Polémica de los aranceles
Guerra comercial, proteccionismo suicida
No parece proporcional que a dos socios muy preferentes como Canadá y México se les impongan aranceles más severos que a China, definido como el adversario principal de los EEUU
En plena negociación del acuerdo de libre comercio de América del Norte (NAFTA) el presidente Republicano más influyente del siglo XX, verdadero icono y referente del mundo conservador moderado mundial, Ronald W. Reagan, pronunció el 12 de marzo y de nuevo el 26 de noviembre de 1988 dos discursos radiofónicos sobre las guerras arancelarias y el proteccionismo. Ambos discursos subrayan las contradicciones en este terreno de la Administración Trump y sus aranceles, así como a los demócratas que dicen oponerse, pero con pocos argumentos que son justamente lo contrario de lo que decían en aquellos años.
El presidente Reagan fue un político injustamente denostado y ridiculizado por las izquierdas de la época, y cuya talla y legado sólo se ha entendido décadas más tarde. Su defensa del libre comercio es tan actual que no me resisto a entresacar algunos de puntos principales de la posición de Reagan en ambas intervenciones:
1) El proteccionismo es enemigo frontal de la prosperidad, crecimiento, creación de empleo, de la productividad, es derrotista y contrario al espíritu americano y a las ideas fundacionales de los EEUU.
2) La guerra arancelaria y el proteccionismo que la inspira son una amenaza a la economía y la seguridad nacional de los EEUU, así como a todo el mundo libre.
3) El comercio no puede estar acompañado por la palabra guerra, el comercio debe ser justo y equilibrado y hay que reforzar los mecanismos para imponer el cumplimiento de las normas y principios del comercio justo a quienes tratan de jugar sucio.
4) El proteccionismo es una forma de nacionalismo y demagogia barata, apenas una hoja de parra que no logra cubrir sus vergüenzas.
5) Nuestros socios pacíficos en el comercio internacional, no son nuestros enemigos, son nuestros aliados, hay que tener cuidado con los demagogos que promueven las guerras arancelarias, el proteccionismo es estancamiento, pobreza y demagogia.
La última vez que los EEUU iniciaron una guerra comercial generalizada fue en 1930 con la aprobación de la ley SMOOT-HAWLEY que imponía aranceles de manera generalizada (no ha habido nada parecido hasta febrero de 2025) que justamente fue uno de los motores de la Gran Recesión.
En aquel entonces los promotores de la medida lo hacían por motivos aparentemente económicos, hoy las barreras arancelarias erigidas por Trump y su administración han sido inspiradas por motivos políticos y estratégicos. Sin embargo, estos móviles políticos, y algunos podrían argumentar que incluso geopolíticos y geoeconómicos, tendrán consecuencias indeseadas a medio plazo incluso de si se eliminan a corto plazo.
No parece proporcional que a dos socios muy preferentes como Canadá y México se les imponga aranceles más severos que a China, definido como el adversario principal de los EEUU, como lo definió el propio secretario de Estado Marco Rubio en sus sesiones de confirmación en el Senado de los EEUU. Esto deja el acuerdo de libre comercio de Norte América (NAFTA) en papel mojado.
Trump ha justificado los aranceles impuestos a México por su aparente incapacidad de luchar contra los carteles de la droga y controlar su frontera. En efecto, no podemos minimizar el gravísimo riesgo que supone para EEUU y el mundo en general los brutales y poderosísimos carteles de la droga de México. Por eso las urgentes medidas adoptadas para el control de la frontera, con el envío de 10.000 militares por parte del gobierno de la presidenta Scheinbaum.
Tras una conversación entre ambos jefes de Estado, se anunció la congelación durante 30 días de los aranceles estadounidenses a México. Los portavoces de la administración Trump insisten que no se trata de una guerra comercial y arancelaria, sino de una guerra contra el crimen organizado que entra a los EEUU por las fronteras terrestres del norte y del sur, el envío de tropas mexicanas a la frontera, parece darles la razón.
Por otra parte, el comercio con Canadá genera más de 9 millones de puestos de trabajo directos, con México más de 6 millones y la UE por encima de los 7.5 millones. En Canadá en comercio bilateral soporta 8 millones de puestos de trabajo. La interdependencia económica en Norte América es muy intensa y las medidas serán mucho más gravosas de lo que prevé la nueva Administración estadounidense y que después las ventajas serán superiores a los inconvenientes.
Las guerras comerciales y arancelarias como la desatada por la ya mencionada desastrosa ley SMOOT-HAWLEY, tendrá consecuencia muy seria para la economía mundial y el libre comercio tal y como lo hemos conocido en estas últimas 4 décadas desde las políticas librecambistas de Reagan habrían fenecido.
Volvemos a nuestra frase ya conocida por nuestros lectores, hay que tomarse a Trump en serio no al pie de la letra, el problema es que en algunos sectores los amagos tienen consecuencia impredecibles y duraderas. Drew Dilkens alcalde conservador de la ciudad canadiense de Windsor, que es la vecina canadiense de Detroit, lo definió muy gráfica y brillantemente, “esto es como montar un pelotón de fusilamiento colocado en círculo, todos acabaremos muertos”.
La respuesta de los responsables políticos canadienses ha sido tan predecible como inútil. La UE necesita entender a quien tiene enfrente, la combinación de nacionalismo, “americano-centrismo” y la naturaleza transaccional del nuevo presidente. Todo esto va a requerir de la UE mayor grado de visión histórica, coraje y audacia política, conocimiento de los EEUU, capacidad de liderazgo, flexibilidad negociadora y firmeza en la defensa de los intereses europeos. Mucho me temo que la clase política europea está hoy a años luz de ese perfil.
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