Grecia
La primera huelga bajo el Gobierno de Syriza pone rostro al descontento
Grecia vive hoy la primera huelga general contra el Gobierno izquierdista, una protesta que ha puesto rostro al gran descontento popular que se palpa a diario contra unas políticas de austeridad que no han cambiado con el primer ministro Alexis Tsipras. El seguimiento ha sido desigual, como suele ocurrir en las múltiples huelgas que ha sufrido Grecia en los más de seis años que dura la crisis: notable en los servicios públicos y escasa en el sector privado.
"El problema es que no hay dinero en las tiendas y tienen que estar abiertas para sacar lo mínimo, porque no se gana nada", explica a Efe Aléxandros, un comerciante de telas en el centro de Atenas, quien recalca, sin embargo, que no por abrir deja de tener motivos de crítica contra el Gobierno de Syriza.
"Nos sentimos muy traicionados. Parece un Gobierno de derechas, la verdad", añade.
La huelga ha tenido también un seguimiento dispar entre las grandes urbes y las provincias, y mientras en Atenas la vida cotidiana en los barrios continuó siendo normal, en pequeñas ciudades como Volos, por ejemplo, prácticamente toda la actividad comercial se paralizó.
En organismos oficiales, hospitales y transporte público el seguimiento ha sido amplio, mientras que buena parte de bancos y farmacias, cuyas asociaciones se habían sumado a la protesta, abrieron.
La huelga en contra de las políticas de austeridad y los programas de recorte había sido convocada por los dos principales sindicatos sectoriales, el del sector público, Adedy, y el del privado, GSEE, por un lado, y el comunista PAME, por el otro.
Absoluto fue el seguimiento del paro en los medios de comunicación, y en la televisión y la radio solo se emitieron programas de archivo, con excepción de unos pocos informativos centrados exclusivamente en la huelga.
En el tráfico aéreo las cancelaciones afectaron únicamente a vuelos domésticos, mientras que los internacionales operaron con normalidad.
En la manifestación celebrada en el centro de Atenas participaron cerca de 20.000 personas, indicó a Efe un portavoz policial, una cifra comparable a la media de las huelgas generales que hubo el contra el Gobierno del conservador Andonis Samarás.
"Estoy decepcionado y me siento traicionado por el Gobierno de Syriza y pienso que debemos reiniciar la lucha contra el capitalismo y el liberalismo que se ha impuesto en el mundo, en España y en Europa, opinaba Tasos un profesor de un colegio privado, de 50 años.
A su juicio, los pueblos tienen que luchar para volver a recuperar los derechos laborales conquistados hace un siglo, derechos que, dice, se han perdido, lo que ha vuelto a convertir al pueblo en esclavo.
Entre los ciudadanos que se sienten decepcionados de Tsipras, a quien votaron al menos en una de las dos elecciones que se celebraron este año figura Kali, una empleada de comercio, de 39 años.
"Han cambiado, no son un Gobierno de izquierdas... y lo que han hecho es peor que de lo que hicieron los anteriores. Quiero que el Gobierno reciba el mensaje de que la gente no los apoya, ni en las negociaciones (con los acreedores), ni tampoco en sus (propios) planes", sostiene Kali.
Algunos reconocen sentirse desconcertados por salir a la calle contra un Gobierno de ideología afín.
"Es una locura, estamos protestando contra un Gobierno de Syriza que en teoría también apoya esta manifestación", añade Kali, en alusión a que la sección sindical de Syriza también se sumó a la convocatoria a la huelga.
Mientras tanto, continuaron hoy en Atenas las negociaciones entre los acreedores y el Gobierno para desbloquear un subtramo de 2.000 millones de euros del rescate y de 10.000 millones de euros para la recapitalziaicón de la banca.
Entre los principales escollos por salvar figuran las ejecuciones hipotecarias, la cartera de créditos morosos de los bancos y las devoluciones a plazos de las deudas a Hacienda y a la Seguridad Social. Efe
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