Elecciones

Los iraníes eligen presidente en medio de la apatía y la represión

Solo uno de los cinco candidatos es reformista en unas elecciones anticipadas por la muerte de Raisi en un accidente de helicóptero en mayo

Supporters of Iran's parliament speaker Mohammad Bagher Qalibaf, the most prominent hard-line candidate for the presidential election, attend his campaign gathering in Tehran, Iran, Wednesday, June 26, 2024. (AP Photo/Vahid Salemi)
Seguidores del candidato conservador Mohammad Baqer Qalibaf en un mitin electoral en TeheránASSOCIATED PRESSAgencia AP

Más de 61 millones de personas están llamadas hoy a las urnas en unos comicios presidenciales anticipados convocados tras la muerte en accidente de helicóptero el pasado mes de mayo de Ebrahim Raisi cuando regresaba de una visita oficial a Azerbaiyán. La muerte de quien, según los especialistas, era uno de los candidatos mejor situados para suceder al ayatolá Ali Jamenei, de 85 años y jefe del Estado desde 1981, como líder supremo del régimen ha puesto a prueba nuevamente a un régimen cada vez más contestado por las nuevas generaciones y en medio de una dura coyuntura económica para la población iraní.

Irán se enfrenta a una economía duramente golpeada por las sanciones occidentales, cuyas consecuencias vienen sufriendo especialmente las clases medias y bajas. Y con los ecos aún vivos de las mayores protestas contra las autoridades en los últimos años, en particular tras la muerte en septiembre de 2022 de la estudiante Mahsa Amini a manos de la Policía de la Moral en Teherán y la negativa de las mujeres a llevar el pañuelo obligatorio. Un movimiento aplastado por el régimen a base de detenciones y ejecuciones.

La elección del nuevo presidente se produce además en medio de un momento de gran tensión regional a raíz de la ofensiva de Israel contra Hamás en la Franja de Gaza y las disputas en torno al programa nuclear iraní. El apoyo del régimen a una pléyade de milicias proxy a lo largo de Oriente Medio, especialmente intenso desde el pasado mes de octubre, acerca peligrosamente la posibilidad de una guerra abierta entre Irán e Israel. Una posibilidad que, a pesar del ataque dirigido contra suelo israelí el pasado 14 de abril, Teherán ha evitado sin dejar de patrocinar a grupos como Hizbulá o los rebeldes chiíes de Yemen.

Como viene siendo habitual en los últimos años, a través del Consejo de los Guardianes –integrado por clérigos y juristas y supervisado por el ayatolá—, la maquinaria del régimen ha tumbado las candidaturas más reformistas. No en vano, sólo uno de los cinco contendientes -uno de ellos se retiró en las últimas horas— que se medirán hoy en las urnas puede ser considerado aperturista: Masoud Pezeshkian. El resto, tres candidatos tradicionales y uno ultraconservador.

“Hay más candidaturas en el bando conservador. Dos de ellas representan el ala dura del régimen como son Mohammad Baqer Qalibaf y Saeed Yalili. Esta división podría favorecer a Pezeshkian, pero todo dependerá de la movilización. Por último, hay que tener en cuenta que los fieles a los candidatos conservadores suelen participar independientemente del candidato ya que su objetivo es la supervivencia del régimen. Los conservadores consideran que participar en las elecciones es una obligación política y religiosa”, explica a LA RAZÓN el analista político Daniel Bashandeh.

“Las diferencias entre reformistas y conservadores se han diluido con el paso del tiempo. Los reformistas no han cumplido las expectativas y han perdido credibilidad de cara a la población. Gran parte ha sido por la arquitectura legal e institucional de la República Islámica que garantiza al líder supremo marcar la dirección política del país y condicionar la acción política de los presidentes”, abunda el especialista en temas iraníes.

Poco conocido por el gran público antes de inscribirse en la campaña, Pezeshkian ha atraído a grandes multitudes en Teherán y otras grandes ciudades por su rechazo a la obligatoriedad del velo islámico y sus posiciones menos hostiles hacia Occidente. Entre sus aliados más destacados se encuentra el ex ministro de Asuntos Exteriores Mohammad Javad Zarif, que dirigió las negociaciones del acuerdo nuclear.

Los candidatos en liza han llegado a la fase final del proceso tras superar el filtro del Consejo de Guardianes, que eliminó a un total de 76 candidatos, entre ellos el ex presdidente Ahmadineyad y el antiguo líder del Parlamento Alí Lariyani, quienes ya fueron apartados del proceso en 2021, sin más explicaciones. Uno de los principales favoritos es Mohamad Baqer Qalibaf, un excomandante de unidad de la Guardia Revolucionaria, antiguo alcalde de Teherán y actual presidente del Parlamento que ha figurado en el listado de candidatos en varias ocasiones, sin llegar nunca a ser considerado como uno de los principales aspirantes.

Las de hoy serán las segundas elecciones que se celebran de forma anticipada desde el nacimiento en 1979 de la República Islámica. También las segundas del año tras las legislativas de marzo y mayo (primera y segunda vuelta respectivamente). Unos comicios, los parlamentarios, que marcaron una participación mínima. Ante la previsión de una baja concurrencia, el líder supremo, Ali Jamenei –auténtico poder ejecutivo del régimen, última palabra en las grandes cuestiones de Estado— ha llamado a la población en las últimas fechas a acudir masivamente a las urnas.

“Todo dependerá de la participación. Recordemos que las últimas elecciones fueron en las que menos personas fueron a votar dejando claro su descontento con la República Islámica.. El pueblo iraní acudirá a las urnas con la experiencia de las últimas protestas derivadas por la muerte de Mahsa Amini. Ningún candidato ha recogido las causas de estas últimas protestas. Sin embargo, entre la élite política sí que está moviéndose piezas. Los candidatos reformistas Mohammad Jatami y Hassán Rohaní han apoyado la candidatura de Masoud Pezeshkian para intentar movilizar a la población y persuadir a los críticos con el régimen. Está por ver si esto dará resultado”, zanja Bashandeh.