Elecciones en Portugal
El Vox portugués aspira a ser la llave del futuro Gobierno
Chega, que irrumpió en el Parlamento en 2019, quiere formar grupo propio y facilitar un Ejecutivo de la derecha frente a Costa
«No estaría contento, incluso si Chega crece, si Antonio Costa gana». Es la frase que resume las intenciones del partido de ultraderecha Chega, pronunciada esta semana por su líder y absoluto protagonista del proyecto, André Ventura. El partido, nacido en 2019, año en el que entró en el Parlamento luso con un único diputado –Ventura– aspira ahora a formar grupo propio, a lograr un porcentaje de voto de dos dígitos y, sobre todo, echar al primer ministro, António Costa, su enemigo en unas elecciones en las que la extrema derecha puede ser clave para lograrlo.
Las encuestas dicen que no es una aspiración imposible. A Chega se le concede en los sondeos la posición de tercera fuerza, detrás del Partido Socialista de Costa, que será a todas luces el vencedor, pero sin una mayoría clara que le garantice su tercera legislatura, y el PSD (centro derecha), líder de la oposición, que ha repetido constantemente que no quiere asociaciones con Chega. Pero las matemáticas obligan al entendimiento.
Según el último sondeo disponible, los socialistas lograrían el 37% de los votos, el PSD 33% y Chega el 6%. La distancia del ultraderechista puede parecer abismal, pero si se traduce a proyección de escaños, tienen opciones de ser protagonista: con las cuentas actuales, Costa obtendría entre 99 y 110 diputados –la mayoría se alcanza con 116–, el PSD de Rui Rio entre 89 y 100, y Chega, entre 7 y 9.
Aún no sumaria la mayoría absoluta con el PSD, pero muchas variables entran en juego el día 30 que pueden llevar a que Costa, pese a ganar, no logre formar Gobierno, como el desencuentro que vive con sus socios del Partido Comunista y el marxista Bloco de Esquerda, que obtendrían alrededor de cinco escaños cada uno y que, al retirar el apoyo al primer ministro, forzaron la convocatoria de elecciones anticipadas.
Ahora piensan vender la piel cara, y con un Costa siempre reacio a ceder, Chega ve su oportunidad de facilitar un Gobierno en minoría a Rio. También influye la incógnita de las encuestas. Si ya falló la de las elecciones municipales de septiembre en Lisboa, que pronosticaba un triunfo socialista que acabó en victoria del PSD, con un regreso así a la alcaldía más importante de Portugal tras 14 años, muchos son los que dudan de que los electores estén diciendo toda la verdad en las encuestas.
Algunos especialistas señalan además lo clave que resulta para populismos de derecha la visibilidad mediática, algo que Chega está explotando en su cuota de participación en una treintena de debates políticos a los que asiste el país antes y durante la campaña y que aún puede generar réditos.
Sea como fuere, Ventura ya está preparado para ir a por todas. «Van a decir que somos una amenaza a la democracia. ¿Va a ser duro? Lo será. ¿Tendrá costes? Los tendrá. Pero sobre todo va a abrir los ojos a mucha gente, porque el día 30 seremos la tercera mayor fuerza política nacional y mandaremos a Antonio Costa a casa», sostiene. Con semejante discurso, no son pocos en Portugal los que le auguran entendimientos al PSD para formar Gobierno, aunque no acabe necesariamente en él a través de una coalición; así lo hizo al ayudar a formar el Ejecutivo de la región de Azores en 2020.
Por ahora, Rio le rechaza. Según Ventura, quienes tienen problemas con su formación no tienen como excusa su radicalismo, sino su deseo de «cortar lazos con los clientelismos», uno de los caballos de batalla de los ultraderechistas, que se presentan como opuestos a la corrupción y el sistema actual los grandes partidos. Proponen además «adelgazar» el Estado, incluso el número de diputados, acelerar el demorado tiempo de la Justicia portuguesa, y arremeten especialmente contra lo que denominan «la extrema izquierda».
Todo el poder se concentra en Ventura, un ex miembro del PSD que se lanzó a la aventura creando el partido en 2019, logrando con su único escaño ser la primera formación de extrema derecha que entraba en el Parlamento de Portugal desde que volvió la democracia en 1974 y fue candidato en las elecciones presidenciales de hace año.
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