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Crímenes de guerra

Los niños ucranianos secuestrados por Putin

Al menos 16.200 menores han sido deportados a territorio ruso desde el 24-F. El TPI acusará a Rusia por estos delitos

Niños ucranianos refugiados descansan sobre su equipaje tras llegar a la estación principal de tren de Cracovia Dominika Zarzycka / Zuma Press / ContactoPhotoDominika Zarzycka / Zuma Press /

La Corte Penal Internacional de La Haya abrió procedimientos destinados a responsabilizar a Rusia por el secuestro y la deportación forzosa de miles de niños ucranianos de las áreas que su Ejército ha capturado durante su invasión del país. Actualmente, al menos 16.200 niños están confirmados, documentalmente, como víctimas de lo que Ucrania califica de una estrategia deliberada destinada a robar el país de su futuro. El número real es mucho mayor y probablemente llegue a cientos de miles de niños, según la defensora de los derechos de niños de Ucrania Daría Gerasymchuk.

«Los rusos tienen al menos cinco escenarios de secuestro de niños. El primero es cuando primero matan a los padres y luego secuestran al niño. El segundo es cuando los rusos separan a los niños de sus padres durante el llamado ‘filtrado’», ha señalado. Uno de los niños deportados, Maxim, de 12 años, fue separado de su madre mientras los rusos revisaban a todos los residentes de Mariupol en busca de posibles vínculos con las tropas ucranianas. Pasó un mes en Rusia antes de lograr llamar a su abuela en Ucrania. Eventualmente, ella pudo recuperarlo, pero Maxim aún no sabe nada sobre el destino de su madre.

Según Gerasymchuk, los rusos también se llevan a los niños directamente de las familias, privando a los «padres inconvenientes» de sus derechos de paternidad. Retiran a miles de niños de los orfanatos o escuelas internado y no permiten que la parte ucraniana tome estos niños. En muchos casos crean condiciones «absolutamente inaceptables» para la vida de los niños en el territorio ocupado, presionando a los padres para que envíen a sus hijos a campamentos en Rusia.

Un informe reciente de la ONG internacional Human Rights Watch califica las acciones de Rusia como crimen de guerra. Señala que «los niños han sido trasladados por la fuerza a Rusia y separados de sus familias, y han sufrido experiencias traumáticas de guerra y desplazamiento».

El Parlamento de Rusia cambió las leyes en mayo de 2022 para permitir que las autoridades otorguen la nacionalidad rusa a niños ucranianos, facilitando su tutela y adopción por parte de familias rusas en Rusia, aunque en muchos casos tienen familiares e incluso padres en Ucrania. Cientos de niños ucranianos han sido adoptados mientras que las normas internacionales prohíben la adopción internacional durante conflictos armados. Otro informe, del Laboratorio de Investigación Humanitaria de Yale, describe un sistema de 43 instalaciones de detención para niños que se extienden desde la costa del Mar Negro hasta Siberia. Muchos de estos están ubicados a cientos de kilómetros de la frontera de Ucrania con Rusia, incluidos dos campamentos en Siberia y uno en el Lejano Oriente de Rusia. Yale dice que ha verificado al menos 6.000 niños ucranianos detenidos por el Gobierno ruso, aunque los investigadores creen que hay miles más.

«En algunos casos estos niños son adoptados, en otros casos estos son programas de campamentos de verano donde los niños debían regresar a casa y nunca lo hicieron», explica el informe, «y en algunos casos son campamentos de reeducación». El programa está controlado por el Gobierno ruso desde arriba y es una empresa logística masiva que «no ocurre por accidente».

Una gran preocupación es que Rusia «rusifica» sistemáticamente a los niños deportados. Al menos 32 (78%) de los campamentos identificados por los investigadores parecen estar involucrados en esfuerzos sistemáticos de reeducación que exponen a los niños a una educación académica, cultural, patriótica y/o militar centrada en Rusia. Negar que sus casas fueron destruidas por las tropas rusas y, en cambio, glorificar la invasión que arruinó sus vidas puede verse como una especie de tortura psicológica a la que son sometidos estos niños. Los ucranianos informan que los obligan a cantar el himno ruso y los rusos los califican de «nazis».

Algunos padres supuestamente se negaron a permitir que sus hijos fueran a los campamentos, pero los organizadores los ignoraron e inscribieron a los niños en los campamentos a pesar de todo. Otros padres alegan que se violaron elementos específicos del consentimiento que dieron, como el plazo de estadía y los procedimientos para reunirse con sus hijos.

Según el informe, en dos campamentos, Artek y Medvezhonok, el regreso de los niños se suspendió indefinidamente. Los funcionarios dijeron originalmente a los padres de los niños que regresarían al final del verano pasado, pero luego rescindieron la fecha de regreso.

A un niño se le dijo que podía irse a casa solo si su ciudad natal, Izium, era capturada nuevamente por Rusia. A otro le dijeron que no podía volver con su familia debido a sus puntos de vista «pro-ucranianos». Sus padres en muchos casos solo se enteraron de estas decisiones por las noticias locales y no fueron informados por los organizadores. Una madre de Jersón fue a recuperar a su hija de un campamento en Crimea ocupada por Rusia solo para descubrir que su hijo había sido trasladado a Adygea y ella no había sido informada.

Los funcionarios rusos no niegan que los niños estén ahora en Rusia, pero insisten en que los campamentos son parte de un vasto proyecto humanitario para huérfanos abandonados y traumatizados por la guerra. Sin embargo, Rusia no reconoce cuántos niños hay en Rusia ni dónde están alojados.

Hasta ahora, sólo 308 niños han logrado regresar a Ucrania después de largas negociaciones caso por caso que involucraron a varios voluntarios y organizaciones en Ucrania y Rusia. “No existe un sistema unificado para la restitución de los niños y todo se decide caso por caso”, según “Salvemos Ucrania”, una de las fundaciones que lucha por la restitución de los niños a sus familias. En la mayoría de los casos, Rusia solo accede a entregar a los niños si su padre o madre llegan a recogerlos. Requiere un viaje arduo y costoso, lo que lo hace imposible para muchas familias.

Gerasymchuk subraya que poner fin a las deportaciones y garantizar el regreso de los niños a Ucrania es una prioridad máxima. En una declaración conjunta, Human Rights Watch y otras 42 organizaciones condenaron los traslados y adopciones forzosos y pidieron a Rusia que permita a Naciones Unidas y otras agencias imparciales acceso para identificar a estos niños, monitorear su bienestar y facilitar su regreso a Ucrania.