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El «holocausto» nuclear

El «holocausto» nuclear larazon

Me parece detectar una cierta desesperación en el reciente discurso del presidente ruso, Vladimir Putin, ante sus parlamentarios. Parece claramente excesivo que un líder racional, como sin duda es el señor aPutin, reaccione con amenazas «asimétricas» –un eufemismo para referirse a un ataque nuclear contra las naciones pertenecientes a la OTAN ante la denuncia del Tratado de Prohibición de Misiles Balísticos Intermedios (INF) por parte de la Administración de Donald Trump. Sobre todo porque está especulando con que los norteamericanos desplieguen en territorio europeo unos misiles que todavía no tienen, cuando ya disponen de armas en plataformas aéreas y navales que tendrían para los rusos un tiempo de reacción análogamente corto.

El nuevo Tratado START del 2010 permite a Rusia tener 1.550 cabezas nucleares estratégicas desplegadas. Si algún día estas terroríficas armas son empleadas contra nosotros y los americanos, franceses y británicos responden adecuadamente, la vida en nuestro planeta dejará de existir tal con ahora la conocemos. Nadie sabe si mantener limitado un intercambio nuclear podrá ser posible por una simple razón: no hay precedentes en la Historia. Y esto el señor Putin lo conoce muy bien. Mi opinión personal es que la escalada será inevitable una vez que el conflicto alcance el umbral nuclear.

¿Qué ha podido empujar al presidente Putin a reiterar sus amenazas contra Occidente? Solo podemos especular sobre las causas. Quizás, el temor a una nueva carrera de armamentos cuando se aproxima la fecha de renegociar el nuevo START y la economía rusa no va nada bien con el precio del crudo bajo. O a lo mejor es porque los asentamientos de defensa contra misiles balísticos (ABMD) en Europa (en Rumania y Polonia) están a punto de alcanzar su total operatividad. Tal vez trate de aumentar su popularidad entre el sufrido pueblo ruso. Sea cual sea la causa de esta nueva baladronada, Putin está jugando con fuego y entrando en un territorio desconocido, deteriorando la disuasión que de alguna manera ha evitado los conflictos nucleares desde la guerra fría hasta ahora.

Sería una paradoja –y una tragedia– que habiendo evitado la confrontación nuclear en la época de la Guerra Fría, sea ahora que ya no hay enfrentamiento ideológico entre Rusia y Estados Unidos cuando más cerca estemos del holocausto. Confiemos que lo que Putin quiera de verdad sea negociar con el presidente Trump una limitación de armamento nuclear y no haya encontrado otra forma de proponerlo que las torpes amenazas que está profiriendo últimamente. Y esperemos también que el presidente más ignorante en cuestiones estratégicas que se recuerda en Estados Unidos sea capaz de frenar el rearme nuclear en curso y los fuertes intereses industriales que lo apoyan.

España, como firmante del Tratado de No Proliferación de 1970, tiene derecho a esperar que se avance en esa dirección como se nos prometió en su día. Los tratados de limitación de armas nucleares representan la esperanza más práctica para ello y las amenazas –sea cual sea su intención– su mayor peligro. Repito que si no te quieres quemar, debes evitar jugar con fuego.