un premio Nobel. Si Obama lo recibió cuando aún tenía tropas en las guerras de Afganistán e Irak y mantenía en marcha la silenciosa ofensiva militar con drones, no parece descabellado que el propio interesado dijera hace un par de meses lo siguiente acerca del Nobel de la Paz: “Todo el mundo cree que me lo merezco, pero yo nunca lo diría”.
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