Acusación a Trump
Los demócratas reaccionan a la acusación contra Trump por intentar revertir el resultado electoral de 2020
La estrategia del silencio pretende no abonar la narrativa de «manipulación y politización de la justicia» con la que los seguidores de Trump afrontan su defensa
Donald Trump se ha apoderado de los titulares en Estados Unidos. La expectativa se centra en la comparecencia que este viernes deberá hacer ante una jueza en Washington para la lectura de cargos tras la nueva acusación judicial que amenaza con ponerle preso. El expresidente tendrá que presentarse en la Corte Federal del Distrito de Columbia tras haber sido imputado por conspiración para defraudar al país por intentar revertir el resultado de las elecciones de 2020. El fiscal especial Jack Smith, encargado de la investigación, anunció que intentará que se celebre un proceso rápido y sin demoras.
En esa ante sala de acusación, la reacción de la Casa Blanca se mantiene prudente. El presidente Joe Biden, que acaba de iniciar sus vacaciones de verano en Delaware, no se ha pronunciado sobre este nuevo lío judicial de Trump. La estrategia del silencio encuentra sentido en que cualquier cosa que la campaña Biden-Harris diga puede ser utilizada en la narrativa de «manipulación y politización de la justicia» con la que los seguidores de Trump y su propia campaña buscan afrontar su defensa contra el Departamento de Justicia, al que acusan de servir a los demócratas. Del otro lado, la Casa Blanca intenta una suerte de autoexplosión controlada del trumpismo. De hecho, una fuente de la Administración que prefirió no identificarse dijo a CBS NEWS que no comentaban porque el caso es una «dependencia del sistema de justicia», afirmó.
El Partido Demócrata, por otra parte, sí que ha tenido mucho por decir. Los legisladores respondieron con una intensidad poco característica ante esta tercera acusación a Trump. En esta oportunidad, la violencia ocasionada el 6 de enero de 2021 les tocó directamente, por lo que en el país el caso ha sido interpretado de manera más personal. El líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer (D-Nueva York), y el líder de la minoría de la Cámara, Hakeem Jeffries (D-Nueva York), en una declaración conjunta, calificaron la última acusación como «la más seria y trascendental hasta el momento». Los políticos afirmaron que el 6 de enero fue «uno de los días más tristes y vergonzosos de la historia estadounidense, orquestado personalmente por Donald Trump», y que la acusación servirá como un recordatorio contundente para las generaciones de estadounidenses de que nadie, incluido un presidente de Estados Unidos, está por encima de la ley. Esta declaración contrasta notablemente con las declaraciones breves que ambos líderes hicieron en respuesta a las primeras dos acusaciones contra Trump, las cuales se centraban en la integridad del proceso judicial.
Otra contundente reacción la ha ofrecido la representante Annie Kuster (D-Nueva Hampshire), quien afirmó que «como víctima y testigo de la insurrección violenta del 6 de enero... reconozco lo esencial que es la justicia y la rendición de cuentas por esos crímenes para el bienestar de nuestro país», dijo. Kuster tuvo que esconderse en una galería de arte del Congreso durante los hechos violentos.
Por su parte, el representante Adam Schiff (D-California), un ex miembro del comité del 6 de enero, dijo que el juicio «pondrá a prueba nuestra democracia», preguntándose además si el Estado de derecho tendrá la fuerza suficiente para ganar la batalla contra un candidato a la presidencia.
Lo cierto es que aunque más demócratas han celebrado públicamente esta acusación en comparación con otras, persiste en muchos el miedo de que estos casos fortalezcan más a Trump de cara a la batalla por la Casa Blanca en 2024.
Analistas coinciden en que a un primer nivel de primarias sí se fortalecerá, pero otra puede ser la historia en la elección general, donde deberá apelar al voto de los electores de centro que en 2020 le dieron el favor al presidente Joe Biden, entre otras, en rechazo a la figura de Trump. De hecho, fiel a su estilo, Trump comenzó a enviar correos electrónicos de recaudación de fondos sobre la acusación apenas 15 minutos después de que fuera anunciada.
Su equipo ha calificado esta acusación como «el último capítulo corrupto para entrometerse en las elecciones presidenciales de 2024», expresaron. La campaña además dijo que estos nuevos cargos son parte de la «caza de brujas antiestadounidense», manifestaron, y agregaron que «la anarquía de estas persecuciones al presidente Trump y sus partidarios recuerda a la Alemania nazi».
A ese tren de acusaciones se subió el muy rezagado en la carrera por la nominación republicana Ron DeSantis, gobernador de Florida. Este rival de Trump, a quien el expresidente supera en intención de votos por un margen de 20 puntos, dijo que si ganaba la presidencia «terminaré con la militarización del gobierno, reemplazaré al director del FBI y garantizaré un estándar único de justicia para todos los estadounidenses», expresó en un tuit. En el mismo trino, DeSantis reconoce que no había leído la acusación formal.
El torbellino de diligencias judiciales que le espera a Trump durante este y el próximo año se prevé como un factor que su defensa utilizará para apostarle al argumento de la supuesta interferencia electoral de cara a las presidenciales.