Guerra civil sudanesa
Sudán, una guerra que no importa: "La proliferación de la guerra en el 50% de los estados está agravando la situación"
Han pasado ocho meses desde el inicio de la tercera guerra civil sudanesa y los combates se recrudecen, añadiéndose a las matanzas étnicas en Darfur
Han pasado ocho meses desde que comenzó la tercera guerra civil sudanesa. No sé sabe cuánta gente ha muerto desde el mes de abril. Cuántos niños. A cuántas mujeres han violado. Se desconoce el número de casas destruidas y de horrores vividos a escala individual. Los números de esta guerra sin cifras se resumen a los refugiados y desplazados internos: 898.706 y 4.955.538 personas, respectivamente, según las últimas cifras ofrecidas por la ONU el 17 de noviembre. El secretario General Adjunto de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, Martin Griffiths, catalogó la guerra en Sudán como “una de las peores pesadillas humanitarias de la historia reciente” …. Pero los números de las víctimas siguen siendo aproximados.
Las estimaciones señalan 9.000 muertos en lo que llevamos de conflicto, pero las cifras se reconocen muy superiores a falta de estadísticas fiables. Sólo en la primera semana de noviembre, al menos 800 civiles fueron asesinados por las milicias árabes en la localidad de Ardamata, en Darfur, al oeste del país. Y se presupone que las sucesivas masacres de pobladores negros darfuríes a manos de las milicias árabes han terminado con la vida de miles de personas sin que nadie haya llevado a cabo un registro. Aunque la guerra se limita a Jartum (capital del país), la región de Darfur y algunas provincias sureñas, debe resaltarse que sólo la región de Darfur tiene un tamaño similar a España: que los combates afecten de forma directa a zonas concretas de Sudán, en lugar de la totalidad del país, no significa que dichas zonas no sean de gigantescas proporciones. Igualmente, los combates transcurren en su mayoría en las zonas fértiles, lo que lleva a la destrucción de las tierras de cultivo (propiciando la hambruna), igual que afecta a localidades con una mayor densidad de población y que gradualmente se vacían en riadas de desplazados y refugiados.
Peter Kioy, jefe de misión de la OIM en Sudán para Naciones Unidas, colabora con LA RAZÓN a la hora de comprender cómo está afectando la situación de Sudán a los países vecinos, en especial a Sudán del Sur. Más de 300.000 personas han cruzado al país vecino desde el inicio de la guerra, tratándose en su inmensa mayoría de mujeres y niños. Sin embargo, señala que “un 88% de las llegadas corresponden a sudsudaneses que retornan a su país” tras haber huido del mismo en los años anteriores y como consecuencia de las dinámicas de violencia que también golpean a Sudán del Sur. Por lo general, admite Kioy, “los sudaneses que han huido a Sudán del Sur han sido bien recibidos por las comunidades locales y a nivel de gobierno”.
Como los refugiados que cruzaron a Sudán del Sur proceden en su mayoría de la provincia sudanesa de Kordofan Sur (próxima a la frontera), sus conexiones familiares y comerciales con los sudsudaneses han facilitado el ingreso en el país, dice Kioy, “especialmente donde hay suficientes vínculos culturales como para convertirles en una parte del tejido social al que han arribado”. Aunque quedan miles de familias sin este tipo de vínculos. Decenas de miles de personas sin nada a lo que aferrarse y que son relocalizadas en los campos de refugiados de Juba y Maban, malviviendo entre los charcos revueltos de barro y mugre, el humo negro de los desechos y la incertidumbre jironada de las tiendas de campaña.
Crímenes de guerra sin consecuencias
Los crímenes de guerra también se cometen con absoluta impunidad. ¿Que vuela por los aires el puente de Shambat, que conecta Jartum con la ciudad de Omdurmán cruzando el Nilo Blanco? Ambos bandos se acusan mutuamente y el puente sigue destruido. ¿Qué diversas organizaciones y periodistas denuncian violaciones? Un combatiente de las RSF cuelga un vídeo en X donde determina que violar a mujeres “es su derecho” y anima a quien esté en desacuerdo a enfrentarse a él. Incluso los 800 muertos de Ardamata han sido enterrados en sus fosas comunes sin consecuencias.
Kioy hace un análisis desolador de la situación actual: “La naturaleza del conflicto en sí abarca una gran cantidad de actores a nivel local, regional e internacional, civiles y militares, políticos y líderes tribales, señores de la guerra, partidos políticos contradictorios y fuerzas armadas con diversas agendas no aliadas que no hacen ningún esfuerzo por lograr un mecanismo de conciliación. La continuación de la guerra debilita al gobierno, provoca una destrucción masiva de la infraestructura, un agotamiento del capital físico y una tasa de inflaciónsin precedentes que, en última instancia, confiscará cualquier intento de rescatar la economía nacional, lo que provocará un aumento de la tasa de pobreza y el sufrimiento de los ciudadanos. La proliferación de la guerra en el 50% de los 18 estados está agravando aún más la situación y agravando el impacto negativo tanto en la población afectada como en los recursos y oportunidades económicos”.
“Las autoridades subnacionales de los estados están sufriendo gravemente la incompatibilidad entre los recursos y la afluencia masiva de desplazados internos, que agravó aún más la situación en casi todos los estados de Sudán, hasta el punto de provocar inseguridad alimentaria y la interrupción de la prestación de servicios de salud. La ayuda humanitaria de las organizaciones internacionales y las agencias de las Naciones Unidas ayuda enormemente a llenar parcialmente el vacío pero, aun así, el problema del acceso y la continuación de los combates, especialmente en Darfur y Jartum, agravado por el déficit de financiación, hacen que sólo un tercio del presupuesto estimado está asegurado, lo que hace que el gobierno, tanto a nivel federal como estatal, esté paralizado.”
A los horrores de los últimos meses habría que añadirle el recrudecimiento de los combates en la región de Abyei, que lleva en disputa entre Sudán y Sudán del Sur desde la independencia del último en 2011: al menos 30 personas murieron el pasado domingo en la zona, después de que un grupo de milicias sudsudanesas atacaran un cuartel militar e iniciaran una violenta masacre de civiles. Estados Unidos, Noruega y Reino Unido han pedido a Sudán del Sur que retire a sus efectivos de Abyei para disminuir las tensiones, pero el gobierno de Salva Kiir Mayardit no lo ha considerado oportuno, por el momento. Bienvenidos a la guerra que no importa, con víctimas que no interesan y refugiados que no llaman la atención. Bienvenidos a la guerra sin números. Al lugar donde no hace falta que haya registros fiables para que una muerte sea real y definitiva.
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