Nueva York
Obama se juega su credibilidad
El presidente centra su agenda en evitar la primera suspensión de pagos de Estados Unidos. «Todo esto es completamente innecesario», critica a dos días de la posible quiebra. Los líderes del Senado trabajan en un acuerdo, mientras los inversores acusan pérdidas
El presidente centra su agenda en evitar la primera suspensión de pagos de Estados Unidos. «Todo esto es completamente innecesario», critica a dos días de la posible quiebra. Los líderes del Senado trabajan en un acuerdo, mientras los inversores acusan pérdidas
Es de sobra conocido que cuando el presidente norteamericano, Barack Obama, quiere echar un pulso al Congreso, planifica varios actos públicos con formato de mitin de campaña. Es su estrategia para intentar poner a los republicanos del Capitolio –cuyas relaciones con el presidente recuerdan a las de una pareja divorciada que apenas se habla– en contra de los votantes estadounidenses.
Washington entró ayer en su tercera semana de «apagón» federal (cierre parcial de la Administación) en la que, si no se produce un acuerdo de última hora, el jueves se quedará oficialmente sin dinero para pagar sus facturas. Es el temido abismo fiscal, al que ha estado a punto de caer Estados Unidos en otras ocasiones y que de producirse esta vez crearía una situación sin precedentes. En esta delicada tesitura, Obama no ha perdido oportunidad para utilizar sus salidas para almorzar y transmitir su mensaje a los estadounidenses. Hace días lo hizo en un restaurante de comida rápida. Y ayer no dudó en ponerse un delantal verde para ayudar a los voluntarios de Martha's Table de Washington. Fundado en 1980, empezó a proporcionar bocadillos y cenas gratis para los niños después del colegio. Y estos días ha dedicado su misión a alimentar a las familias afectadas por el cierre temporal de la Administración. Obama aprovechó ayer la jornada de fiesta por la conmemoración del Día de Cristóbal Colón para interesarse por el trabajo de algunos niños que hacían mantequilla de cacahuete en este centro. Van al colegio Sidewell, el mismo al que acuden las hijas del presidente, Sasha y Malia. También había funcionarios afectados por el parón administrativo que trabajaban de voluntarios.
Mientras tanto, a pocas manzanas de allí, en el Capitolio, los legisladores intentaban llegar a un acuerdo que permita abrir al Gobierno o, al menos, evitar que Washington se tenga que declarar en bancarrota.
«Si no empezamos a hacer progresos de verdad en la Cámara [de Representantes] y el Senado y si los republicanos no están dispuestos a dejar de lado sus preocupaciones para hacer lo que es mejor para el país, nos enfrentamos a la suspensión de pagos. Esto podría tener efectos devastadores sobre nuestra economía. Todo este parón es completamente innecesario», reivindicó el presidente norteamericano todavía con los dedos pegajosos de mantequilla de cacahuete después de haber hecho un sándwich con los voluntarios. Obama convocó una reunión de urgencia con los líderes del Congreso que, al cierre de esta edición, pospuso hasta nueva orden. En todo caso, adelantó que «esta tarde les voy a pedir una vez más que abran el Gobierno, y les voy a pedir que se aseguren de que Estados Unidos pague sus facturas. Ha habido cierto progreso en el Senado con los republicanos que reconocen que no es inteligente, que no es bueno para los estadounidenses dejar que Estados Unidos se declare en suspensión de pagos. Esta gente, a la que no se le ha pagado, está deseando volver a su trabajo. Esto muestra el tipo de espíritu que hay entre los funcionarios del país. Y por cuestiones políticas no pueden desempeñar su trabajo». Se refería entonces a todos los voluntarios que le respaldaban por detrás mientras realizaba las declaraciones a las cámaras de televisión.
En el Capitolio, el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, representante de Nevada, indicó en la mañana que «estamos más cerca» de alcanzar un acuerdo. Su compañera de Cámara y partido, Amy Klobuchar, de Minnesota, reconoció a la salida de la oficina de Reid que «las negociaciones han sido productivas y positivas».
Mientras, ayer en el Senado, ante la imposibilidad de acuerdo en Washington se empezó a barajar la posibilidad de utilizar la «opción nuclear», planteada en los programas políticos de televisión el fin de semana. Con un nombre muy atractivo, quizá sea más sugerente para periodistas que políticos debido a su denominación. No es más que una maniobra parlamentaria que puede emplear el líder de la mayoría del Senado para evitar que las leyes sean bloqueadas (como ocurrió el pasado sábado con la propuesta demócrata, frenada por los republicanos). En vez de exigir la «supermayoría» necesaria para abrir y cerrar el debate, se podría aprobar la ley de ampliación de la capacidad de endeudamiento con una mayoría simple. En este procedimiento muchas veces se «secuestran» las leyes. No pueden ser firmadas por el presidente, si no se ha votado la apertura y la clausura del debate, para lo que se necesitan 60 votos, aunque se les haya dado luz verde con una mayoría simple de 51.
Aunque surtiese efecto, la solución a esta crisis debe ser aprobada «sí o sí» por la Cámara de Representantes, donde los republicanos del Tea Party parece que no temen las consecuencias de una posible bancarrota.
Mientras, en Nueva York, los índices cotizaron a golpe de titular. También el resto de los mercados internacionales empezaron a verse afectados por la incapacidad de Washington de llegar a un acuerdo. Las bolsas asiáticas cerraro con pérdidas por la crisis norteamericana. La semana pasada, en las reuniones del Fondo Monetario Internacional ya se dio cuenta de las advertencias de la directora gerente, Christine Lagarde, y del vicegobernador del Banco Central de China, Yi Gang, quien en un debate el pasado jueves trató la «desamericanización» de la comunidad internacional después de ser interrogado por el incisivo periodista de la CNN Richard Quest sobre si Pekín tenía miedo al ser el principal acreedor de Estados Unidos.
China pide «desamericanizar» el mundo
Una suspensión de pagos de EE UU traería consecuencias devastadoras para el resto de economías. Ante la posibilidad de que se produzca un nuevo «tsunami financiero», China pidió ayer «desamericanizar» el mundo. Pekín es el mayor acreedor de Estados Unidos, por lo que su economía quedaría seriamente dañada si finalmente el país quiebra. El gigante asiático aprovecha también la tensión para ejercer de contrapeso a su tradicional rival.
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