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Un mal musulmán fichado por delitos menores
El tunecino Mohamed Bouhlel, de 31 años, era padre de tres hijos y estaba en trámites de separación. Estuvo bajo control judicial de enero a marzo por atacar a un hombre
El tunecino Mohamed Bouhlel, de 31 años, era padre de tres hijos y estaba en trámites de separación. Estuvo bajo control judicial de enero a marzo por atacar a un hombre► El Gobierno llama a la unidad de los demócratas ► Valls: «Francia no cederá ante el terrorismo» ► Rajoy ofrece todo su apoyo a Francia► Fotogalería: las imágenes del atentado ► La oposición francesa cree que el atentado de Niza se podría haber evitado
Mohamed Lahouaiej Bouhlel, un tunecino con permiso de residencia en Niza, es el autor del sangriento ataque en plena Fiesta Nacional de Francia. El ADN correspondía a la documentación y la tarjeta de crédito que encontró la Policía dentro del vehículo con el que hizo el recorrido mortal. Bouhlel, a bordo de un camión blanco de gran tonelaje, arrolló a cientos de personas en el Paseo de los Ingleses de la turística ciudad de la Costa Azul, matando a 84 y dejando entre la vida y la muerte a otras 52. Tenía 31 años y aunque las autoridades galas tachan el ataque de atentado yihadista, Bouhlel no tenía antecedentes terroristas, tampoco estaba aparentemente radicalizado y, según conocidos musulmanes del joven, ni siquiera había conseguido finalizar el ramadán (el mes sagrado del islam) pasado, ni era asiduo de la mezquita. Sus vecinos lo describen como una persona solitaria e introvertida, incluso maleducada, muy huidiza con ellos. Eso sí, en algunos locales de salsa y de alterne de la rivera francesa era bastante conocido.
El nombre de Bouhlel no aparecía en la ficha S –la lista de los radicalizados de Francia con vínculos con grupos terroristas–, pero sí que estaba registrado por las Fuerzas de Seguridad por delitos menores relacionados con la violencia. De hecho, en marzo fue condenado a seis meses de cárcel por «unos hechos de violencia armada ocurridos en enero», según informó ayer el ministro de Justicia galo, Jean-Jacques Urvoas. Bouhlel tuvo una disputa de tráfico y atacó a un hombre lanzándole un objeto de madera. Las autoridades le impusieron entonces un control judicial que cumplió a rajatabla. No sólo abonó la fianza de mil euros impuesta por el juez, sino que acudió cada semana a comisaría y no se acercó a su víctima. Por tanto, tras cumplir la sentencia quedó exento y se retiró el control.
En el barrio donde vivía, se asegura que el joven habría maltratado a su mujer y madre de sus hijos, de la que estaba en trámites de divorcioy que ayer pasó a disposición judicial para ser interrogada. Con Hajer Khalfallah, tenía tres hijos de 5 años, 3 años y 18 meses. Bouhlel estaba en muy mal momento personal y financiero. Su puesto oficial como conductor de camión, lo había perdido porque se quedó dormido al volante, por lo que ahora se dedicaba a repartir o hacer mudanzas. Walid Hamou, primo de su mujer, indicó al «Daily Mail» que Bouhlel no era religioso. «Bebía alcohol, comía cerdo y tomaba drogas. Todo esto está prohibido bajo el islam». Para Hamou, el tunecino no era musulmán «era mierda. Pegaba a su mujer, mi prima, era un despojo».
Sus antecedentes penales no impidieron que pudiera alquilar el camión con el que arrambló por el Paseo de los Ingleses, en el malecón de Niza, el jueves por la noche. Tenía permiso para conducir camiones de gran tonelaje, había conseguido el carné hace un año y medio. El vehículo con el que perpetró el ataque lo alquiló en Saint Laurent du Var, muy cerca de la ciudad de la Costa Azul, el lunes.
Otros vecinos recuerdan ahora el último incidente protgonizado por Bouhlel una semana antes del ataque. Wissam, tunecino, contó a «L’Express» que días antes había discutido con un amigo en público. «Mientras bebían, él le espetó: ‘‘No vales nada’’. A lo que Bouhlel contestó: ‘‘Algún día escucharás mi nombre’’».
Sus vecinos recuerdan también cómo el «discreto» conductor solía coger su bicicleta o su pequeña furgoneta para desplazarse por la ciudad mediterránea, siempre intentando evitar el saludo a los conocidos. Vivía en el piso 12º en un barrio multicultural al noreste de Niza. En Túnez había nacido en el 85 en Msaken, al sur de Susa (ciudad costera en la que el año pasado se perpetró un atentado contra turistas). La última vez que estuvo allí, según las autoridades tunecinas, fue hace cuatro años. Su relación con su familia no debía ser muy buena. Las Fuerzas del Orden de Túnez tampoco lo tenían fichado por radicalización, aunque sí confirmaron ayer que, aunque tenía permiso de residencia francés desde 2009, no obtuvo la nacionalidad gala.
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