Defensa
Una fábrica de armas de Irlanda del Norte, a pleno rendimiento para abastecer a Ucrania
La planta norirlandesa del grupo francés produce los misiles antiaéreos Starstreak, que pueden apuntar tanto a un objetivo terrestre como a un dron en vuelo
Los tubos lanzamisiles se alinean en la cadena de montaje, en gran parte automatizada y recién inaugurada, en la fábrica de Thales, en Belfast, para satisfacer la demanda de armas de Ucrania a Reino Unido.
La fábrica funciona a toda velocidad para hacer frente a la necesidad de Ucrania de misiles antitanques y antiaéreos.
La planta norirlandesa del grupo francés produce los misiles antiaéreos Starstreak, los LMM, un misil modular ligero que puede apuntar tanto a un objetivo terrestre como a un dron en vuelo.
Thales también ensambla, por encargo de la sueca Saab, los misiles antitanque portátiles NLAW.
La producción, que había bajado de forma ostensible tras el fin de la guerra fría, "se ha duplicado en dos años hasta alcanzar el nivel más alto que jamás hayamos visto, y se duplicará de nuevo en los próximos dos años", afirma Alex Cresswell, presidente de la rama británica de Tales.
Sin embargo, el empresario no quiso desvelar las cantidades producidas de estos misiles de corto alcance, de 800 metros para el NLAW y de 7 kilómetros para el Strastreak o el LMM.
Todos ellos tienen la particularidad de poder ser disparados desde el hombro y de haber conocido su bautismo de fuego en el frente ucraniano.
Antes incluso de la invasión rusa, los británicos ya habían suministrado a Ucrania más de 3.500 NLAW y prometieron desde las primeras semanas del conflicto la entrega de 6.000 misiles adicionales, incluidos Starstreak y LMM.
Desde el inicio de la guerra, Londres ha proporcionado 7.100 millones de libras (9.035 millones de dólares) de ayuda militar a Ucrania, lo que convierte al Reino Unido en uno de los principales apoyos de Kiev.
"En 2022, los productos de Thales Belfast se convirtieron en un activo esencial de los suministros británicos a Ucrania", señala en un informe el grupo de expertos londinense Rusi, lo que muestra "el valor de las armas de poco coste, que han desempeñado un papel importante para impedir que los rusos aspiren a una victoria rápida".
Thales también formó a cientos de soldados ucranianos, por encargo del ejército británico, en el manejo del Starstreak, un misil cuyas tres flechas explosivas de wolframio, impulsadas a una velocidad de 3.600 kilómetros por hora, logró derribar a varios helicópteros rusos.
Para hacer frente al aumento de la demanda, la fábrica contrató a 140 personas el año pasado para llegar a 900 empleados y planea sumar a otras 100 este año.
En una enorme sala, técnicos equipados con grandes lupas y soldadores ensamblan componentes de misiles.
Al fondo, el espacio dedicado al montaje de los NLAW tiene al lado una zona desocupada, destinada a albergar próximamente una segunda línea de producción.
Componentes, materias primas... el fabricante ha sabido "anticiparse a cualquier atasco" en la producción, celebra el director comercial de la firma, Angus Cameron.
Para realizar las entregas rápidamente, Thales previó los contratos y realizó por cuenta propia pedidos a su cadena de proveedores para que estuvieran disponibles cuando llegara el momento, explica Alex Creswell.
Una previsión necesaria si se tiene en cuenta que la producción de algunos elementos de los misiles, como motores y ojivas, pueden necesitar hasta tres años.
De este modo, en 2013, tres años después del último pedido británico de Starstreak, un misil en servicio desde mediados de los años 1990, "asumimos un compromiso muy significativo con la cadena de suministro de Starstreak y todavía hoy tenemos algunos de los componentes necesarios para la fabricación de misiles", añade Creswell.
Pero con las ventas de exportación firmadas desde entonces, "queda muy poco que podamos fabricar" en caso de pedidos adicionales.
"El factor que limita no son nuestras propias instalaciones", según Alex Cresswell, "sino la cadena de suministro".
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