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Testimonio
El demoledor testimonio de una madre cuyos hijos fueron secuestrados por Hamás: "No lo han superado"
Hadas Jaoui-Kalderon presenta su libro «52 días sin ellos», en el que relata su odisea para traer de vuelta a dos de sus hijos del yugo de Hamás
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«Tiene que volver. Mis hijos necesitan a su padre. Después de todo lo que han pasado, necesitan que vuelva. Ellos le necesitan». Este es el grito desesperado de Hadas Jaoui-Kalderon, una ciudadana franco-israelí que relata en su libro «52 días sin ellos» (Nagrela Editores) su arduo periplo para que el gobierno de su país y la comunidad internacional no olviden a los secuestrados por Hamás el pasado 7 de octubre de 2023 y actúen ante su cautiverio. Hadas, todavía no sabe cómo salvó su propia vida de auténtico milagro aquella fatídica mañana en la que perdió para siempre a su madre y el contacto con dos de sus hijos y su exmarido. Los tres cayeron en la garras de Hamás.
Sus hijos Sahar y Erez fueron secuestrados por los yihadistas, que les retuvieron durante 52 días en un cruel e inhumano cautiverio. «Para ellos fue un terremoto, fue una experiencia extremadamente traumática. Vivieron cosas que no debería vivir ningún niño y perdieron toda la fe en la gente y en el mundo» señala con la mirada triste. Durante el tiempo que permanecieron bajo el yugo de los terroristas, los menores vivieron bajo condiciones infrahumanas. Sin comida, bajo tierra y con miedo a ser asesinados en cualquier momento. Lo que presenciaron no lo olvidan y será muy difícil que lo superen algún día. «Yo hago todo para que vuelva a la normalidad pero es muy difícil que recuperen esa normalidad. Al principio hablaron mucho de lo que vivieron. Hoy en día hablamos menos, incluso, se niegan a verbalizarlo porque no quieren ahondar en la herida. Les cuesta volver a hablar».
Ofer, el padre de los chicos sigue, en teoría, en Gaza sin que se sepa nada de él. «No puedo permitirme el lujo de perder la esperanza de que esté vivo. Todas las mañanas cuando me despierto pienso que vive en túneles, sin luz, desnutrido…. Está en manos de gente que no entiende el valor de la vida, solo piensan en la muerte», dice mientras se acuerda de sus hijos.
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Con una larga melena rizada de color azabache, su mirada trasmite dolor, pena y valentía. Recibe a LA RAZÓN en Madrid, hasta donde ha viajado para contar su historia. El suyo es un testimonio a corazón abierto. Con todo detalle recuerda el infierno en vida que supuso aquella mañana. «Al amanecer, cuando la sirena se puso a aullar, no pensé nada especial» rememora. Todo cambiaría tan solo media hora después cuando recibe un mensaje de su hermana que la deja completamente helada. «Hay terroristas. Disparan con armas ligeras». En ese instante su cuerpo se paraliza. Aún no lo sabe, pero será testigo de la mayor masacre que los terroristas de Hamás han perpetrado en suelo israelí. Recuerda que buscó refugio en lo que se conoce como «mamad», un cuarto blindado que tienen todas las viviendas en Israel y que sirve para resguardarse en caso de un ataque o bombardeo. Están acostumbrados a vivir en alerta. «Allahu Akbar, Allahu Akbar», escuchaba aquella mañana mientras apretaba con fuerza el picaporte de la puerta del refugio para frenar a los terroristas. «Ese día yo sentí que estaba desvalida. Sobrevivimos, nadie nos salvó», repite, en alusión a la ineficacia de los servicios de inteligencia y del Ejército hebreo que fueron incapaces de evitar la masacre. «Estuvimos encerrados en nuestras casas mientras que en las calles los terroristas asesinaban, violaban y cometían una masacre», recuerda con dolor en su rostro.
Hadas es extremadamente crítica con el primer ministro Benjamin Netanyahu y también con la actuación del ejército aquel horroroso día en el que Israel se paralizó por completo. «Es evidente que una vez que hayan vuelto todos los secuestrados habrá que depurar responsabilidades. La frontera que nos separa de Gaza no estuvo protegida y esa debilidad a día de hoy continúa porque no han sido capaz de traer de vuelta a los seres queridos que siguen en Gaza».
Hadas se salvó aquel día y también las sucesivas semanas gracias a su cruzada personal para lograr todos los apoyos sociales y políticos posible para su causa: que todos los rehenes vuelvan a casa. A pesar del dolor y la ira que sentía aquellos días, puso en marcha una asociación «Mom Force» –La Fuerza de las Madres–, un movimiento para sensibilizar a los políticos y a los ciudadanos sobre el destino de los rehenes. Inició lo que denominó un «ballet diplomático», un baile para llamar la atención de distintos líderes internacionales. Se reunió con el francés Emmanuel Macron y con distintos dirigentes cataríes para presionar a la comunidad internacional. «No soy yo la que debería estar haciendo esta lucha, tendría que ser el Estado israelí el que debería presionar más en las negociaciones para liberar a los rehenes», subraya. Hadas es realista y se da cuenta de que poco a poco la comunidad internacional olvida lo que sucedió aquel día. «Con el tiempo la gente vuelve a una cierta normalidad y luego ocurren otras desgracias y otras guerra y se olvida», lamenta. Es más, reconoce, que la entrada en Gaza ha generado cierto antisemitismo. «Cualquier país que hubiera sido atacado con tanta crueldad hubiera hecho lo mismo».
Sin embargo, lo tiene claro: hay que llegar a un paz con Hamás. «La paz es el objetivo aunque sea con un enemigo tan horrible. Mataron a mi madre, a mi sobrina, secuestraron a mis hijos. Su padre sigue allí. Destrozaron mi casa. Soy la primera que podría pedir venganza». En medio de la creciente tensión en Oriente medio, confía en que la llegada de Donald Trump impulse la liberación de los rehenes.
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