Triple homicidio
La guerra entre cárteles de la droga en México se cobra la vida de tres surfistas
Los asesinatos, que golpean la línea de flotación de la industria turística, se producen en plena campaña para las presidenciales
Es inusual ver a surfistas protestando. Pero esa es la imagen que protagonizó este fin de semana la vida del puerto mexicano de Ensenada, donde la comunidad practicante de este deporte convirtió sus tablas en pancartas para protestar por la violencia que le quitó la vida a tres de sus integrantes.
Las tres víctimas son los hermanos australianos Callum y Jake Robinson y su amigo estadounidense Jack Carter, quienes solo estuvieron en ese poblado por poco más de un día. Llegaron el 26 de abril provenientes de California, desde donde habían cruzado la frontera a territorio mexicano. Menos de 48 horas después nadie sabía de su paradero.
Sus cuerpos fueron encontrados el 3 de mayo en un pozo de 15 metros de profundidad y con agua junto al cadáver de otra persona cuya identidad se desconoce, pero que las autoridades no creen tenga relación con ellos. La camioneta en la que se desplazaban fue hallada quemada.
Las autoridades mexicanas han tomado el poblado y agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos participan de la investigación. Se asume que todo inició por un robo, unos sujetos llegados en una camioneta blanca quisieron despojarlos de la que ellos usaban para trasladarse. La fiscal María Elena Andrade ha detallado que los surfistas se resistieron y fueron asesinados por ello. Recibieron disparos en la cabeza.
Los tres surfistas, dos de 30 y uno de 33 años, estaban de acampada. Partirían de Ensenada, un concurrido lugar en el estado de Baja California, hasta llegar a Rosarito. Nunca llegaron. Fue el indicio más claro de que algo había salido muy mal que tuvo la madre de los australianos, Debra Robinson, quien mostró en Facebook su preocupación por la falta de comunicación de sus hijos. Ahora las familias esperan la repatriación de los cuerpos.
Las autoridades han detenido a tres personas. Dos de ellas en posesión de drogas y otra –identificado como «El Kekas»– por el delito de desaparición forzada. A este último se le señala de estar involucrado en otras actividades ilícitas como venta de drogas y robo de autos. Estaban en posesión de un celular de las víctimas y la supuesta arma homicida.
Pero la versión oficial del robo es cuestionada por quienes saben que Ensenada y zonas aledañas no escapan de la influencia de las bandas criminales y cárteles del narcotráfico.
Por su posición geográfica, Ensenada es un punto clave en materia de narcotráfico y trasiego de drogas. El puerto está ubicado a 110 kilómetros de la frontera con Estados Unidos y a 82 del Aeropuerto Internacional de Tijuana. Además es un destino turístico de gran atractivo para ciudadanos estadounidenses y tiene una amplia comunidad de expatriados.
La violencia en la zona se incrementó hace cinco años, con la llegada de integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación queriendo disputar el control territorial al Cártel de Sinaloa y algunas células del Cártel de Tijuana. La localidad está en el epicentro de una guerra territorial entre bandas por «las plazas», las rutas del narcotráfico y tráfico de personas hacia el norte y de armas legales hacia el sur.
El asesinato de los tres surfistas puede impactar fuertemente la industria del turismo en Baja California, un sitio de habitual visita para ciudadanos estadounidenses por la cercanía con la frontera. De hecho, algunas voces han intentado hacer control de daños reputacional.
Karim Chalita Rodríguez, presidente del Comité de Turismo y Convenciones (Cotuco) del municipio ha dicho que Tijuana (epicentro de las visitas) «sigue siendo segura y esto es un acontecimiento que pasó a cuatro horas y media de aquí». En su declaración ha apuntado que el crimen contra los extranjeros no sucedió en Ensenada, si no en un lugar remoto de difícil acceso.
El suceso ocurre en medio de la campaña presidencial, aunque ninguna de las dos principales candidatas, la oficialista Claudia Sheinbaum y la opositora Xóchitl Gálvez –quien ha dicho estar dispuesta a usar «balazos» en su Gobierno–, se ha referido a lo ocurrido. Tampoco lo ha hecho el presidente Andrés Manuel López Obrador.
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