Guerra comercial

Reino Unido se desmarca de la UE en la imposición de castigos a los aranceles de EE UU

El Gobierno de Starmer aspira a ser el puente entre ambas orillas del Atlántico

El "premier" británico, el laborista Keir Starmer
El "premier" británico, el laborista Keir StarmerKirsty WigglesworthAgencia AP

El premier Keir Starmer se postula como mejor puente entre Europa y Estados Unidos y no se cansa de repetir que no tiene que elegir entre aliados a ambos lados del Atlántico. El liderazgo que ha venido mostrando con su respuesta a la guerra de Ucrania había unido a Reino Unido con los aliados europeos tras los turbulentos años del Brexit. Pero con la particular guerra arancelaria iniciada por Donald Trump, Londres ha vuelto a separarse de Bruselas.

El premier ha decidido, por el momento, no sumarse a las represalias tomadas ayer por la UE para imponer impuestos a productos estadounidenses por valor de 26.000 millones de euros en respuesta a la entrada en vigor de los aranceles al acero y aluminio del 25% implementados por la Casa Blanca.

«Como todos, me decepciona ver aranceles globales sobre el acero y el aluminio», declaró ayer el primer ministro en la sesión de control semanal al Gobierno en la Cámara de los Comunes. «Pero adoptaremos un enfoque pragmático... Mantendremos todas las opciones sobre la mesa», añadió.

Previamente, un portavoz de Downing Street recalcó que estaban “trabajando de modo muy cercano con la Administración estadounidense para convencerla de que el Reino Unido quede exento de esos aranceles”.

Durante el encuentro entre ambos mandatarios en la Casa Blanca el pasado 27 de febrero, Trump señaló que la relación comercial con Reino Unido era más justa que la que Estados Unidos mantenía con la UE dejando la puerta abierta a posibles exenciones. Pero el acuerdo de libre comercio entre Londres y Washington, el mismo que con tanto empeño prometieron los euroescépticos en la campaña del Brexit, se antoja complicado conseguir a corto plazo.

El pasado lunes, Starmer volvió a hablar por teléfono con el presidente estadounidense para convencerlo de que tuviera en cuenta la “relación especial” entre ambos países. Y parece que no tuvo éxito, ya que los nuevos aranceles al acero también se hicieron ayer efectivos en el Reino Unido.

En cualquier caso, el premier -un hombre extremadamente cauto- está convencido de que puede evitar que la guerra comercial de Washington le salpique. El Reino Unido es el undécimo exportador de acero y hierro a Estados Unidos, con cerca de 1.000 millones de euros. Supone aproximadamente un 5% del volumen total producido en territorio británico. “Esto es un mazazo para el libre comercio, que no tendrá solo impacto en la producción británica, sino en la de todo el mundo”, ha dicho Gareth Stace, que preside UK Steel, la patronal de la industria del acero.

Este 2025, Londres y Bruselas tienen que revisar precisamente los acuerdos comerciales del Brexit ejecutado hace cinco años. La UE sigue acaparando más del 50% de las exportaciones e importaciones totales del Reino Unido. Pero Estados Unidos representa el principal destino de las exportaciones británicas (más de 70.000 millones de euros en bienes y casi 150.000 millones en servicios), por lo que el inquilino de Downing Street no quiere que el acercamiento al bloque ponga en peligro la posible posición de excepción ante los aranceles de Trump.

En definitiva, aunque en principio podría haber buenas razones para esperar que la crisis geopolítica actual pudiera ayudar a estrechar el vínculo entre el Reino Unido y la UE, la práctica es más compleja. Gestionar una relación en la que las dos partes son aliados firmes en seguridad, pero competidores económicos siempre va a ser el desafío clave planteado por el Brexit. Y el retorno de Trump no ayuda.

En su particular contienda comercial, el presidente estadounidense criticó ayer también a Irlanda por usar sus políticas fiscales para atraer a empresas estadounidenses. Y lo hizo en una comparecencia en la Casa Blanca junto al propio primer ministro irlandés, Micheál Martin, de visita en Washington para celebrar el Día de San Patricio con la comunidad irlandesa, que cuenta con gran influencia en Estados Unidos.

Prácticamente toda la economía irlandesa se arma sobre un puñado de multinacionales estadounidenses, en su mayoría tecnológicas, que canalizan sus ganancias globales a través de sus sedes en Dublín, que hasta hace poco contaba con un más que atractivo impuesto de sociedades de un 12,5%, que ahora ha subido al 15%. Trump asegura que “Estados Unidos ha sufrido muchos abusos” y que ya “no será más la víctima”.