Olof Palme
Tres décadas del asesinato de Olof Palme, trauma que quebró la inocencia sueca
Palme fue referente de la socialdemocracia mundial, defensor del anticolonialismo
"Suecia nunca se ha recuperado de lo que ocurrió", recordaba su sucesor en el cargo, Ingvar Carlsson, en un documental del canal sueco TV4 estrenado esta semana
Suecia revivirá mañana el asesinato del primer ministro Olof Palme, un crimen aún no resuelto ocurrido en 1986 que sacudió a un país considerado paradigma de la sociedad de bienestar nórdica y ajeno hasta entonces a episodios de ese tipo. Palme fue asesinado un viernes por la noche de un tiro en la espalda cuando salía sin escolta de un céntrico cine de Estocolmo con su esposa Lisbet, que no sufrió lesiones graves.
"Suecia nunca se ha recuperado de lo que ocurrió", recordaba su sucesor en el cargo, Ingvar Carlsson, en un documental del canal sueco TV4 estrenado esta semana y en el que antiguos colaboradores de Palme y figuras de la época hablan de la "herida"que aún sigue abierta y del final de la inocencia del sueño sueco. Palme fue referente de la socialdemocracia mundial, defensor del anticolonialismo y una voz diferenciada en el contexto de la Guerra Fría, capaz de condenar la invasión soviética de Checoslovaquia y manifestarse contra la dictadura de Franco o la invasión de Vietnam por EE.UU., además de abogar por una sociedad abierta.
Aniversario
El aniversario ha hecho resurgir en medios suecos el recuerdo de su figura y las especulaciones sobre un caso con 87.000 documentos que ocupan 250 metros de estanterías en una comisaría de Estocolmo, según reveló esta semana el "grupo Palme", que sigue con su tarea investigadora al abolir el Parlamento el plazo de 25 años para que prescriba el delito.
Y ello a pesar de que no hay avances, de que no se ha encontrado el arma del crimen y de que las balas conservadas están en tan mal estado que no es seguro que se puedan verificar, según ha admitido el jefe del grupo, el inspector Hans Melander. Las posibilidades de resolver algún día el crimen se fueron en parte con la muerte hace once años del principal sospechoso, el delincuente común Christer Petterson, condenado a cadena perpetua en julio de 1989 y absuelto meses después por el tribunal de Apelación. Lisbet Palme, que lo había identificado en un reconocimiento, admitió luego haber recibido informaciones previas sobre su aspecto, lo que dejó sin valor esa prueba: un episodio más en un caso marcado por la incompetencia y el escándalo ya desde el comienzo.
La zona del crimen no fue acordonada correctamente, no se bloquearon las calles adyacentes ni se cerraron las fronteras, la alarma nacional no fue decretada hasta horas después de la muerte de Palme y a la reunión de urgencia convocada de madrugada en la sede del Gobierno, los ministros llegaron en taxi y sin escolta. La investigación iniciada por el jefe de la Policía del condado de Estocolmo, Hans Holmér se centró pronto en una única dirección, la que apuntaba al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que supuestamente quería vengarse porque el Gobierno sueco lo había incluido en su lista de organizaciones terroristas. La "pista kurda"acabó descartada por carecer de base sólida y provocó dimisiones en la cúpula policial y la de la ministra de Justicia, al descubrirse que un editor había recibido información confidencial para impulsar una investigación paralela.
La proyección internacional de Palme abrió otras vías, más o menos fundamentadas, como los servicios secretos sudafricanos, el Chile de Pinochet o la Ustacha croata, sin descartar enemigos internos como la extrema derecha sueca o la propia policía. La ácida y brillante capacidad dialéctica de Palme, que se hizo socialdemócrata en su época de estudiante aunque procedía de una familia rica, le generó antipatías dentro y fuera de su partido, con el que gobernó Suecia en dos etapas: 1969-1976 y 1982-1986.
Palme se convirtió en una figura controvertida, duramente atacada por parte de la sociedad, y fue ese "odio"el que acabó en último término con su vida, han reiterado colaboradores suyos como Ulf Dahlsten, secretario de Estado en su último gobierno. En un artículo aparecido esta semana en Dagens Nyheter, principal diario sueco, Dahlsten, que cita fuentes sin identificar, revela que Petterson indagó en su día sobre las rutinas de Palme y recibió el encargo de matarlo de su amigo Lars Tingström, conocido como "el hombre bomba"por unos atentados en Estocolmo por los que fue condenado y luego parcialmente exonerado. "La familia considera cerrado el caso", ha repetido Mårten Palme, hijo del político, señalando a Petterson, cuyo entierro tuvo que ser sufragado por los servicios sociales al carecer de ingresos y familia cercana, una imagen muy distinta de la de la multitudinaria despedida que le fue brindada en su día al primer ministro. En su funeral pronunció un recordado discurso la entonces líder de las Juventudes Socialdemócratas, Anna Lindh, futura ministra de Exteriores y que fue asesinada en 2003 cuando se encontraba sin escolta con una amiga en unos grandes almacenes de Estocolmo. El "caso Lindh"tuvo sin embargo un final distinto: el autor confeso del crimen fue condenado a cadena perpetua.
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