Estados Unidos
Boehner avisa a los republicanos que no permitirá la bancarrota
Cierre de la Administración. Día 3. Poco o nada se movió ayer en Washington. El presidente Barack Obama continuó con su agenda llena de críticas a los republicanos después de que el miércoles fracasara en su intento de negociar una salida a la crisis con los líderes del Congreso. Como se esperaba, en esa reunión no ocurrió nada. Los republicanos insistieron en que estarían dispuestos a aprobar una ley de gasto sin fondos para la reforma sanitaria. Por su lado, los demócratas repitieron que van a bloquear cualquier medida que no contemple la financiación del «Obamacare», como se conoce a la nueva cobertura médica.
Nadie quiere ser John Boehner estos días. Es el presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos y sobre él recae toda la responsabilidad. Muchos piensan que ha perdido el control de su partido, si bien su postura podría comenzar a ceder. Según una información publicada ayer por «The New York Times», Boehner habría asegurado a sus colegas de partido que está dispuesto a tomar las medidas que sean necesarias para que el país no entre en suspensión de pagos el 17 de octubre. El diario afirma que el líder republicano podría incluso violar la llamada regla Hastert, una norma informal adoptada por los republicanos consistente en no someter una ley a voto en la Cámara si no tiene un apoyo mayoritario entre la propia mayoría. «Boehner siempre ha dicho que Estados Unidos no va a entrar en suspensión de pagos, pero que si vamos a elevar el límite de la deuda, tenemos que hacer frente a sus causas y al déficit», dijo Michael Steel, el portavoz del presidente de la Cámara de Representantes
Hasta ahora parece que los congresistas republicanos del movimiento ultraconservador «Tea Party» tienen la última palabra en este callejón sin salida. El resto del partido también se siente en un dilema, porque representan a distritos conservadores y ceder ante la presión de Obama podría costarles caro en las elecciones de próximo noviembre de 2014. Es el caso de Mitch McConnell experto en cerrar acuerdos con los demócratas. Estos días apenas se le escucha porque se enfrenta a unas complicadas elecciones primaras dentro de su propio partido.
En medio de este panorama, Obama siguió lanzando duras acusaciones a los republicanos con el objetivo de dividir a los votantes conservadores: «Lo único que hace que la gente no pueda ir a trabajar, que las granjas y los pequeños negocios no consigan préstamos, lo único que hace que todo esto ocurra es el portavoz John Boehner, que no somete la ley a votación porque no quiere enfadar a los extremistas de su partido».
Según una encuesta de la CBS, el 72% de los entrevistados está en contra del cierre del Gobierno. Cuando hay que buscar culpables, los ciudadanos miran sobre todo a los republicanos. También, aunque menos, al presidente y a los demócratas. Y en la Casa Blanca esto se sabe. Por ello, Obama intenta capitalizar la desesperación ciudadana como única estrategia en su pulso contra los republicanos. Desde el Departamento del Tesoro se emitió ayer un informe que advierte de los peligros de la falta de acuerdo. Se resentirán los mercados, caerá la confianza del consumidor y bajará el ritmo de crecimiento de la economía. Mientras tanto, los inversores seguían ayer con preocupación el fracaso de las negociaciones en Washington.
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