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Italia incendia sus relaciones diplomáticas con Francia

Italia incendia sus relaciones diplomáticas con Francia
Italia incendia sus relaciones diplomáticas con Francialarazon

Luigi Di Maio sale al escenario de punta en blanco. El Movimiento 5 Estrellas (M5E) ha convocado un elegante acto en Roma para presentar su medida estrella, la llamada renta de ciudadanía, y él actúa de maestro de ceremonias. Delante tiene a la plana mayor del partido, ante los que se comporta más que como un líder, como el jefe de planta de unos grandes almacenes. Impecable en las formas y en el vestuario, sus modales nada tienen que ver con los del otro vicepresidente italiano, Matteo Salvini, al que le faltan días para ponerse el uniforme de cada uno de los cuerpos del Estado y hablar así de tú a tú al ciudadano. Di Maio sí ha pasado meses buscando el centro que le ofrece ese desapego a izquierda y derecha, aunque en las últimas semanas ha adoptado los vicios radicales de su compañero de Gobierno. Ayer, tras una grave crisis abierta con Francia, escribió en Facebook: “Son tonterías, el pueblo francés es nuestro amigo”. Y junto al comentario, una foto con las reivindicaciones de los chalecos amarillos.

Cierto, los ataques no van dirigidos a los franceses, sino a su presidente Emmanuel Macron. El día anterior, el líder del M5E había culpado a la antigua política colonial de Francia del éxodo africano que termina dejando miles de muertos en el mar. El espantajo lo había sacado el domingo en televisión el combativo Alessandro Di Battista, recuperado para la causa, que sacó un billete del franco francés que aún se usa en algunos países centroafricanos como prueba irrefutable del expolio. Hartos de tanta provocación, París reaccionó convocando a la embajadora italiana en Francia, Teresa Castaldo. “En su narrativa populista, cuando un argumento se agota, se encuentra otro rápidamente, como esta moneda, que es un ente abstracto con el que atacar al enemigo necesario”, asegura Massimiliano Panarari, politólogo de la Universidad Luiss y experto en el M5E.

El año pasado, en plena búsqueda de grupo parlamentario europeo, Di Maio sondeó a En Marche, de Emmanuel Macron. Eran los tiempos en los que el presidente francés deslumbraba en Europa y éste le dijo que no. Ahora, con las elecciones europeas en el horizonte, el M5E sigue descolgado, lejos del frente soberanista construido por Salvini, del que intenta desmarcarse; y sin el respaldo de ninguna corriente progresista que los acepte. Los ‘grillini’ empiezan a ser víctimas del mismo eclecticismo que antes les permitió llegar a un amplio electorado. Por eso, “Macron se convierte en el enemigo perfecto, como representante del establishment, y buscan aliados en los chalecos amarillos”, incide Panarari. El M5E les ofreció apoyo logístico a los manifestantes franceses, pero también estos lo rechazaron.

No es casual que la crisis diplomática desatada por Italia se produzca en el mismo momento en el que Francia y Alemania firmaban un acuerdo que recupera el tradicional eje bilateral europeo. En juego están dos visiones opuestas de la UE e Italia, marginada una vez más por París y Berlín, ha decidido dar la batalla tirando de un mayor peso de las naciones. En ese discurso lleva meses instalado Matteo Salvini, al que esta nueva polémica le supo a gloria para ver refrenados sus argumentos. “En África hay gente que sustrae riqueza a los pueblos y Francia está evidentemente entre ellos”, dijo. Las constantes disputas han girado entorno a los intereses petrolíferos en Libia, a la inmigración e incluso se han producido en el ámbito cultural, con la negativa italiana a prestar al Louvre obras de Leonardo Da Vinci en el 500 aniversario de su muerte. La suspicacias históricas entre ambas nacionalidades hacen de Francia un rival natural para Italia y de Macron la némesis del Gobierno euroescéptico de Roma.

Pero si hay alguien a quien todo este embrollo le genera hastío es precisamente al titular de ese Ejecutivo, Giuseppe Conte, hombre moderado e interlocutor del presidente francés en las cumbres internacionales. Ayer, el primer ministro italiano trató de calmar las aguas sin desautorizar a sus vicepresidentes: “Italia trabaja con Francia para encontrar soluciones comunes; Europa debe actuar de forma coral para estimular el desarrollo económico de los países africanos”. Conte apaga el fuego y el presidente de la República, Sergio Mattarella, traga saliva ante el roto institucional abierto en su país.