Elecciones en EE UU
El «cinturón del óxido» vuelve a tener la llave de la Casa Blanca
Biden y Trump se disputan el voto obrero en los Estados de la desindustrialización mientras libran sus propias batallas, uno con su salud y otro con la justicia
Los estadounidenses han comenzado este 2024 en modo elecciones presidenciales y han asumido que hasta el 5 de noviembre serán cortejados por sus políticos con el fin de ganar sus votos. En este sentido hay un electorado muy importante para ambos candidatos, la clase obrera. Históricamente demócratas, en 2016 este grupo de votantes fue el gran impulsor del triunfo de Donald Trump, sobre todo en Wisconsin, Michigan y Pensilvania.
El republicano les había prometido que convertiría Estados Unidos en un «súper poder industrial» y le pararía los pies a China. El mensaje caló hondo entre unos trabajadores que habían sido abandonados por la candidata demócrata Hillary Clinton. Pero en las pasadas elecciones, el ahora presidente, Joe Biden, consiguió recuperar su apoyo gracias a los muchos viajes que hizo a la zona y su esfuerzo por reconstruir ladrillo a ladrillo el «muro azul». La pregunta ahora es quién conquistará a estos votantes.
El famoso «Rust Belt» (en español, «cinturón del óxido») se extiende por el noreste y el medio oeste del país y toma su nombre por la decadencia industrial que la zona vivió a partir de los años setenta. La mayoría de sus habitantes eran y son trabajadores y empleados no cualificados descendientes de obreros de las fábricas de vidrio, las minas de carbón y los altos hornos que forjaron la riqueza de la región desde el siglo XIX hasta el de la década de 1970, cuando comenzó la llamada desindustrialización, y los trabajos de fabricación comenzaron a desviarse al extranjero, aumentó la automoción y llegó la decadencia de las industrias del acero y el carbón el país. Las consecuencias no se hicieron esperar, y mientras grandes ciudades como Nueva York o Boston consiguieron adaptarse a los nuevos tiempos, lugares como Detroit, Cleveland o San Luis continúan sufriendo dificultades por la huida de mano de obra.
En el 2016, Trump supo ganarse a los votantes del «Rust Belt» con un discurso populista. Vieron al magnate como un «outsider» que entendía su preocupación por el futuro laboral que tan incierto se presentaba, su temor a la pérdida de trabajos, de tradicionales profesiones y propiedades locales en la región. El republicano consiguió acelerar el empleo manufacturero del país en sus primeros tres años en la Casa Blanca, pero los grandes beneficiados no fueron los núcleos tradicionales, sino la industria más avanzada y muchos se sintieron traicionados en pro de un sector inundado por la globalización y el desarrollo industrial.
Trump no había ganado en ninguno de los Estados del «Rust Belt» por una gran mayoría, y en 2020 los demócratas recuperaron los votantes que tantos años habían mantenido fieles. Biden mantuvo el centro de su discurso en el «corazón industrial» del país, haciendo constantemente hincapié en sus orígenes de clase media, su familia trabajadora y sus raíces procedentes de Pensilvania. «Si voy a derrotar a Donald Trump en 2020, va a ser aquí», dijo el mandatario estadounidense en unos de sus numerosos mítines en el «cinturón del óxido». Se centró en ganarse el apoyo de los sindicatos, al que está afiliado el trabajador tradicional, y gracias a ellos consiguió calar en la comunidad. Con esta estrategia, un 8% de los votantes de clase obrera que en 2016 habían votado a Trump pasaron a manos de Biden en 2020. Entre ellos muchas mujeres con educación superior, o afroestadounidenses, un bloque con mucho poder en el «Rust Belt». Fue suficiente para declarar la victoria del demócrata. Entre los votantes trabajadores, los peor pagados se inclinaron por Biden por un buen margen, mientras que los pequeños y medios empresarios respaldaron con timidez a Trump.
En medio de una inflación que ha sacudido a muchas familias, la pregunta es cómo calará la disminución de poder adquisitivo y las promesas aún sin cumplir de ambos candidatos entre los votantes del «Rust Belt». ¿A quién votará esa parte profunda de EE UU, pero urbana, que garantiza el movimiento de bienes de consumo y de capital? Según el experto Michael Robets, «Biden cuenta con el respaldo de la mayoría» de ellos, pero «es posible que no esperen mucho de él, y tendrán razón».
Durante 2023, los dos partidos principales han salido a la caza del voto obrero. Por eso, tanto el candidato demócrata, Joe Biden, como el favorito republicano en las encuestas, Donald Trump, se han dado varios baños de masas en esa zona. El presidente llegó a sumarse a un piquete de trabajadores en Michigan y el exmandatario republicano se saltó el debate de las primarias para viajar al mismo Estado y reconectar con el electorado que en 2016 confió en él. Esto fue sólo un aperitivo de lo que Biden y Trump, si finalmente es elegido candidato republicano, están dispuestos a hacer para ganarse el voto sindicalista, un movimiento que está resurgiendo tras décadas de letargo. A lo largo de los años han visto cómo sus comicios salían adelante en medio de desastres económicos, secretos que salían a la luz en el último momento, rebeliones porque un candidato no aceptaba los resultados o incluso una pandemia. Pero esta vez el desafío es único y podría amenazar directamente a la democracia estadounidense, por eso van a ser unas presidenciales con muchos tintes legales.
Johnstown es una ciudad emblemática de la nueva animadversión de las clases populares de esta zona por los demócratas. A orillas del río Conemaugh y a lo largo de las vías del tren, que en el pasado eran fabricadas en esa zona, grandes siderúrgicas cerradas hace un cuarto de siglo siguen erguidas, convertidas en monumentos históricos. A falta de trabajo, la ciudad se va vaciando. Las 20.000 personas que hoy la pueblan son bastante más conservadoras de lo que fueron sus mayores en la época de oro. «Están cambiando de bando porque Trump les habla de la manera que ellos aprecian», dice el presidente del Partido Demócrata del condado de Cambria, Frank Fantauzzo, un exobrero y dirigente sindical.
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