Jurista y profesor de Derecho de profesión. Cuando el Movimiento 5 Estrellas (M5E) lo llamó para encabezar el Gobierno que acababan de acordar con la Liga se definió a sí mismo como «el abogado del pueblo»

Giuseppe Conte no es un político, sino un primer ministro por accidente. Jurista y profesor de Derecho de profesión, cuando el Movimiento 5 Estrellas (M5E) lo llamó para encabezar el Gobierno que acababan de acordar con la Liga se definió a sí mismo como «el abogado del pueblo». Antes de las pasadas elecciones, el M5E lo presentó en una lista informal de futuros ministros, aunque finalmente se terminó convirtiendo en una especie de mediador entre sus vicepresidentes: el líder de la Liga, Matteo Salvini, y de los «grillinos», Luigi Di Maio.

Ya en sus primeras comparecencias se vio que tendría las manos atadas por los dirigentes de ambos partidos, pero desde su discurso de legislatura mantuvo un tono moderado. Ésa ha sido su principal función en estos catorce meses de experiencia de Gobierno, mantener a raya a dos vicepresidentes que siempre se han mantenido en campaña electoral. Conte era el encargado de negociar en Bruselas, mientras desde Roma Di Maio y Salvini cargaban contra las instituciones europeas. Y gracias al mejor talante del primer ministro, Italia consiguió salvar un procedimiento de infracción por parte de la Comisión Europea por déficit excesivo. En una de esas reuniones, se le vio junto a Angela Merkel, lamentándose por el carácter explosivo de Salvini.

Este papel le ha ido otorgando con el tiempo un perfil propio. El presidente de la República, Sergio Mattarella, ha confiado en él como uno de sus pocos aliados en el Gobierno para mantener el orden institucional. Tanto es así que con el liderazgo de Di Maio muy tocado, en el M5E se plantean presentarlo como candidato en caso de que haya elecciones anticipadas. Quizás no haga falta, si hay una nueva alianza con el PD, y en ese escenario no se descarta que Conte vuelva a recibir el encargo de Mattarella para formar Gobierno.

En los últimos meses, el primer ministro ha tomado distancias con Salvini, desautorizándolo como en el caso de la posible financiación rusa de la Liga o en materia migratoria. Ayer, le dio un severo rapapolvo al ministro del Interior, aunque después éste se preguntó cómo había sido posible que aguantara tanto tiempo en el Gobierno si realmente tenía una posición tan opuesta a la suya.