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La Habana

Raúl Castro deja una Cuba pobre y de espaldas a Estados Unidos

Tras diez años en el cargo, el líder cubano cede la presidencia en la Asamblea que hoy comienza en La Habana.

Estudiantes cubanos conmemoran en La Habana el 57 aniversario de la declaración socialista de la revolución castrista larazon

Tras diez años en el cargo, el líder cubano cede la presidencia en la Asamblea que hoy comienza en La Habana.

La mayor parte de la familia de Camilo Condis emigró de Cuba a Estados Unidos en busca de una mejor vida, pero este hombre de 32 años decidió permanecer en la isla después de que Raúl Castro asumió el cargo de presidente hace una década para emprender su supuesto cambio. Buscando hacer el socialismo sostenible, Castro introdujo una serie de reformas de mercado en la economía estatal y abrió una histórica distensión con Estados Unidos. Facilitó viajes de los cubanos al exterior, permitió tener propiedades, teléfonos móviles, ordenadores... y amplió el acceso a internet.

Condis, que se graduó en la universidad en 2011, el año en que Castro anunció la mayoría de las reformas, tiene actualmente una vida digna en La Habana, trabajando para un restaurante del sector privado en Cuba, donde también alquila una habitación. Sin embargo, Condis, quien se ha beneficiado más que la mayoría con los cambios, está preocupado por el futuro debido a que Castro se prepara para dejar su cargo como presidente, en la Asamblea que se inaugura hoy en La Habana, y entregar el timón del país a una generación más joven de líderes comunistas. «Decidí que aquí también podría apostar por un buen futuro (...) pero hay mucha incertidumbre», dice Condis en una calle de cafés y tiendas privadas, fruto de los cambios. Al igual que la mayoría de los cubanos, su mayor preocupación es la economía en crisis, que sigue siendo un tercio menor que en 1985 cuando recibía subsidios de la Unión Soviética, según el ex economista del Banco Central de Cuba Pavel Vidal.

Raúl introdujo algunas nuevas libertades sociales en el país cuando oficialmente reemplazó en la presidencia a su hermano mayor, Fidel, en 2008, aunque mantuvo el sistema de partido único que posee el monopolio de los medios y ofrece poca tolerancia a la disidencia pública.

En cuanto a la economía, su Gobierno sólo ha implementado una fracción de las reformas de mercado planificadas, que apuntan a profundizar una apertura que Fidel había comenzado tras el colapso de la Unión Soviética en 1991. Incluso ha retrocedido en algunas medidas. Aquellos que dieron la bienvenida a los cambios propuestos culparon de esto a la resistencia al cambio por parte del Partido Comunista cubano, y a una burocracia arraigada a medida que aumentaba la desigualdad social y disminuía el control del Estado. «Raúl ha creado las grandes líneas, las instituciones, pero lo que no pudo es acabar con la vieja mentalidad», dice Carlos Alzugaray, un diplomático cubano jubilado.

Más de dos tercios de los cubanos trabajan en un ineficiente sector estatal, ganando como promedio mensual 30 dólares, aunque la educación y la salud son gratuitas y algunos alimentos y la vivienda subsidiados compensan los bajos salarios en cierta medida. Los cubanos aseguran que siguen luchando por sobrevivir.

Los beneficios de la apertura económica se han concentrado en el sector de servicios privados en las ciudades, especialmente La Habana, donde las mejores relaciones con Estados Unidos impulsaron el turismo. Sin embargo, las posibilidades se vieron reducidas el año pasado cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, revirtió parcialmente la distensión y, al parecer, unas regulaciones más estrictas frenarán aún más los nexos. Mucho dependerá ahora el camino que siga su sucesor (que probablemente sea Miguel Díaz-Canel, de 57 años) y de la medida en que Raúl Castro tenga una mano en la política, ya que continuará como jefe del gobernante Partido Comunista hasta 2021. El número de cubanos que trabajan por cuenta propia se ha más que triplicado hasta alrededor de 580.000, de una población total de 11,4 millones de habitantes. Algunos cubanos han comenzado a ganar –y gastar– mucho más que los demás.

Si el sucesor de Raúl continúa en su camino de reforma, aún podría ser recordado como la versión cubana de Deng Xiaoping, quien transformó a China de una planificación central fallida al socialismo de mercado. Pero si la actualización falla, Raúl será recordado como un comunista reformista más que no pudo obligar al sistema a cambiar a pesar de sus mejores esfuerzos.