Tribunales
Cadena perpetua para el enfermero alemán por el asesinato de 85 pacientes
Inyectaba un fármaco a los pacientes porque se "sentía bien"cuando lograba reanimarlos
Los crímenes de Högel, considerado el mayor asesino en serie de la historia criminal alemana desde la Segunda Guerra Mundial, salieron a relucir en verano de 2005, tras ser sorprendido por una compañera cuando envenenaba a un paciente
El tribunal alemán de Oldenburg condenó a cadena perpetua al enfermero Niels Högel por el asesinato de 85 pacientes. Una sentencia con la que se pone fin al caso más macabro de la historia criminal alemana desde la Segunda Guerra Mundial pero que, no obstante, deja todavía alguna pregunta abierta. Durante el proceso, abierto el pasado 30 de octubre por el asesinato de cien pacientes, Högel -que ya cumple pena en la cárcel tras ser condenado en 2015 por otros dos crímenes- se confesó culpable de los hechos y reconoció 43 de las muertes. La defensa asumía para su defendido 55 casos de asesinato, 14 de intento de asesinato y para otros 31 había pedido la absolución. Por su parte, la Fiscalía hablaba de 97 asesinatos y sólo en tres casos consideraba que las pruebas eran insuficientes.
El tribunal consideró asimismo la especial gravedad de los hechos, con lo cual queda prácticamente descartada su salida anticipada de prisión una vez cumplidos 15 años de reclusión, y le prohibió de por vida volver a ejercer su profesión. En sus últimas palabras ante los familiares de las víctimas, Högel, de 42 años, dijo estar arrepentido y avergonzado y señaló que durante el juicio llegó a entender el enorme sufrimiento causado por los hechos, cometidos entre 2000 y 2005 en las clínicas de Oldenburg y Delmenhorst.
La casualidad le delató. Hasta entonces, Niels Högel fue a los ojos del resto de sus colegas un enfermero que, junto a un currículo intachable, presumía de haber conseguido reanimar en el último momento a varios de sus pacientes aquejados de un fallo cardíaco. Todo saltó por los aires en 2005 cuando fue descubierto en pleno acto homicida. Nadie en el hospital de Delmenhorst, en el norte de Alemania, intuyó ni mucho menos desconfió de él. Pero aquel año, la casualidad personificada en un enfermero destapó a Högel en el preciso instante en el que suministraba a un paciente una inyección con una dosis letal de un fármaco para reducir el ritmo del corazón. El paciente sobrevivió pero el enfermero fue inmediatamente detenido y, en 2008, condenado a siete años y medio de cárcel por intento de asesinato. El tema no quedó ahí. Poco después, y en medio de todo el escándalo mediático que suscitó el caso, una mujer se puso en contacto con la policía para expresar sus sospechas de que su difunta madre también podría haber sido víctima del enfermero asesino. La posibilidad llevó a las autoridades a exhumar varios cuerpos de pacientes y a encontrarse de bruces no solo con la confirmación de las sospechas de la mujer sino con rastros del medicamento empleado por el enfermero en otros cadáveres. El escenario más horrendo saltó por los aires aunque ahora se sabe que la masacre de Niels Högel fue todavía mayor.
En la apertura del proceso judicial, Högel se confesó autor de la muerte de cien pacientes aunque la cifra podría ser más alta, ya que hay indicios de otros posibles crímenes del procesado. Los expertos de la comisión especial “Cardio”, que se creó para investigar el caso, exhumaron un total de 134 cadáveres con el fin de detectar si los cuerpos presentaban restos de medicamentos con los que el ex enfermero causaba primero un fallo cardíaco o un colapso circulatorio, para luego tratar de reanimarlos y quedar así como un héroe ante sus colegas. Con todo, los investigadores reconocen que la lista de víctimas nunca se podrá establecer con certeza porque muchos de los pacientes fallecidos fueron incinerados o el hecho de que los casos se remontan a muchos años atrás y las personas pueden tener problemas para recordar los detalles exactos de las muertes de sus seres queridos.
Los hechos se produjeron entre los años 2003 y 2005 en dos clínicas, en las ciudades de Delmenhorst y Oldenburgo y Högel utilizó un total de cinco medicamentos distintos, por lo que dos antiguos médicos jefe y el responsable de la unidad de cuidados intensivos de Delmenhorst están acusados asimismo de homicidio por omisión. En tanto, en la clínica de Oldenburgo continúan las investigaciones para determinar la posible corresponsabilidad del personal hospitalario en la muerte de muchos de los pacientes. El hecho de que tantos pacientes perdieran la vida durante el turno de Högel, fue objeto de conversaciones en los dos hospitales.
Toda Alemania siguió perpleja el caso con la sensación de que se podrían haber evitado los asesinatos. De hecho, Christian Marbach -uno de los acusantes-, consideró que un escándalo el hecho de que Hogel siguió matando con impunidad durante tanto tiempo sin que las autoridades del hospital y la policía advirtieran lo que pasaba.
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