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Crisis diplomática

El enfrentamiento entre Rusia y la OTAN en África tiene su rostro en Mali y Mauritania

Aumentan las tensiones entre los dos países africanos, donde la OTAN cada vez muestra una mayor predisposición a colaborar con Mauritania para contener la influencia rusa

Sergei Lavrov en una visita a Mauritania en 2023. RUSSIAN FOREIGN MINISTRY PRESS SEFE

Las tensiones existentes entre Mauritania y Mali amenazan el precario equilibrio de poderes en la región del Sahel, asediada desde hace lustros por el yihadismo armado y los golpes de Estado con su subsecuente deriva autoritaria. Ambas naciones africanas se encuentran hoy en un punto crítico de sus relaciones, donde los últimos meses sirven para demostrar la frágil situación que se vive en la frontera de 2.260 kilómetros que comparten.

El último acontecimiento relevante tuvo lugar este lunes, momento en que Mauritania condujo una serie de ejercicios militares a lo largo de su frontera compartida con Mali. El ejército mauritano confirmó los ejercicios en su página de Facebook, indicando que su objetivo era determinar las “necesidades logísticas” de las unidades militares y “probar armas de infantería, artillería, cañones antiaéreos, lanzacohetes y aviones de combate”. “Armas aéreas, artillería y fuerzas especiales participaron en la destrucción de un hipotético enemigo que intentó infiltrarse en el territorio nacional con el propósito de llevar a cabo un acto agresivo”.

Estos ejercicios no serían relevantes de no considerarse las últimas tensiones nacidas entre Mali y Mauritania como consecuencia de las ocasionales incursiones realizadas por las Fuerzas Armadas Malienses (FAMa) en colaboración con operativos rusos integrados en las Africa Corps (conocido previamente como Wagner). El 9 de abril irrumpieron en la aldea fronteriza de Fassala, en el curso de una persecución que pretendía dar caza a militantes del movimiento independentista de Azawad y asesinando en el proceso a un civil mauritano. El 4 de marzo, cuatro civiles mauritanos que viajaban por Mali a través del paso de Diéma fueron detenidos bajo el pretexto de ser interrogados. Posteriormente fueron hallados decapitados. Aunque existen dudas acerca de quién cometió este acto asesino, no es la primera vez que algo similar ocurre: en marzo de 2022 también desaparecieron 15 nacionales mauritanos en territorio maliense. Otros ocho civiles mauritanos fueron presuntamente asesinados por FAMa y soldados rusos el 18 de abril. Una nueva incursión no notificada y sucedida el 3 de mayo llegó a su fin cuando los militares malienses fueron interceptados por tropas mauritanas a la altura de Amourj. Y sigue.

La crisis escala con cada incursión y cada víctima mortal. Tal es así, que ambas naciones llevan semanas enviando delegaciones a sus respectivas capitales con el ánimo de rebajar las tensiones. Tras las acusaciones realizadas por Mauritania como resultado de la incursión ocurrida el 9 de abril, la junta militar maliense envió una delegación diplomática a Nuakchot (capital de Mauritania); el embajador de Mali en Mauritania también fue convocado el pasado 19 de abril para "protestar contra los repetidos ataques contra civiles inocentes e indefensos", según un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores mauritano; y una delegación liderada por el ministro de Defensa mauritano, Ould Sidi, se dejó caer por Bamako el 20 de abril para reducir el nivel de tensión existente en los últimos meses. Ninguna de estas delegaciones parece haber paliado la crisis, que se acentúa tras el mensaje inequívoco que expresaron las recientes maniobras militares de Mauritania junto a la frontera.

Si los mauritanos acusan a las FAMa de atacar a civiles desarmados y sin motivo aparente, la junta militar que gobierna Mali desde el golpe de Estado de agosto de 2021 reconoce que Mauritania sirve de refugio para los grupos rebeldes que actúan contra los intereses malienses. Dicha acusación se aplica por igual a militantes de Azawad, terroristas de Al Qaeda y del Estado Islámico, bandidos, etc. Este periodista estuvo recientemente en la localidad maliense de Melgué, ubicada a un centenar de metros de la frontera mauritana, y tanto el jefe de la localidad como el comandante de las FAMa destinado allí confirmaron que “los bandidos cruzan con absoluta libertad a Mauritania y traen desde allí droga, armas y nuevos combatientes”. Denunciaron en repetidas ocasiones la escasa colaboración que ofrecen las autoridades mauritanas a este respecto y no dudaban en señalar el país vecino como un santuario para los bandidos/terroristas que hace más de 12 años que malogran la inestabilidad maliense.

Presencia Europea y OTAN

A todo esto habría que sumarle la cada vez más estrecha relación entre la Unión Europea y Mauritania, en detrimento de las desgastadas relaciones entre los europeos (con Francia a la cabeza) y las juntas militares que gobiernan Mali, Burkina Faso y Níger. Úrsula Von der Leyen, Pedro Sánchez y Fernando Grande-Marlaska son algunas de las figuras europeas más relevantes que han visitado Mauritania en lo que llevamos de 2024, centrando sus intereses en la contención de la oleada migratoria que se inició en 2023 y que amenaza con desbordar las capacidades de acogida europeas. La colaboración entre la UE y Mauritania, que se traduce en ayuda económica pero también militar y energética, siempre con la intención aparente de asegurar las fronteras europeas, no deja de percibirse como una amenaza creciente para las juntas militares que viven con el temor permanente a una intervención armada dirigida por los países europeos.

La OTAN también ha estrechado su colaboración con Mauritania desde 2022. El subsecretario general adjunto para Asuntos Políticos y de Seguridad de la OTAN, Javier Colomina, comunicó tras una visita a Nuakchot en mayo de 2022 que el país de África Occidental es un actor "clave" en el Sahel y un interlocutor "imprescindible" en cuestiones de seguridad regional. El ministro de Defensa Nacional mauritano también recibió este 4 de mayo a una delegación de la OTAN encabezada por el almirante Robert Power, jefe del Comité Militar de la alianza, en donde “discutieron la cooperación mutua entre las dos partes” en lo referente al ámbito militar.

Todo ello se debería al interés de la Alianza Atlántica por restringir la expansión de la influencia rusa en esta parte del continente africano. A sabiendas de que Moscú se ha convertido en el socio principal de las juntas militares del Sahel, el cordón sanitario impuesto por la OTAN no dejan de añadir más leña a un fuego que arde lento en el Sahel, pero que arde sin parar en los despachos de los militares.