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Apuñalamiento yihadista en Bruselas

Un ex militar con vínculos con el Estado Islámico hiere con un cuchillo a dos policías antes de ser detenido. Bélgica revive una ola de amenazas de bombas en estaciones y en aeropuertos.

La Policía en el lugar donde han sido apuñalados dos agentes larazon

Un ex militar con vínculos con el Estado Islámico hiere con un cuchillo a dos policías antes de ser detenido. Bélgica revive una ola de amenazas de bombas en estaciones y en aeropuertos.

Bélgica volvió ayer a verse sacudida por el terror. Dos policías fueron apuñalados con un cuchillo en lo que, según sospecha la Fiscalía belga, podría ser un nuevo atentado terrorista, en un país que intenta recobrar la normalidad tras la matanza perpetrada el 22 de marzo, que se cobró la vida de 32 personas. Los dos agentes fueron heridos en el codo y el vientre, respectivamente y, por fortuna, sus vidas no corren peligro. El agresor responde al nombre de Hicham D. tiene 43 años y es de nacionalidad belga.

Tras las informaciones aparecidas en la Prensa, la Fiscalía belga confirmó ayer que se trata de un ex militar (perteneció al Ejército hasta 2009), viejo conocido de la Justicia por haber estado en contacto con los combatientes extranjeros que parten a Siria con el propósito de unirse a las filas del Estado Islámico (EI). Unas informaciones que refuerzan la hipótesis de que su presunta pertenencia al EI podría estar detrás de este atentado. Según la cadena pública RTBF, llegó a formar parte de un partido islamista (ya desaparecido) en las municipales de 2014. El asaltante se encuentra bajo custodia judicial tras ser herido en la pierna cuando intentaba huir.

El autor del ataque fue interceptado por otra patrulla de la Policía tras el primer acuchillamiento y durante su captura hirió a un tercer agente al que rompió la nariz. Los hechos se produjeron en la comuna (agrupación municipal) de Schaerbeek, tristemente conocida por albergar la última guarida del terrorista Salah Abdeslam antes de ser detenido y el piso franco de los yihadistas que perpetraron la matanza en el aeropuerto de Zaventem.

Este ataque presenta grandes similitudes con el sucedido el 6 de agosto en la localidad de Charleroi, al sur del país. En esta ocasión, las víctimas fueron dos mujeres policías atacadas con un machete por un inmigrante ilegal de nacionalidad argelina al grito de «Allah akbar» (Alá es grande), que fue herido de muerte por las Fuerzas de Seguridad. En este caso, desde el primer momento se barajó la hipótesis del atentado terrorista y el primer ministro belga, Charles Michel, interrumpió sus vacaciones fuera del país para regresar a Bélgica y seguir de cerca los acontecimientos. El ataque fue después reivindicado por el Estado Islámico.

Este «modus operandi» también fue emulado el pasado siete de septiembre con otro ataque de menor envergadura en el que un hombre se abalanzó con un cuchillo sobre dos agentes de Policía sin llegar a herirlos en la comuna de Molenbeek, considerada un santuario de yihadistas, donde se criaron algunos de los autores de los atentados perpetrados en París y Bruselas.

En un país que sigue manteniendo el nivel de alerta tres de un máximo de cuatro, lo que significa riesgo de atentado «grave, posible y probable», los ciudadanos belgas han comenzado a acostumbrarse a la fuerte presencia militar y policial y a verse sacudidos por la constante sensación de peligro en las calles. Ayer mismo, una falsa amenaza de bomba en la estación ferroviaria Gare de Nord paralizó el tráfico de trenes y tranvías durante una hora después de que la terminal fuera evacuada y un equipo de artificieros rastreara la zona. Además, una llamada telefónica anónima alertó de una doble explosión inminente en la estación de tren de Chaleroi, en el aeropuerto de la misma localidad y en la sede de la Fiscalía, lo que también conllevó la evacuación de la terminal de tren y medidas de seguridad en el aeropuerto.