
Elecciones en Estados Unidos
Las acusaciones de fascismo desgastan a Donald Trump pero no le sentencian
Los supuestos elogios del republicano a los generales de Hitler le alejan del voto judío que supone un 2% de la población de EE UU y es especialmente relevante en Pensilvania

Donald Trump,a su manera, lleva tiempo tratando de ganarse el voto judío, que representa el 2% de la población en Estados Unidos. Es un electorado que vota en masa (suelen pasar por las urnas más del 80% de los adultos), y al estar distribuidos por varios estados del país, incluyendo los decisivos territorios de Pensilvania (300.000 adultos judíos) y Arizona (125.000), su apoyo podría ayudar a inclinar la balanza hacia uno u otro candidato. Representan cifras reducidas pero poderosas, sobre todo si se tiene en cuenta que en el primer estado Donald Trump ganó en 2016 por 44.000 votos de diferencia, y en el 2020 Biden recuperó los 19 votos electorales de este lugar gracias a una diferencia de menos de 82.000 papeletas.
Se trata de un grupo de votantes que no puede analizarse en conjunto porque es bastante diverso. En su mayoría poseen títulos universitarios, y la mayoría son defensores del liberalismo (sobre todo los menos comprometidos religiosamente). No está todavía claro como la guerra en Gaza afectará a su voto. De momento la candidata demócrata, Kamala Harris, sigue conservando gran parte de su apoyo, pero ya no están tan convencidos como solían estarlo. Les preocupa que el conflicto en la región está derivando en un sentimiento antisionista en los campus universitarios y las calles de las principales ciudades del país que la actual Administración no está denunciando y combatiendo como deberían.
Así que, pesar de su larga trayectoria de apoyo al Partido Demócrata, ahora la guerra en Oriente Medio podría alejarlos de Kamala Harris el próximo 5 de noviembre. Una situación que Donald Trump está aprovechando, tratando de acercarse a ellos, a su manera. «Con todo lo que he hecho por Israel, solo obtuve un 24% del voto judío», dijo el republicano hace unos días refiriéndose a las elecciones del 2020, «en realidad no me han tratado muy bien, pero es la historia de mi vida». El expresidente estadounidense parece haber borrado de su memoria los comentarios del aliado y vicegobernador de Carolina del Norte, Mark Robinson, en un foro de pornografía donde se describía a si mismo con un «nazi negro». Tampoco debe entender el alcance de una conversación que se acaba de hacer pública y que tuvo con el general John Kelly, quien trabajó con el republicano en la Casa Blanca entre el 2017 y 2019. En una entrevista con «The Atlantic» y otra con «The New York Times», el exfuncionario relata como Trump llegó a sugerir que el líder nazi Adolf Hitler, «hizo algunas cosas buenas», y que él necesita «generales alemanes», como los de Hitler, los mismos que mataron a cerca de 6 millones de judíos durante el Holocausto.
Nada más conocerse la noticia, Harris y su compañero de ticket, Tim Walz, sacaban carnaza de la situación. «Amigos, las barandillas han desparecido», decía el candidato vicepresidencial en un mitin en Wisconsin, «Trump está cayendo en la locura. Un expresidente que dice que quiere generales como los que tenía Adolf Hitler». «Quiere el poder sin control», decía la candidata demócrata. Mientras tanto, sus partidarios trataban de sacarle del embrollo. «Tal vez no era plenamente consciente de que los generales alemanes eran nazis o lo que sea», decía el presentador de la cadena conservadora Fox, Brian Kilmeade. Sus comentarios dieron lugar a decenas de reacciones en las redes sociales en las que los usuarios se preguntaban por el nivel de inteligencia del candidato republicano, «Un momento, ¿Fox está diciendo que Trump es demasiado tonto para saber que los generales de Hitler eran ¨nazis o lo que sea? ¨».
Todavía es pronto para conocer el impacto que las supuestas palabras de Trump podrían tener en los votantes judíos. Según explica a «Newsweek» el director del Centro de Política Estadounidense del University College of London Thomas Gift, «con Trump ya no hay ningún valor de sorpresa por lo que es poco probable que esto suponga alguna diferencia en la votación». Algunos expertos como Jason Stanley de la Universidad de Yale, Sarah Churchwell de la Universidad de Londres citados por «The Economist» estaban convencidos desde el principio de 2016 de que Trump encajaba en el perfil fascista. Otros se fueron convenciendo poco a poco. Robert Paxton, historiador del régimen de Vichy , cambió de opinión después de la insurrección del 6 de enero: el hecho de que el entonces presidente incitara a una turba a atacar la legislatura coincidía con la forma en que los fascistas del siglo XX.
Otros, sin embargo, permanecen escépticos. Trump no disolvió el Congreso, no prohibió la libertad de prensa, no nacionalizó industrias ni intentó convertir Estados Unidos en una dictadura de partido único. A diferencia de la mayoría de los fascistas de la década de 1930, no inició guerras en el extranjero. Los grupos que se han amotinado en su nombre, como los Proud Boys, no han empleado nada parecido al nivel de violencia de los camisas negras italianos o los camisas pardas alemanes . Samuel Moyn, también historiador en Yale, asegura a «The Economist» que el uso del término «fascista» interfiere con los esfuerzos para llegar a una definición de MAGA.
En cualquier caso sus votantes están «curados de espanto» en lo que se refiere a los comentarios del republicano, que también ha dicho que si pierde las elecciones será «por culpa de los judíos» e Israel será aniquilado. Lo curioso es que Trump es muy consciente de la fuerza de este grupo de votantes. En el pasado, «si decías algo malo sobre una persona judía o sobre Israel, estabas fuera de la política», dijo el exmandatario en un mitin de campaña, sobre todo en una ciudad como Nueva York, donde él creció y arrancó su imperio inmobiliario, que está prácticamente dominada por el «lobby» judío.
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