Guerra en Gaza

La ofensiva en Rafah inquieta a Estados Unidos y pone en aprietos a Egipto

El Cairo busca un complicado equilibrio ante un ataque israelí mientras Hamás amenaza con romper las negociaciones

Un alto cargo del gobierno estadounidense de Joe Biden dijo a la NBC que «hay una división cada vez mayor entre Estados Unidos e Israel», especialmente en torno a una posible operación israelí en Rafah. En la ciudad más meridional de Gaza se hacina más de un millón de palestinos, desplazados desde el comienzo de la guerra del 7-O, cuando Hamás atacó a más de veinte comunidades israelíes. La Casa Blanca y el Departamento de Estado dijeron la pasada semana que no apoyarían una operación militar israelí en la ciudad antes de que se hiciera una planificación exhaustiva para proteger a los civiles.

Por su parte, Egipto, mediador en el conflicto, es también parte afectada: ha advertido de que si el Ejército israelí entra en esa ciudad o si alguno de los refugiados que allí se encuentran es obligado a dirigirse hacia el sur, a la península egipcia del Sinaí, podría suspender el tratado de paz que ambas naciones firmaron en 1978. Pero Egipto ha dicho más cosas: a Hamás que, si no se llega a un acuerdo con Israel sobre rehenes en un plazo de dos semanas, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) comenzarán a operar en Rafah, según el Wall Street Journal.

Y también altos cargos egipcios han dicho a sus homólogos israelíes que no se opondrán a una operación en Rafah siempre que se lleve a cabo de tal manera que se eviten las bajas civiles palestinas, según informó la radio del Ejército israelí. Los analistas del medio indicaron que el mensaje de El Cairo parece decir que, si bien Egipto puede emitir fuertes críticas a Israel si lanza una ofensiva, no actuará de una manera que impida las operaciones.

Hamás anunció, por medio de un alto mando al canal Al Aqsa, su medio de comunicación oficial, que si tal operación israelí sucede, arruinará las conversaciones sobre un acuerdo de rehenes. Y en la ABC, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que a todo el que pida a Israel no operar en Rafah, le está pidiendo perder la guerra contra Hamás y dejar que siga en el poder.

En medio del ping pong exacerbado de declaraciones de todas las partes implicadas, el jefe de Estado Mayor de las FDI, el teniente general Herzi Halevi, pidió discreción a los ministros israelíes con respecto a las operaciones militares en general y esta de Rafah en particular: «Hablar de ello en los medios hace que sea más fácil para [Yahya] Sinwar». También dijo que presentaría todos los detalles cuando fuera necesario. Según se entiende, el gobierno israelí aún no ha decidido un calendario para la operación militar en Rafah.

Por su parte, El Cairo acogerá nuevas conversaciones sobre un acuerdo que comenzarán el martes, a las que asistirán Israel, Estados Unidos y Catar. Representantes de Hamás ya estuvieron en la capital egipcia en los últimos días. El jefe de la agencia de seguridad exterior israelí, Mosad, David Barnea, el jefe de la agencia de seguridad interior, Shin Bet, Ronen Bar, y Nitzan Alon, quien dirige los esfuerzos de inteligencia para encontrar a los secuestrados, encabezarán la delegación para reunirse con el director de la CIA, Bill Burns, el primer ministro de Qatar, Mohammed bin Abdulrahman al Thani, y el ministro de inteligencia egipcio, Abás Kamel, informó el sitio israelí Walla.

Por todo este contexto, la amenaza egipcia de suspender los Acuerdos de Camp David, piedra angular de la estabilidad regional durante casi medio siglo, son palabras mayores. Israel y Egipto habían librado cinco guerras antes de firmar en Camp David un tratado de paz histórico negociado por el entonces presidente estadounidense Jimmy Carter. Y en estos últimos meses se sabe que Egipto ha fortificado su frontera con Gaza, creando una zona de amortiguamiento de cinco kilómetros y erigiendo muros de hormigón seis metros por encima y por debajo del suelo.

El mes pasado, el servicio de información estatal egipcio detalló algunas de las medidas que había tomado en su frontera en respuesta a las sugerencias israelíes de que Hamás había obtenido armas de contrabando desde Egipto. Tres líneas de barreras imposibilitaban cualquier contrabando por superficie o bajo tierra, afirmaron. Pero los funcionarios egipcios temen que si los palestinos que traten de huir de Rafah traspasan la frontera, los militares no podrán detener una marea de personas en dirección a hacia la península del Sinaí.

A pesar de ordenar a la población de Gaza que huyera hacia el sur, los ataques aéreos israelíes contra Rafah en los últimos días han matado a decenas de palestinos, entre ellos mujeres y niños, según informó el Ministerio de Sanidad de Gaza, dirigido por Hamás, que dijo el domingo que los cuerpos de 112 personas muertas habían sido llevados a hospitales en las últimas 24 horas. El cómputo total de fallecidos por ahora es de más de 28.000 y los heridos más de 67.600. Hamás no distingue entre muertos civiles de combatientes ni gazatíes muertos y heridos por fallos en los misiles. Israel asegura que ha matado al menos a 10.000 miembros de Hamás desde que comenzó la ofensiva, más otros 1.000 el propio 7-O.

Además del muro, se ha sabido que Egipto ha estacionado alrededor de 40 tanques y vehículos blindados de transporte de personal al noreste del Sinaí en las últimas dos semanas, según Reuters. Las autoridades egipcias e israelíes no respondieron a las solicitudes de comentarios de la agencia.

Mucho antes de que estallara la guerra, Egipto dijo que había destruido túneles a través de los cuales había florecido el contrabando hacia Gaza y que había despejado una zona de amortiguación cerca de la frontera, desplazando a decenas de miles de personas. Y desde 2007, después de que Hamás tomara el control en la franja, Israel y Egipto han mantenido un bloqueo sobre Gaza limitando estrictamente el movimiento de personas y bienes a través de sus fronteras. Israel, que ha sido atacado repetidamente desde Gaza, dice que su bloqueo es necesario para evitar que Hamás mejore su infraestructura militar. Diplomáticos y analistas afirman que a Egipto también le preocupa la infiltración de Hamás en el proceso de acogida de una gran población de refugiados.