Drama

Concluye el plazo para la disolución de Nagorno Karabaj, territorio que fue reconquistado por el Ejército de Azerbaiyán

Los karabajíes recibirán por primera vez el Año Nuevo en el destierro sin saber si podrán regresar algún día a su patria ancestral o tendrán que rehacer sus vidas en su nuevo hogar, Armenia

Ethnic Armenians fleeing Nagorno-Karabakh walk on a road to Kornidzor, in Armenia's Syunik region
Armenios que huyen de Nagorno-Karabaj caminan por una carretera hacia Kornidzor, en la región armenia de SyunikVasily KrestyaninovAgencia AP

Los karabajíes recibirán por primera vez el Año Nuevo en el destierro sin saber si podrán regresar algún día a su patria ancestral o tendrán que rehacer sus vidas en su nuevo hogar, Armenia.

"Para mí Artsaj (nombre armenio de Nagorno Karabaj) nunca se disolverá, eso sólo ocurrirá en un caso: cuando se una a Armenia", dijo a EFE el joven emprendedor Benó Mirzoyán.

Benó es uno de los más de 100.000 karabajíes que se vieron obligados a huir del enclave en septiembre tras la operación militar de Azerbaiyán.

El éxodo de toda la población de ese territorio, donde su presencia era milenaria, fue calificado por Ereván de "limpieza étnica".

Y es que, de la noche a la mañana, los armenios karabajíes perdieron no solo su casas, sino también su pequeño Estado, cuyas instituciones tendrán que disolverse por completo a partir del 1 de enero, tal y como lo estipula un documento firmado por sus dirigentes al capitular ante Bakú.

Nueva vida en Armenia

Decenas de miles de karabajíes intentan ahora adaptarse a una nueva realidad.

Benó se ha instalado en la capital armenia, donde lidera un proyecto en el que mujeres refugiadas con talento para trabajos manuales elaboran tejidos. Está decidido a salir adelante, ya que es "más difícil vivir de rodillas".

El joven cree que recibirá el Año Nuevo con dolor, pero espera el regreso algún día de la población armenia a Nagorno Karabaj.

En cuanto al proceso de normalización de relaciones entre Armenia y Azerbaiyán, estancado desde hace unos meses, el joven cree que "la paz es lo mejor del mundo", pero ambas partes deben estar preparadas para ella.

"La cuestión es que, si estás listo para la paz, tu vecino también debe estarlo", explica.

Con vacío por dentro

La estudiante Knar Jachatrián confiesa que se siente alienada y vacía desde que se instaló en Armenia.

La joven está centrada en su educación, aunque también dedica su tiempo a otros proyectos. Ha emprendido una pequeña empresa de confección de pulseras con símbolos de Artsaj y, además, convirtió sus fotografías de la región en postales para su venta.

"Me cuesta recordar la celebración de un Año Nuevo desde (la guerra de) 2020. Este año, cuando todos están contentos con la decoración navideña y los fuegos artificiales en Ereván, yo trato de encontrarle sentido a este festejo", reconoce.

Knar recuerda que a partir del primer día del nuevo año la República de Artsaj, fundada en 1991 tras un referéndum, dejará de existir.

"Normalmente el Año Nuevo es una fiesta llena de deseos positivos, pero este año comienza con esta triste noticia", lamenta.

Knar cree que su regreso a Nagorno Karabaj aún es posible y que allí encontrará la paz que no encuentra en otro sitio. Sin embargo, la joven asume que "recuperar el Estado es una tarea difícil".

Mucho trabajo como antídoto de la nostalgia

"Después de Artsaj, he intentado no estar sola con mis pensamientos; huyo constantemente de eso para no quedarme sola y enloquecer", dice a EFE Heghinar Grigorián, una maestra que ahora trabaja en una escuela rural armenia.

Heghinar expresa que desde la guerra de 2020 ha dejado de creer en el significado de las fiestas de fin de año.

"La disolución de Artsaj es la pérdida de nuestro honor y dignidad, y su restauración debe ir unida al retorno", manifiesta.

La docente no cree que la paz con Azerbaiyán sea posible, porque es "un país que tortura mujeres embarazadas y asesina a niños".

Desplazado tres veces

Por su parte, Saro Sarián ha sido desplazado de su hogar tres veces a lo largo de su vida. Durante su juventud huyó de su ciudad natal, Bakú, y se estableció en la localidad karabají de Shushi (Shushá para los azerbaiyanos).

A partir de la guerra de 2020 tuvo que huir de esa ciudad que pasó a manos de las Fuerzas Armadas de Azerbaiyán y se asentó en Stepanakert, la capital karabají.

Actualmente, Saro reside en Ereván e integra el Consejo Público de Nagorno Karabaj, organización que decidió continuar sus funciones sociales, incluso en un contexto en el que la mayoría de las instituciones afrontan dificultades.

Saro considera que no hay motivos de alegría en el Año Nuevo, "aunque algo en nuestro interior nos transmite la esperanza de que al final todo saldrá bien".

Tampoco cree en los documentos que declaran la disolución de Nagorno Karabaj, ya que, aduce, lo único válido es el referéndum de independencia de 1991.

Su hijo combatió en las trincheras durante la guerra de 44 días (2020) y resultó mutilado. "La vida sin el anhelo de un futuro radiante no tiene sentido y para los armenios de Artsaj ese sueño es vivir en la tierra de nuestros antepasados", asevera.