Elecciones en Alemania
El independentismo en Quebec se hunde
El Partido Quebequés retrocede en las urnas a niveles de hace 40 años. La primera ministra, Paulina Marois, dimite tras perder su escaño
Rotundo fracaso al proyecto independentista de Quebec. Ésta es la lectura de las elecciones legislativas celebradas el lunes en la provincia canadiense, hasta ayer gobernada por el Partido Quebequés (PQ). Pauline Marois, la primera mujer que había logrado convertirse hace 18 meses en la cabeza del territorio francófono, asumió como propia la derrota y anunció su dimisión, ya que su formación retrocedió a niveles de hace 40 años. Arriesgó en las urnas con su deseo de convocar un tercer referéndum de secesión, pero los ciudadanos rechazaron frontalmente su proyecto en favor del Partido Liberal, quien se alzó con la mayoría absoluta. Su representante y previsible futuro primer ministro, Philippe Couillard recibió de inmediato la enhorabuena de los tres líderes políticos que defienden la unidad de Canadá. Los resultados permitirán a los liberales formar un gobierno de mayoría. Con el 99 por ciento de los votos escrutados, los liberales se hicieron con el 41, 4 por ciento de los votos, y lo que es más importante: sus representantes ocuparán el 70 por ciento de los 125 asientos de la Asamblea Nacional. Mientras, el partido separatista, PQ, se hizo con el 25,4 por ciento de los votos, que traducido en asientos significaría ganar 30. Por su parte, la Coalición por el Futuro de Quebec, que ha basado su campaña política en restar importancia al asunto de la soberanía, se acercó a los separatistas con el 23,3 por ciento de los votos y ocuparán 22 asientos. De esta forma, la «premier» separatista de Quebec Pauline Marois, que estaba al frente de un gobierno de minoría, fracasó con su campaña, en la que no han confiado los votantes ante las especulaciones de que una mayoría de este partido podría llevar a que se convocase un tercer referéndum de independencia de Canadá, una idea que no ha encontrado muchos apoyos en los últimos años. Marois perdió en los comicios el asiento de su propio distrito, lo que la obligó a presentar su dimisión como líder de su partido. «Perder me entristece. Abandono mi puesto», indicó en su comparecencia tras conocer los resultados.
Marois había previsto hacer que las elecciones se convirtiesen en un acto de decisión sobre la «carta de valores», una ley controvertida que, por ejemplo, prohibiría a los empleados públicos musulmanes llevar pañuelos en la cabeza y otros símbolos religiosos. «Creo que esta declaración tiende a limitar los derechos de los religiosos las minorías y también desde un principio visto como una medida muy divisora, especialmente en las zonas urbanas. El PQ históricamente ha sido un partido socialdemócrata, así que pocos entendieron que el partido quisiera introducir medidas como éstas. A este aspecto habría que sumar la sensación ciudadana de que estos comicios eran innecesarios y que sólo respondían a un oportunismo político», explica Andrew Biró, profesor de Ciencias Políticas de la Acadia University de Canadá. Así, la estrategia de Marois se volvió contra ella cuando un candidato de su partido empezó a hablar de su compromiso «de hacer de Quebec un país», lo que puso sobre la mesa la intención de convocar la consulta. El ganador, Phillippe Couillard, intentó ayer templar los ánimos. «Mis queridos amigos, las divisiones se han acabado. La reconciliación ha llegado», indicó Couillard. «El Partido Liberal de Quebec es claramente federalista, por lo que será muy difícil que este partido introduzca en su agenda este aspecto. Al menos, hasta que sigan manteniendo la mayoría absoluta», añade Biró. Todo esto significa que el candidato conservador canadiense, el primer ministro Stephen Harper, no tendrá que preocuparse de una posible crisis de unidad nacional mientras se prepara para elecciones federales en 2015. Harper reconoció que «los resultados demuestran claramente que los ciudadanos de Quebec han rechazado la idea de un referéndum y quieren un gobierno que se centre en la economía y la creación de trabajo», en clara referencia a las dos consultas soberanistas que ha tenido Quebec. En una de ellas, la de 1995, se rechazó la independencia por la mínima. En cambio, en los últimos años, la voluntad popular ha cambiado. Sobre todo debido a que los asuntos de la agenda política como la economía, la creación de trabajo y el futuro incierto son los que ocupan la mente de los votantes de Quebec, al menos, por el momento. Aun así, esta provincia de Canadá, conocida como «La Belle», disfruta de gran autonomía. Con el 80% de la población de lengua francesa, tiene control de sus impuestos y del sistema migratorio que favorece a todos aquellos extranjeros cuya lengua materna sea el francés. Y además en su legislación se da prioridad a este idioma sobre el inglés.
A juicio de los liberales, los votantes han optado por una mejor economía en vez de por el tercer referéndum de independencia, una lectura que también hizo el primer ministro canadiense: «Las prioridades de Quebec son la economía y la creación de puestos de trabajo», indicó Harper, que también tuvo palabras para la candidata independentista Pauline Marois por su trabajo en el Gobierno. «Marois nunca se ha comportado como una mujer de Estado y se obsesionó con un referéndum que no interesaba en absoluto a los ciudadanos. Ése ha sido su gran error», analiza Jacques Bourgault, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad McGill de Montreal.