Rusia
Putin se reunió con Prigozhin y los comandantes de Wagner después del motín
El encuentro se prolongó durante tres horas y tuvo 35 testigos
El grupo de mercenarios Wagner, o lo que queda de él, sigue dando que hablar en Rusia, convertidos en protagonistas de una guerra de Ucrania que el sábado cumplió los 500 días. La noticia de ayer volvía a tener como protagonista al líder del grupo de mercenarios, Yevgueni Prigozhin, el oligarca que hasta ayer mismo era amigo del presidente Vladimir Putin caído en desgracia tras su intento de sublevación del 24 de junio.
Nadie sabe dónde se encuentra ahora Prighozin, a pesar de su exilio forzado en Bielorrusia que fue desmentido hace pocos días por el presidente de aquella ex república soviética, Alexander Lukashenko. El líder bielorruso hablaba de una vuelta a Rusia de Prigozhin, poco creíble por aquellos que ya le consideraban sentenciado a muerte por lo ocurrido, que ha resultado ser verdad.
Según desveló ayer el Kremlin, el presidente ruso se habría reunido con el fundador del grupo de mercenarios el 29 de junio, es decir, tan sólo cinco días después del fallido intento de insurrección del ejército privado. Al parecer, según adelantaba el diario francés «Libération», el mandatario ruso habría mantenido un encuentro con Prigozhin en el que habrían participado el jefe de la Guardia Nacional, Viktor Zolotov; y el jefe de la Inteligencia Exterior SVR, Sergei Naryshkin. La noticia fue confirmada ayer mismo por el portavoz oficial del Kremlin, Dmitri Peskov, quien reconoció que el presidente Putin «dio su evaluación de las acciones de la compañía [Wagner] en el frente durante la operación militar especial [nombre eufemístico para referirse a la guerra de Ucrania] y también dio su evaluación de los hechos del 24 de junio [el día del motín]». Según las declaraciones vertidas por Peskov, el líder de los Wagner llegó a la cita acompañado de varios mandos de su batallón y parece ser que, durante la misma, Putin escuchó las explicaciones ofrecidas por Prigozhin y sus hombres.
El encuentro, que duró aproximadamente tres horas, sirvió a los representantes de Wagner para dar su versión de lo ocurrido aquel fatídico 24 de junio, día en el que aseguraron que sólo pretendían «llevar ante la justicia» al Ejército y no un cambio de poder en Rusia, ya que se consideran hombres del presidente Putin y seguirían luchando por él. Desde aquel día en que temblaron los resortes del poder en Moscú, con la huida del país de varios miembros del Parlamento ruso, se ha intentado minimizar el alcance de lo que pudo haber ocurrido y, a día de hoy, no se han dictado castigos para los sublevados. El acuerdo implicó el repliegue de los mercenarios y la retirada de los cargos a los implicado.
El propio Prigozhin habría vuelto a su ciudad de residencia habitual, San Petersburgo, donde posee una lujosa mansión que fue objeto de un registro policial hace algunos días, donde se encontraron grandes cantidades de dinero en metálico y lingotes de oro.
Esa «normalización» de lo ocurrido parece tocar también al jefe del Estado Mayor, el general Valeri Gerasimov, señalado como cómplice del motín y listo para sumarse con sus tropas. Hace algunos días, varias fuentes afirmaron que Guerasimov se encontraría detenido e incomunicado en una cárcel en Moscú, en una información corroborada por su ausencia mediática.
Tras varios días de incertidumbre, el general aparecía ayer presidiendo una reunión con mandos militares en el cuartel general de la Región Militar Sur en Rostov del Don, precisamente la ciudad que el grupo Wagner tomó en su camino hacia Moscú. El Ministerio de Defensa ruso difundió un vídeo en el que Guerasimov era informado por el coronel Viktor Afzalov de un ataque del Ejército ucraniano al puente de Kerch y el aeródromo militar de Morozovsk que los rusos habrían abortado.
Guerasimov afirmó tras escuchar los hechos que comprobaba que «las Fuerzas Aeroespaciales cumplieron su tarea», pidiendo al jefe de la Dirección General de Inteligencia «organizar una labor sistemática para identificar los puntos de almacenamiento» de armas enemigas para ejecutar la destrucción de las mismas a fin de evitar nuevos ataques aéreos.
Las noticias de ayer devuelven cierta normalidad a un país que sigue inmerso en una campaña militar sin precedentes en su historia reciente, mientras desde el exterior no cesan los rumores de un debilitamiento del poder en Moscú que podría verse inmerso en otro levantamiento para forzar un cambio en las estructuras del Kremlin tras 502 días de guerra en Ucrania sin que se vislumbre un atisbo para un pronto desenlace.
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