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El apoyo a Putin

Moscú - Pekín: El sólido abrazo del oso y el dragón frente a la invasión rusa de Ucrania

Con su alianza las autocracias más poderosas del mundo han unido sus fuerzas para asaltar el orden liberal liderado por Washington y sus aliados

El presidente chino, Xi Jinping y su homólogo ruso, Vladimir Putin en un encuentro el pasado mes de junio Greg BakerAP

Ha transcurrido un año desde queXi Jinping se sentara frente a Vladimir Putinen torno a una imponente mesa de caoba y declararan su «asociación sin límites». En la declaración conjunta posterior al encuentro, Rusia expresó su apoyo a la postura de que Taiwán es una parte inalienable de China, y a su vez el país asiático apoyó a la Federación Rusa en su llamamiento a poner fin a la expansión de la OTAN hacia sus vecinos.

Tres semanas después del abrazo del oso y el dragón, los tanques rusos cruzaron la frontera e irrumpieron en Ucrania, iniciando una invasión que ha devastado el país y ha provocado una enorme crisis humanitaria. Lejos de arrugarse ante aquella declaración de amor a su homólogo ruso, Xi mostró su imparcialidad en el conflicto e insistió con recelo en que no había tenido ningún aviso previo del asedio. Aunque se negó a condenar las acciones rusas, se limitó a repetir los lemas de su camarada, culpando sobre todo a la OTAN de haber provocado el estallido del conflicto.

Con su alianza, las autocracias más poderosas del mundo han unido sus fuerzas para asaltar el orden liberal liderado por Washington y sus aliados. No obstante, el respaldo tácito de China a Rusia se contradice con el apoyo declarado de Pekín a los principios de soberanía e integridad territorial, y pone en peligro sus relaciones con Europa. Así, la guerra de Putin está agravando los problemas de la segunda economía mundial, provocando una subida de los precios de la energía y los alimentos, y la notable resistencia de Ucrania y la fuerte respuesta de sus aliados probablemente hayan llevado a Xi a reexaminar sus cálculos sobre Taiwán.

China continúa a día de hoy sin condenar públicamente la invasión ucraniana e insiste sin cesar en un final negociado de la guerra. Y aunque Xi no se ha reunido con Volodymyr Zelensky, pero sí con Putin, ha enviado ayuda humanitaria a Ucrania.

A pesar de sus pretensiones de neutralidad, Pekín se ha alineado sistemáticamente con la narrativa oficial rusa en sus mensajes públicos. El gigante asiático ha criticado abiertamente las sanciones occidentales contra Moscú y sigue acusando a la OTAN de provocar y prolongar el conflicto. Algunos expertos predijeron que la guerra crearía una brecha entre las potencias, sobre todo cuando se hizo evidente que el objetivo de tomar Kiev en cuestión de días no se cumplió. Sin embargo, no fue así. En las primeras fases de la guerra, el que fuera ministro de exteriores, Wang Yi, describió la asociación sino-rusa como «sólida como una roca». En septiembre, Putin y Xi continuaron pregonando su amor en Uzbekistán, donde reafirmaron su apoyo mutuo.

No obstante, funcionarios chinos se niegan sin excepción a condenar ciertas acciones, incluida la masacre de Bucha y la crisis de Zaporizhzhia, la mayor central nuclear de Europa. Al mismo tiempo, el apoyo chino se ve condicionado al ser conscientes de los costes que la guerra tiene sobre las cadenas de suministro mundiales, la seguridad alimentaria, la proliferación nuclear y otra serie de cuestiones que perturban un orden internacional estable. Estos desafíos han colocado a Xi en una posición incómoda en la que, fundamentalmente, no quiere ver el colapso del régimen de Putin, pero al mismo tiempo ve obstaculizada la consecución de sus propios beneficios.

En el frente económico, cuando sus intereses corrían el riesgo de ser sancionados y el entorno empresarial era extremadamente incierto, China ha seguido el espíritu de las presiones occidentales. En las semanas posteriores a la invasión, los bancos chinos dejaron de financiar compras de materias primas rusas, y Sinopec suspendió las conversaciones para una inversión petroquímica y una empresa de comercialización de gas en Rusia. UnionPay, la red de pagos estatal china, asustada por posibles sanciones secundarias, se negó a trabajar con bancos rusos sancionados por Occidente. Y, en abril, el fabricante chino de drones DJI Technology suspendió todas sus actividades comerciales en Rusia y Ucrania para evitar el uso de sus drones en combate.

Desde el punto de vista financiero, China se ha basado tradicionalmente en sus relaciones con la Unión Europea y Estados Unidos para apoyar la innovación y el crecimiento. Por tanto, un aislamiento percibido de «un Occidente en conjunto» no es una opción atractiva, dadas las esperanzas chinas de lograr un robusto repunte económico tras abandonar la política de «Cero Covid». En un intento de restablecer el tono de las relaciones con la UE, su mayor socio comercial, Xi ha formado un nuevo equipo diplomático encabezado por Qin Gang, como ministro de Asuntos Exteriores, que regresa de su puesto en Washington como embajador en EE.UU. y tiene experiencia en asuntos europeos.Asimismo, la actual temeridad de Putin puede inducir a Xi y al recién estrenado Politburó del PCCh a minimizar los riesgos económicos, financieros y políticos asociados a la búsqueda de la guerra por parte del Kremlin contra un país alineado con Occidente.

En el ámbito militar, desde 2003 las dos potencias han participado conjuntamente en al menos 78 maniobras militares. Desde las actividades antiterroristas iniciales, ambos países han realizado ejercicios conjuntos incluso fuera de su vecindad inmediata, llevando a cabo simulacros y maniobras navales en el Mediterráneo o frente a las costas de Sudáfrica.

Estos simulacros se han utilizado como medida de fomento de la confianza para desproteger su extensa frontera común, y además sirven para mostrar su firme determinación frente a occidente. Una tendencia que se ha mantenido durante los últimos meses, como se vio en un ejercicio conjunto de la aviación china y rusa cerca de Japón en mayo y en la participación de China en el ejercicio ruso Vostok 2022 en septiembre.

Como Ejército que no ha librado una guerra desde una escaramuza fronteriza con Vietnam en 1979, el ejército chino está además observando de cerca la actuación de las fuerzas armadas rusas en Ucrania.