Rusia

Las autoridades rusas detienen a dos adolescentes por calcinar un helicóptero militar en Siberia

Los estudiantes, de 13 y 14 años, se colaron en un aeropuerto de Noyabrsk para destruir un Mi-8 de la era soviética

Un helicóptero ruso Mi-8 Hip
Un helicóptero ruso Mi-8 HipScanpixScanpix

Las autoridades rusas han detenido esta semana a dos adolescentes en Siberia por hacer estallar un helicóptero Mi-8 rociándolo con un líquido inflamable y arrojándole cigarrillos. Los chicos, de 13 y 14 años, irrumpieron en un aeropuerto de Noyabrsk, ciudad situada a 3.000 kilómetros al este de Moscú, para provocar el incidente. La localidad alberga infraestructuras clave de petróleo y gas. El helicóptero, valorado en 14 millones de euros, quedó casi totalmente destruido en la explosión, según Baza, un canal ruso de Telegram vinculado a los servicios de seguridad.

Los medios han filtrado que el padre de uno de los chicos está combatiendo en la denominada «operación militar especial» en Ucrania. Los sospechosos, a los que solo se ha dado el nombre de Timur y Alexander, se colaron en el aeropuerto a través de un agujero en la valla. Fueron detenidos después de acudir al hospital para recibir tratamiento por quemaduras en la cara.

Declararon a la policía que les habían prometido 5 millones de rublos (49.000 euros) por destruir el helicóptero y que ya habían recibido 30.000 rublos (296 euros) por un incendio provocado en una torre de telefonía móvil. La procedencia de este dinero no está clara.

El Mi-8, de la era soviética, se utiliza sobre todo como helicóptero de transporte, aunque también puede desplegarse como helicóptero de combate. Ucrania ha derribado varios helicópteros con drones de bajo coste. Al parecer, el incidente más reciente se produjo durante la invasión ucraniana de la región rusa de Kursk.

Las autoridades rusas sospechan que los agentes de inteligencia ucranianos han utilizado una mezcla de soborno, chantaje y amenazas para reclutar a rusos para actos de sabotaje en otros casos. Alrededor de 450 personas han sido detenidas en toda Rusia por ataques contra centros de reclutamiento militar e infraestructuras ferroviarias desde que diera inicio la invasión en febrero de 2022. Aunque se cree que miembros de grupos antibelicistas han sido responsables de algunos de estos incidentes, otros fueron llevados a cabo por jubilados y adolescentes que dijeron que les ofrecieron dinero, les engañaron haciéndoles creer que estaban trabajando con oficiales del FSB ruso o les dijeron que sus familiares sufrirían daños si se negaban.

«El reclutamiento lo llevan a cabo personas especialmente entrenadas y bien preparadas que dominan las técnicas psicológicas», advirtió el mes pasado el Ministerio del Interior ruso. «Es bastante difícil resistirse a ellos». Sin embargo, los fiscales han tenido poca piedad con quienes dicen haber sido engañados por agentes ucranianos.

En febrero, Zhumagul Kurbanova, una dependienta de 67 años de San Petersburgo, fue condenada a 10 años de cárcel por lanzar un cóctel molotov contra la puerta de un centro de reclutamiento militar. Filmó la puerta en llamas y huyó, pero fue detenida poco después. Kurbanova afirmó que había sido engañada para cometer el atentado por desconocidos que la llamaron haciéndose pasar por personal del banco y agentes del FSB.

Elena Komaricheva, de 59 años, también fue condenada a diez años de cárcel por un caso similar en junio. Otros actos de sabotaje son más sutiles. Dos mujeres fueron detenidas recientemente en Moscú tras escribir Gur, el nombre del servicio de inteligencia militar de Ucrania, en un monumento de Georgy Zhukov, el comandante militar soviético, cerca de la Plaza Roja. Dijeron que unos ucranianos anónimos les habían ofrecido dinero por hacerlo.

También se dice que Rusia está utilizando tácticas similares en Ucrania. En junio, la policía declaró que agentes rusos prometían dinero a adolescentes para que provocaran incendios contra vehículos militares. La advertencia se produjo cuando cuatro adolescentes de entre 13 y 18 años fueron detenidos en Odesa tras incendiar coches pertenecientes a soldados ucranianos.