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George W. Bush
Giro a la derecha en el Supremo de EE UU tras la renuncia de un juez moderado
Anthony Kennedy fue decisivo para la legalización del matrimonio gay en 2015.
Anthony Kennedy fue decisivo para la legalización del matrimonio gay en 2015.
A la América liberal se le acumulan las catástrofes. La última, quizás la más relevante, la renuncia de juez del Tribunal Supremo, Anthony Kennedy, de 81 años, que ha confirmado mediante una carta al presidente Donald Trump su decisión de jubilarse en julio. Se trata del magistrado que rompió empates una y otra vez entre los bloques conservador y progresista del Supremo. Un hombre moderado, que lo mismo votaba junto a sus compañeros más liberales en la cuestión del matrimonio homosexual como se alineaba, ayer mismo, con los jueces conservadores para proclamar la constitucionalidad del veto migratorio. Sin olvidar, eso sí, que en sus últimas decisiones parecía más proclive a votar junto a la mayoría conservadora.
«Ha sido un gran juez del Tribunal Supremo», comentó Trump poco después de reunirse con el propio Kennedy, «Un hombre que ha demostrado una clarividencia, una gran clarividencia». Con infrecuente modestia, añadió que le habría preguntado por la posibilidad de que sugiera los nombres de posibles sustitutos. «Personas», dijo el magnate, «a las que respete y que pudieran ocupar su asiento».
Fuentes de la Casa Blanca aseguraron a la cadena de televisión CNN que Trump quiere tener a un nuevo juez confirmado antes de las elecciones legislativas de noviembre, por lo que nominará a alguien «en cuestión de semanas». «Queremos ir lo más rápido posible», señaló Trump al ser preguntado si no prefiere esperar hasta después de esos comicios.
El buen humor del presidente está más que justificado. Después de que el Partido Republicano, con mayoría en las dos Cámaras, impidiera al ex presidente demócrata Barack Obama suplir al juez Antonin Scalia, fallecido en 2016, Trump pudo nombrar a su propio candidato, Neil Gorsuch, en 2017. Pero la retirada de Kennedy puede cimentar el gran cambio de tendencia en un tribunal que parecía más o menos estable entre dos polos ideológicos. Obama nombró a dos jueces, Sonia Sotomayor y Elena Kagan, pero fracaso con Merrick Garland, su candidato para sustituir a Scalia, y, por tanto, dejó la puerta abierta a los conservadores. La edad de otros dos jueces considerados progresistas, Ruth Bader Ginsburg, que tiene 85 años, y Stephen Breyer, de 79, ambos nombrados por Bill Clinton, abren la puerta a que en un plazo no muy lejano el Supremo esté copado por los tres jueces propuestos por George W. Bush y el propio Trump, que, de momento, y con la sustitución de Kennedy ya tendrá otros dos, o sea, tantos como Obama. Si acaban por ser cuatro, la mayoría conservadora podía ser de siete contra dos.
La senadora demócrata Kamala Harris ya apuntaba ayer la previsible resistencia de su partido a los candidatos de Trump. «Son ideólogos conservadores», dijo, «pero no juristas importantes». «No podemos y no los aceptaremos para servir en la corte más alta de la tierra», avisó. No olvidan que los republicanos boicotearon la posibilidad de que Obama eligiera al sustituto de Scalia porque faltaban meses para las presidenciales.
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